Con este documento se pretende realizar una breve comparación histórica de lo que los ciudadanos mexicanos han luchado para lograr tener en México una república, democrática, representativa, laica y federal, con instituciones sólidas, organizada a través de un orden jurídico nacional, para regirnos con un Estado de Derecho que haga generar el bien común que todos anhelamos.
Oposición vs. PRI y vs. el autoritarismo - Publicidad - HP1
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Oposición vs. Morena |
En el siglo pasado la oposición combatía al PRI (que gobernó por 71 años el país), para tener democracia, que no había, porque el gobierno administraba y controlaba las elecciones, designaba a los funcionarios de las casillas electorales, quienes coincidían con los
jefes seccionales del PRI en todo el territorio nacional. Luego el gobierno contaba los votos y las elecciones eran calificadas por los legisladores que eran todos del PRI, o con mayorías que superaban el 90%. No existían Tribunales electorales que dirimieran controversias. La oposición quería democracia para quitarle el poder a un partido que lo dominaba todo y que estaba sujeto a las absolutas órdenes del presidente de la República en turno, que causaron grandes debacles económicas por la falta de control democrático, destruyendo nuestra economía y generando millones de pobres y creando miseria en el país. En 1988, después de una elección grandemente cuestionada por la oposición en 1990, bajo fuertes presiones de la oposición, la mayoría del PRI, bajo la presidencia de Carlos Salinas de Gortari (CSG), cedió el control electoral, que detentaba el gobierno federal, a un instituto autónomo del gobierno. Así se creó el Instituto Federal Electoral (IFE). Así, la oposición logró que se cambiaran las leyes electorales, para que se ciudadanizaran las elecciones, con el IFE como organismo autónomo ajeno al gobierno, dirigido por ciudadanos, y que los votos se contaran en las casillas electorales por ciudadanos asignados al azar, con participación de los representantes de los partidos políticos. De esa manera, la oposición, en 1997, ganó la mayoría de la Cámara de Diputados. Luego, la oposición logró el triunfo del PAN con Vicente Fox en el año 2000, relevando al PRI en el gobierno federal, terminando con los gobiernos autoritarios. En 1994, bajo la administración de CSG, se le otorgó autonomía constitucional al Banco de México. En 1999, en el gobierno de Ernesto Zedillo, ya con una mayoría opositora en la Cámara de Diputados, se reformó la constitución, con el consenso del PRI que dominaba el Senado y la mayoría de las legislaturas de los estados, otorgándosele autonomía constitucional a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que antes era un órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación. También, en el mismo año se reconfiguró la Auditoría Superior de Hacienda, cuyos antecedentes datan de la Constitución de Cádiz, a hacerla dependiente de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. La oposición y el PAN, como partido en el poder (pero sin mayoría), en el Siglo XXI, propugnó por continuar creando instituciones autónomas que acotaran los poderes del presidente generado por el sistema político en el Siglo XX, así se creó el Instituto Federal de Transparencia y Acceso a la Información, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, La Comisión Federal de Competencia Económica, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), y las Fiscalía General de la República. También el PAN logró, con el consenso de todos los partidos políticos darle a los Municipios su plena autonomía, reformando el artículo 115 constitucional. En conclusión: independientemente de que no podemos decir que el PRI tuvo en alguna ocasión una vocación democrática por definición, sí tuvo un sistema institucionalizado que, en términos generales, respetó, y tuvo la virtud de reconocer la señal de los tiempos para abrirse hacia la democracia, tomando el riesgo de perder el poder, lo que sucedió por esa apertura.
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Ahora, la oposición, con las reglas logradas por la misma, desea ganarle a Morena la mayoría en la Cámara de Diputados, después de que Morena, junto con sus partidos aliados en la coalición Juntos Haremos Historia, obtuvo en las elecciones del 2018, en dicha Cámara, una mayoría en votación directa, del 46.4%, y con una asignación ilegal de diputados plurinominales y de diputados que cambiaron de partido, ahora goza de una mayoría del 61.6%.
La oposición desea quitarle a Morena esa mayoría, porque Morena se encuentra entregada por completo a los mandatos del presidente de la República, quien manda iniciativas de ley ordenando “que no se le quite una coma”. Los diputados de Morena le aprueban al presidente los presupuestos que hicieron que el gobierno se deshiciera de miles de servidores públicos calificados, cancelara innumerables programas exitosos de gobiernos anteriores, como las estancias infantiles, los comedores comunitarios, los refugios para mujeres víctimas de la violencia; cancelando, a un gran costo, proyectos avanzados y programas exitosos, como el aeropuerto de Texcoco y el Seguro Popular, renegociando contratos con desfalco al erario, como el de los gasoductos, y tirando dinero en otorgarle a PEMEX y CFE cantidades enormes de subsidios, para que continúen operando con pérdida, en detrimento de la salud, educación y cultura de los mexicanos, al reducir los presupuestos de dichos rubros; llevando a cabo obras improductivas como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto de Santa Lucía, y muchas pifias presupuestales más, como aumentar grandemente el endeudamiento del país en 22 mil 332 millones de dólares, durante los primeros 26 meses de gobierno, aumento proporcionalmente mayor al ocurrido en ese lapso por en la administración del PRI de Peña Nieto. Pero, sobre todo, al tener dominado el presidente la Cámara de Diputados, se ha perdido el balance de poder necesario que dicta la constitución, para tener un buen gobierno, con rendición de cuentas. Así, ahora la oposición continúa peleando por tener democracia en México, que se ha visto amenazada por el presidente con sus constantes ataques al INE y los discursos de los diputados de Morena de desaparecerlo, para que el presidente regrese a controlar las elecciones a través de la Secretaría de Gobernación, como lo hacía el PRI en el Siglo XX. Pero, recientemente, se han dado por parte de los diputados de Morena, claras amenazas para destruir el entramando electoral que con tanto esfuerzo la oposición formó en el siglo pasado y que todos los partidos han seguido construyendo en el presente siglo. En última instancia, la oposición luchó en el siglo pasado para tener democracia que balanceara al poder omnímodo que tenía el presidente de la República, que ahora se ve amenazado en regresar. En conclusión: las consecuencias de no lograr el objetivo de tener una mayoría opositora en la Cámara de Diputados para hacerle un balance de poder al presidente, es que, de una dictablanda que tuvimos en el siglo pasado, transitaremos hacia un sistema dictatorial y tiránico basado en los caprichos de un solo hombre que no tiene capacidad para gobernar, ni visión de futuro, que no respeta el Estado de Derecho y no genera bienestar al pueblo, ni mucho menos, bien común. |
Carlos Angulo Parra
Analista político. Abogado corporativo. Fue Diputado Federal en la LXII Legislatura del Congreso de la Unión.
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