Aunque es de las pocas cosas en la vida que son inevitables, la muerte suele ser un tema poco mencionado. Al relacionarse con la tristeza, la pérdida y el dolor, preferimos hablar de otros temas; aquellos que parezcan más esperanzadores o positivos. De esta manera, intentamos no incomodar a otros, trayéndoles recuerdos o invitando a la reflexión sobre algo que queramos o no, pasará.
En México, hemos sido un tanto hipócritas en esto de “sacarle la vuelta” al tema. De manera continua estamos describiendo y contando el número de muertes causadas por la violencia y el delito; pero para evadir incomodidades o disgustos, evitamos hablar de temas como el derecho a una muerte digna. Es tan grave nuestra evasión al tema, que, a nivel internacional, somos uno de los países más atrasados en cuanto a cuidados paliativos y la defensa de una muerte digna.
El derecho a que la vida termine con dignidad era considerado un tema tabú hasta hace unos años, es por esto que actualmente ha sido necesario poner un esfuerzo mayor en la formación y capacitación del personal de salud, para promover y respetar el derecho de los pacientes a un final de la vida con calidad.
Es importante distinguir que los cuidados paliativos no son sinónimo de la eutanasia, sino de vivir sin dolor y con calidad hasta el final de nuestra vida. Estos cuidados no aceleran, ni posponen el proceso de muerte, sino que buscan una muerte digna.
Según la Ley General de Salud, todo paciente tiene derecho a recibir cuidados paliativos y cuidados de calidad hasta el último día. El IMSS, el ISSSTE y el Seguro Popular cuentan con cobertura para los pacientes que requieran este tipo de cuidados.
En caso de enfrentarnos a un diagnóstico considerado como terminal, debemos acudir con el personal de salud para conocer las opciones de tratamiento, así como conocer si somos candidatos a recibir este tipo de cuidados.
El personal deberá ofrecer opciones para controlar el dolor, así como deberá informarnos sobre nuestro derecho a una muerte digna, sobre la donación de órganos y acerca de las decisiones que debemos tomar, como: ¿quién tomará las decisiones en caso de que ya no me sea posible? ¿Si deseo tener soporte médico para continuar viviendo? ¿Si quiero donar mis órganos en caso de ser posible? Estas decisiones serán lo que marque las acciones que se podrán realizar durante nuestra atención.
Nos podrá resultar raro o incómodo tener que reflexionar y responder estas preguntas, pero nuestra voz y decisiones importan hasta el último momento de nuestra vida, es por eso que debemos hacernos escuchar.
Hablemos con nuestras familias y amistades sobre cuáles son las decisiones que nos gustaría que se respetaran en nuestros últimos años de vida. Promovamos y hagamos uso de nuestro derecho a morir con dignidad.
Lourdes Tejada
Titulada en Diseño gráfico y pasante de la Maestría en Acción Pública y Desarrollo Social. En su experiencia destaca el ser co-fundadora de una asociación civil y ser miembro fundador de una red de agrupaciones juveniles. Ganadora del Premio Nacional UVM por el Desarrollo Social, cuenta además con el Premio Estatal de la Juventud, el Reconocimiento a Mujer del Año de Ciudad Juárez y la mención de Mujer Líder de México.