Publicado originalmente el 30 de marzo de 2016
El desorden del hombre es la causa de las desgracias de la humanidad y la desventura del individuo.
La naturaleza dotó al hombre de razón: órgano responsable de ordenar o ajustar la conducta o acción del hombre a las leyes de la naturaleza; los demás seres vivos lo hacen instintivamente, por eso carecen de razón. Todo individuo afirma, dogmáticamente, que es poseedor de una gran cantidad de razonamiento; esta creencia, le ciega e impide ejercitarla.
Los fenómenos de la naturaleza son perfectos: el orden y la armonía es el resultado de su obediencia indefectible a las leyes universales. La conducta o acciones del hombre, como pertenecientes a la naturaleza, son una especie de extensión o continuación de ese sistema y esa armonía; esa prolongación puede ser limitada o negada cuando el hombre ejercita el libre albedrío de manera caprichosa, sin conocimiento y sin razón.
Abundemos. El hombre al ejercitar el libre albedrío, es decir, su facultad de decidir, tiene que hacerlo con conocimiento y fundado en la razón; así, al decidir, su conducta o acción esta se ajustara perfectamente a los mecanismos de la naturaleza; de lo contrario, sí no lo hace con conocimiento y en base a la razón, esa conducta o acción decidida por el libre albedrío estará fuera del orden y armonía de la naturaleza: la consecuencia; será un desorden, causará el casos y desgracia a la humanidad y la desventura al individuo.
Un ejemplo: Un individuo en el ejercicio caprichoso de su libre albedrío, sin conocimiento y sin razón, decide construir una casa en un arroyo de corriente de agua natural; en temporada de lluvia ese arroyo se llenará de agua y destruirá la construcción, estando en serio peligro la vida de los individuos que habiten esa casa. Aquí, el libre albedrío decidió de manera caprichosa, sin conocimiento y sin razón, limitando la continuación de la armonía de la naturaleza en las acciones del individuo y solo provocó desgracias.
Otro ejemplo: ese mismo individuo, en base al conocimiento y la razón ejercita el libre albedrío y decide construir la casa encima de un cerro con el fin de que en tiempo de fuertes lluvias no esté en peligro de ser destruida la construcción y que los habitantes estén a salvo y en el mínimo riesgo de perder la vida. En este ejemplo, la acción del individuo, que decidió el libre albedrío en base a la razón y el conocimiento, está en armonía con los fenómenos naturales y difícilmente habrá desgracias.
El egoísmo individual y social nos tiene cautivos en la ilusión de dominar y conquistar la naturaleza; cegándonos para no entender que a la naturaleza únicamente de le vence obedeciéndola. Los graves problemas sociales y los múltiples dilemas del individuo en la actualidad, son sin duda alguna producto de las acciones del hombre fuera de los lineamientos de la razón. Las consecuencias a la conducta sin razón del hombre son terribles; la naturaleza carece de contemplación.
A manera de conclusión: El individuo juega. Juega con su libre albedrío tomando decisiones caprichosas, sin conocimiento y careciendo de fundamentos razonables; juega, al no querer considerar que la decisión equivocada despertará todo el poder de la naturaleza en su contra sin contemplaciones de ningún tipo; las desgracias, las calamidades y las desdichas que la sociedad ha sufrido, sufre y sufrirá; las tristezas, el dolor, la amargura que el individuo percibió, ha percibido y percibirá son la reacción implacable y justa de la naturaleza a las acciones y conductas sociales e individuales que fueron concebidas y decididas de manera caprichosa y equivocada por el ejercicio del libre albedrío, sin fundamentarse en la razón y conocimiento.
Es cuánto ¡Un abrazo fraterno!

Guillermo Chávez
Abogado. Filósofo. Columnista.
Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
Descansa en Paz.
Hasta pronto querido amigo.