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    marzo 10, 2025 | 7:30

    La lucha feminista.

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    El  pasado 8 de marzo cientos de miles de mujeres mexicanas expresaron una vez más que la lucha por la igualdad, por el respeto, por una vida libre de violencia, por la superación de estereotipos y por la búsqueda de Justicia continúa. A pesar de los avances  en varios sentidos, no podemos más que solidarizarnos con ellas.

    Durante siglos las mujeres adoptaron roles impuestos por lo que la teoría feminista denomina el patriarcado, es así que muchísimas mujeres han cargado “un grillete” que les impide estructuralmente gozar de las mismas libertades y derechos que los hombres, más aún, las mujeres históricamente han sufrido un marcaje social de estereotipos y prejuicios que ha hecho posible la normalización de la violencia de todo tipo contra ellas.

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    Una de las acepciones académicamente más admitidas de patriarcado es la de Lerner que le define en sentido amplio como “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños/as de la familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general”

    Es evidente que el patriarcado ha existido y existe, las mujeres lo han vivido desde un sistema donde la autoridad familiar del padre (hombre) se impuso a los hijos y a la mujer, en efecto esta relación de poder se traslapó a la vida económica y en general a la vida colectiva. El abuso, deformación, ampliación y replicación de esa relación de poder ha trastocado en distintos niveles la integridad de millones y millones de mujeres a lo largo de la Historia.

    La lucha feminista en gran parte busca que ellas gocen realmente de todos los derechos políticos, económicos y sociales y accedan a las mismas oportunidades que los hombres en igualdad y equidad de condiciones. La resistencia a esto ha resultado férrea y furiosa en diferentes épocas, donde muchos aún piensan que la diferencia biológica o sexual puede ser una justificación para la opresión, para un orden predeterminado, para la asignación de roles dentro de la sociedad o vaya, dentro de las mismas familias… en pleno siglo XXI.

    En México el avance es lento, pero con algunos logros importantes, más menos se ha visibilizado el problema y cada vez más mujeres acceden a puestos importantes en gobiernos, empresas y posiciones de poder, pero no es suficiente; han tenido que abrirse brecha en un mundo empresarial y político dominado por hombres que al día de hoy pactan tácitamente los ascensos o promociones bajo valores e intereses creados. Ser mujer y querer desarrollarse profesionalmente a través del mérito sigue partiendo desde la desventaja.

    La violencia de cualquier tipo contra las mujeres, niñas y niños sigue siendo un flagelo vergonzoso para nuestro país. No es tanto un problema de leyes, es cuestión de implementar políticas públicas que atiendan efectivamente el problema y (otra vez) de corregir un deficiente sistema de procuración e impartición de Justicia que; sin desconocer a muchos policías, fiscales y jueces profesionales y honestos; muchas veces castiga a inocentes acusados bajo declaraciones falsas mientras que por otra parte asegura impunidad para deudores alimentarios, agresores y delincuentes.

    La radicalización del movimiento feminista es (aún y cuando pueden cuestionarse sus formas, métodos, trasfondos) una respuesta al cúmulo de agravios hacia el género femenino, tenido mucho tiempo por débil e incapaz y bajo la oscura realidad de un México profundamente lastimado por delitos como la trata de personas, la desaparición forzada y el feminicidio.

    La violencia contra las niñas, niños y mujeres ha alcanzado niveles terribles, mucha de la cual ocurre dentro de los mismos hogares y que se calla debido a diversas razones ya sean de tipo cultural, económico, psicológico. Debemos educar o reeducar a nuestros niños e hijos: nadie los debe tocar, las niñas y las mujeres no se tocan.

    Ante esto no es válido voltear hacia otro lado, desacreditar la protesta o apelar a alguna costumbre que al igual que el Estado falló en defender, proteger e impulsar a nuestras niñas y mujeres. Son feministas no feminazis…ni una desaparecida más, ni una menos, las queremos de vuelta en casa vivas y libres… a todas.

    “Los creó varón y hembra, los bendijo,
    y los llamó «Hombre» en el día de su creación.”
    (Génesis 5:2)

    ADN Moises Hernandez Sqr
    Moisés Hernández Félix

    Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.


    Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.

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