El juicio seguido contra Genaro García Luna confirma la millonaria derrama económica que deja el tráfico de drogas. Siendo los Estados Unidos de Norteamérica el principal cliente de los narcotraficantes de México y Sudamérica, nos obliga a reflexionar sobre el enorme imperio de las drogas establecido en ese país del norte.
Lejos de actuar los gobiernos para prevenir el consumo, es necesario adivinar sobre la inconciencia del adicto cuando vuela con la sustancia hacia un mundo desconocido y placentero momentáneamente. Donde no siente dolor y despeja sus penas convirtiendo el llanto en risas y la tristeza se torna en alegría.
Los que han sido desposeídos de su propia dignidad, los que son despreciados por la sociedad, los marginados, los que torturan a sus familiares ante la impotencia de verlos morir lentamente. Esos que creen vivir cuando en realidad están condenados a morir de la manera más miserable y cruel.
Los adictos que en realidad son personas enfermas del alma, que ya no controlan sus sentidos porque son esclavos de sus adicciones. Son ingobernables porque no controlan su manera de drogarse. Se convierten en un estorbo familiar y en el mayor estrés que también provoca enfermedades en su entorno.
Tan solo por mencionar su forma de vida del placer superficial al sufrimiento real. Cuando ya no puede salir del círculo vicioso y con el tiempo muere irremediablemente, habrá aportado sus ingresos, sus ahorros, el dinero de su familia, o el dinero robado, como su aportación a los narcotraficantes y a los corruptos del gobierno.
¿Se imaginan los millones de adictos para contribuir con tantos miles de millones de dólares a los criminales narcotraficantes y corruptos?
Por eso es de vital importancia rescatar a la humanidad de la enfermedad más cruel y perversa que existe, llámese drogodependiente o toxicómano, al enfermo que es arrastrado a un abismo o a un laberinto sin salida. La prevención es fundamental desde que el niño nace y comienza a formar conciencia durante el periodo de su infancia que es el más marcado por sus padres y su comunidad.
Por lo que, retomando el juicio de García Luna, que ya se especula que los testigos no tienen credibilidad ni son confiables, porque son malandros o delincuentes criminales narcotraficantes, son a los que les consta la manera corrupta como se desenvuelven con el gobierno en turno, que dígase de paso deberían haber incluido a las autoridades norteamericanas que son cómplices del crimen organizado.
Por otra parte, la inconciencia social en algunos sectores que piden la legalización de las drogas porque lo ven como negocio de millonarias ganancias como ocurrió con la legalización del alcohol y el tabaco. Como ocurre con la legalización de otra adicción que es el juego y las apuestas con los casinos que ya proliferan y son parte del lavado de dinero.
Porque todo lo relacionado con las drogas nos lleva al tema de la violencia que se genera entre adictos o la desintegración familiar. Es común hoy en día que las parejas se separen o divorcien por la violencia doméstica o familiar. Que los hijos estén resentidos con sus padres y los hijos de los hijos crezcan orientados a fracasar y a terminar en la drogadicción.
La maldición de las drogas ha originado que nuestra niñez y juventud esté en peligro latente, porque experimentan lo desconocido y caen con facilidad. La maldición nos llega con la corrupción policiaca y la guerra entre narcos por el territorio que han comprado derramando sangre, acompañada de sobornos millonarios.
Hagamos equipo socialmente y apoyemos a las agrupaciones que se encargan de salvar vidas a través de programas efectivos y catarsis entre sus miembros que han dejado de ser drogadictos activos, cuyas experiencias nos permite valorar el enorme sufrimiento que ocasiona el consumo de las drogas que los envenenan y llegan por la corrupción que ya nos invadió internacionalmente.
El gobierno debe asumir su responsabilidad para establecer la paz y la seguridad social mediante autoridades efectivas, preparadas, capacitadas y honestas. Es difícil, pero se puede lograr el día que tengamos bien cimentados nuestros principios morales y religiosos.
Pienso que es muy importante tomar en serio lo que nos indican los Mandamientos de la Ley de Dios, lo que nos ordenan las normas morales, que suelen ser las que nos llegan a la conciencia y las jurídicas siempre y que no se contrapongan con las de Dios. Nuestra niñez está en peligro ante la maldición de las drogas y debemos ser firmes para detenerla y que no se infiltre en nuestras familias.
Héctor Molinar Apodaca
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
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