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    diciembre 22, 2024 | 13:05

    La Factura Del Diablo

    Publicado el

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    “Se le llama Bueno al bobo,
    Se llama al miedo prudencia,
    Se llama a la charla ciencia,
    Se llama finanza al robo.”
    – Antonio Plaza

    La marejada de violencia que está viviendo nuestra frontera y el Estado de Chihuahua entero, es tan solo la consecuencia lógica y tardía de la perdida de valores en nuestra sociedad. La honestidad, el honor, la humildad, la frugalidad, la modestia y el trabajo, son actualmente palabras huecas que todos pronunciamos, pocos entienden y casi nadie practica.

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    Las cosas ya venían mal desde hace mucho pero creo que la mayor corruptela se desbordó durante los regímenes de Luís Echeverría y José López Portillo. Fue entonces cuando la sed de riqueza en la generalidad de los funcionarios públicos se desató y los cargos gubernamentales fueron considerados como un botín. Desde el más pequeño hasta el más encumbrado, todos quieren hacerse ricos rápidamente remediando sus economías inmediatamente.

    Y es que, como bien lo diría  Bertrand Russel, “Es la preocupación por la posesión, más que cualquier otra cosa, lo que impide al hombre vivir libre y honestamente.” y nuestro mundo se encuentra viviendo una etapa de metalización, de amor desmedido al dinero como nunca se había visto en otras épocas.

    Sin embargo, las diversas policías siempre se habían conservado con un cierto dejo de honestidad, al menos el homicidio no se negociaba… carteristas, farderos, lenones, rateros, piñeros y una florida gama de delincuentes podían llegar a convenios de disimulo con ciertas autoridades pero el homicida no. El esclarecimiento de los asesinatos era sagrado…

    Pero en esos dos regímenes la moral  pública nacional comenzó a desmoronarse aceleradamente hasta que llegó “El Negro” Durazo a la policía del Distrito Federal y ahí sí, la cosa no tuvo límites

    Si en los mentideros políticos se considera que Don Adolfo López Mateos pudo haberse embolsado unos 200 millones de pesos durante su mandato, ahora esas cantidades dan risa con lo que aspira a robarse cualquier funcionario de mediana categoría. De hecho un agente de transito casi le llega a esas sumas durante su encargo promedio de unos 15 años. Y serían todos ricos si es que no fueran tan despilfarradores.

    San Agustín había sentenciado oportunamente que “Todo desenfreno acaba por ser victima de sus propios excesos” o, para que se entienda con manzanas, “En el pecado llevan la penitencia”.  Lo que estamos presenciando en nuestra ciudad y en nuestro estado es la consecuencia lógica de una policía de todas clases que en sus tres niveles se corrompió hasta la médula… Vendió su alma al diablo o a la mafia y el crimen organizado se les trepó a las barbas y ahora es muy dificil quitárselos; el diablo les está cobrando la factura. Nadie los respetan ni los insignificantes malandrillos que se han organizado en poderosas pandillas y los tiene amedrentados y hasta utilizados para sus malos fines.

    Pero lo más grave resulta cuando esta pérdida de valores morales se enseñorea en las familias. ¿A poco no se da cuenta la madre cuando su  hijo tiene dinero inexplicable y de sobra en sus manos? ¿Quién le cree a esa esposa superficial y vanidosa que no sabe a que se dedica su marido? ¿De donde se paga la gasolina y aún de contado el precio de esa lujosa camioneta que tan desfachatada maneja?

    Como del dinero y sólo del dinero hemos forjado nuestro ideal de éxito, nadie cuestiona como lo hace el muchacho ni a que se dedica, con tal de que traiga la cartera repleta de billetes y si son verdes mejor. Y como no hay moral ni lealtad después vienen los rafagazos, los levantotes y hasta tiros de gracia, la factura de Satanás…

    Recuerdo un estudio de la PGR hace algun tiempo; que una persona que se involucra en los negocios del crimen organizado tiene un promedio de vida de ocho años contados a partir del envolvimiento.

    Pero nada de eso es importante, se puede ver en algunas universidades, a los alumnos solo les inculcan un desmedido deseo por el dinero, de tal manera que los egresados llegan a la sociedad a amasar fortunas importándoles nada la ética, el servicio a la sociedad, la ciencia misma. ¡Nada!, todo se concreta a hacer dinero y para ello no vacilan en atropellar a quien sea, donde sea y como sea. Dinero, dinero y más dinero…

    ¿Para qué se estudia una carrera? ¿Para ganar un sueldo? Cuando en un buen golpe de puente, con una carga regular puede ganar en un día lo que de manera honesta le llevaría un año o tal vez más. Total, su familia, madre, hermanas, esposa, lo admirarán más. En eso de ganar dinero fácil y abundante los muchachos no son tontos, en última instancia nada importa la honradez; por eso los jóvenes no le tienen amor al estudio ni al trabajo limpio.

    Y es que, como bien lo dijo Francisco de Quevedo, “Aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra” ¿Así? O más claro…

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    Norberto López Garza

    Norberto López Garza es abogado litigante en derecho laboral y cátedratico de la Universidad Cultural e Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez. Multi-galardonado por su desempeño profesional, recibiendo entre estos la Columna de Plata 2011 al Mérito Periodístico otorgada por la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez.

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