La opresión, la injusticia social, la esclavitud, la marginación, la pobreza, las humillaciones, la discriminación de la raza, y el sometimiento al Rey de España, fueron algunas de las causas que motivaron a los insurgentes a levantarse en armas. Era el año 1810 y uno de los conspiradores a favor de los mexicanos era el sacerdote español, culto, y hombre defensor de la fe en Dios y la Virgen de Guadalupe, Don Miguel Hidalgo y Costilla. Algunos historiadores, lo consideran como un gran hombre cabal, honesto, de principios, valiente y heredero de una gran fortuna, además de privilegiado por la casta. Meritos que destacan su sacrificio por la Independencia de México.
Hace doscientos siete años, en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, el Cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, dio el grito que motivó a los mexicanos a pelear por la dignidad y la libertad. Esa mañana le fue comunicado por un mensajero de Doña Josefa Ortíz de Domínguez, que la conspiración había sido descubierta, que tenían que actuar con rapidez. Entonces el Padre de la Patria, tomó el Estandarte de la Virgen de Guadalupe, y con decisión, firmeza y valentía gritó: ¡Viva la religión católica!, ¡Viva Fernando VII!, ¡Viva la Patria y reine por siempre en este Continente Americano nuestra sagrada patrona, la Santísima Virgen de Guadalupe!, ¡mueran los gachupines!, ¡Muera el mal gobierno!.
Desde entonces, los mexicanos venimos buscando una mejor forma de vida en la sociedad. Un gobierno coherente con nuestros sentimientos y nuestra cultura, que administre los ingresos públicos para beneficio del pueblo. También desde ésa época la traición a la patria amerita la pena de muerte. Nuestra Constitución en la actualidad, también establece la pena máxima contra quien atente contra nuestra soberanía. Los héroes que nos dieron patria, dieron sus vidas y todo lo que tenían para lograrlo. El pensamiento noble y de estadista de Don José María Morelos y Pavón, nos regala la máxima expresión del servidor público cuando no aceptó el nombramiento de “Su Alteza Serenísima”, pidiendo ser llamado simplemente “Siervo de la Nación”.
Nuestra fe en la religión también es característica del pueblo mexicano. Tenemos como el primer símbolo patrio, el Estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe, que motivó al pueblo de Dolores para tomar las armas en contra del gobierno español. Cuando México se independizó, la Virgen de Guadalupe ya se había aparecido doscientos setenta y nueve años atrás en el Cerro del Tepeyac, donde se construyó la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, exhibiendo su imagen plasmada en la tilma del indio Juan Diego, a quien considera la iglesia católica como un Santo, por haber sido elegido por la Madre de Dios para comunicarse con los mexicanos y el mundo.
Desde 1845 se instauró oficialmente la “Ceremonia del Grito”, para recordar a Hidalgo y los héroes de la Independencia. Familias enteras acuden a los edificios oficiales, que se congregan con la finalidad de escuchar al gobernante en turno, a “dar el grito”. Los recursos públicos que se utilizan para los festejos, son millonarios en todo el país. Es como dar lo que no tenemos. Pues mientras “sus altezas serenísimas” gozan de riqueza, y celebran con vinos y gourmet con invitados especiales, el pueblo presencia desde lo más bajo y hacia arriba, babeando y recibiendo las migajas del mal gobierno.
Este año la desgracia en nuestro país ya es concurrente con los desafíos de la naturaleza, que parece rebelarse ante la impunidad, la violencia y la inmoralidad con la que estamos transformando las leyes para dar cabida a los malos hábitos. Huracanes, asesinatos, temblores y pobreza en extremo, son una lamentable realidad que nos azotan sin piedad. Tal parece que la fe en Dios y la Guadalupana, nos ayuda para seguir en el proceso de reconstrucción política, económica y social. Aunque el mal gobierno se escude entre militares y guaruras.
Seguiremos celebrando con banda, mariachi, bailarinas, tacos, gorditas y enchiladas. El pueblo mexicano con eso se conforma. Estrechar la mano del gobernante o del presidente es un honor inmerecido para muchos. Se conforman con una mirada, con una despensa, con una rebaja en los recibos de servicios públicos. Agradecen que les pavimenten una calle o les pongan un foco en su casa. Somos un país multimillonario que cada seis años toca fondo en lo más ruin de la corrupción. Pero siempre nos levantamos y seguimos trabajando para mantener a los tiranos del gobierno. Esta noche habrá derroche del erario público y pagarán justos por pecadores.
Héctor Molinar Apodaca
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
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