Hace unas semanas tuve la gran oportunidad de viajar a Budapest, Hungría, gracias a la Fundación Patria Unida que busca capacitar a lideres políticos en valores humanistas de vida y familia. Les puedo compartir que fue una gran experiencia el poder conocer estrategias de gobierno exitosas, pero sobre todo conocer a personas tan comprometidas con su país.
Si pudiera resumir en una sola palabra este viaje, sería: ESPERANZA. Sí, esperanza de quienes trabajamos en política y en ocasiones pensamos que es muy difícil la lucha que damos. Cuando en realidad esa lucha no representa una batalla electoral sino una guerra completa en favor de las familias. La pobreza no se reduce solamente con apoyos sociales o con beneficios económicos ¡por supuesto que no! Quien lo piensa así tiene completamente perdida la brújula de la vocación de servicio.
La política (como lo escribí en mi primera columna) es la demostración de amor e interés por una vida mejor de las personas. Un apoyo social no te libera de la pobreza del todo, hace falta tener espacios dignos donde vivir, hospitales e insumos que protejan nuestra salud, que los médicos que ahí trabajan tengan todo para hacer mejor su trabajo; oportunidades de empleo con salarios dignos, pero también con garantías para crecer ¡para aspirar y soñar con más!
Por último y no menos importante, educación; aquí quiero profundizar un poco más, la educación según los resultados en Hungría y en otros países que han salido adelante han sido de sus mayores inversiones para salir de la pobreza. A esto me refiero con un gran refuerzo en la formación de los profesores y con base en este mérito la mejora de sus sueldos y prestaciones, acompañado al desarrollo humano también está la infraestructura, escuelas dignas con agua potable, sin frio o extremo calor, que sea un lugar que ilumine los rostros los niños y niñas pero que también les ilumine el camino brillante del futuro que les espera en nuestro país. La educación no es una carta electoral, es el juego que arriesga nuestro porvenir de México.
La política que pude observar en este viaje a Hungría me dio esperanza porque no se trata sólo de puestos políticos o de inventar en qué gastar el dinero, sino se trata de luchar por lo más importante que tenemos en la vida: LA FAMILIA. Nunca antes me había hecho tanto sentido la vocación de la política, el poder servir o el trabajar por la eliminación de la pobreza hasta que pones al centro a las familias. Ahí, justo en ese punto nadie se queda fuera: niñas, niños, hombres, mujeres, adultos mayores, madres solteras, personas con discapacidad. Pero, estando todos dentro, hay un gran compromiso por trabajar de la mano por el bien común. Nadie podría oponerse a que le vaya bien a la familia.
También digo que fue el viaje de la esperanza, sobre todo para quienes somos ‘oposición’ de un gobierno federal que pareciera acaparar todo, dominarlo con sus decisiones unilaterales, acallar las voces disidentes y peor aún, hacernos pensar que con el ejercicio del dinero pueden ir por encima del pensamiento de los mexicanos. ¡Eso jamás! La esperanza está en la lucha incansable que cada uno tenemos que dar, pero se encuentra de igual forma en los jóvenes, en los empresarios, en la Sociedad Civil, en la prensa y en muchas personas valiosas que saben perfectamente que este país es de todos. Este país no le perteneces a un gobierno ni a sus gobernantes, le pertenece a los mexicanos. Existen muchas batallas que hay que pelear en este país: la salud, la educación, la eliminación de la pobreza y la violencia, pero la verdadera lucha es por las familias. ¡Ese es el gran objetivo!
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Marisela Terrazas
Ex Diputada por el PAN en Chihuahua. Doctorante en Ciencias de la Educación por la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica. Maestra en Educación por UTEP, ex directora del Instituto Chihuahuense de la Juventud y experta en políticas públicas juveniles.