La participación de las mujeres en las políticas públicas no solo es un derecho conquistado, sino también un pilar esencial para la construcción de un México más justo, equitativo y democrático. En las últimas décadas, el país ha sido testigo de un avance significativo en términos de representación femenina en cargos de poder, pero los desafíos persisten. Garantizar que las mujeres no solo accedan a estos espacios, sino que también puedan incidir plenamente en las decisiones, es clave para transformar la política y responder a las necesidades de toda la población.
La incorporación de las mujeres a la vida pública en México es resultado de luchas históricas por la igualdad de derechos. Desde la obtención del voto femenino en 1953 hasta las recientes reformas que impulsaron la paridad de género en los procesos electorales, las mujeres han demostrado su capacidad de organización y su compromiso con la transformación social. Estas conquistas han sentado las bases para un nuevo México en el que la equidad sea la norma, no la excepción.
La participación de mujeres en las políticas públicas tiene un impacto transformador. Su perspectiva única, muchas veces moldeada por la experiencia de la desigualdad, enriquece las decisiones en temas como educación, salud, violencia de género y desarrollo económico. Según estudios, los gobiernos con mayor representación femenina tienden a priorizar políticas más inclusivas, lo que beneficia a las comunidades más vulnerables.
En México, ejemplos de este impacto incluyen programas de apoyo a madres trabajadoras, legislaciones para combatir la violencia doméstica y acciones concretas para garantizar los derechos sexuales y reproductivos. Sin embargo, aún es necesario fortalecer las capacidades institucionales para evitar que estas iniciativas se limiten a acciones simbólicas y no se traduzcan en cambios estructurales.
A pesar de los avances, las mujeres en la política enfrentan barreras significativas. La violencia política de género, la falta de recursos para campañas, la discriminación y los estereotipos son obstáculos que limitan su pleno ejercicio del poder. Además, los roles de género tradicionales continúan asignando a las mujeres la mayor parte de las responsabilidades de cuidado, dificultando su participación activa en la vida pública.
Superar estos retos requiere una acción conjunta desde las instituciones y la sociedad. Es necesario fortalecer los mecanismos para prevenir y sancionar la violencia política, garantizar financiamiento equitativo en los procesos electorales y promover un cambio cultural que fomente la corresponsabilidad en los roles familiares.
El nuevo México que se está construyendo exige la inclusión plena de las mujeres en la definición de las políticas públicas. Esto no solo implica abrirles espacios, sino también garantizar que su voz sea escuchada y sus propuestas se reflejen en las decisiones que impactan al país.
La participación femenina debe ir más allá de los números; se trata de transformar la manera en que se entiende y ejerce el poder. Las mujeres en la política no solo representan a su género, sino que son un motor para redefinir las prioridades nacionales, promover la justicia social y garantizar el desarrollo sostenible.
La participación de las mujeres en las políticas públicas es mucho más que una meta de igualdad; es un elemento indispensable para construir un México más inclusivo, diverso y resiliente. En este proceso, la sociedad tiene la responsabilidad de apoyar, valorar y reconocer el liderazgo femenino como un componente esencial del progreso nacional. Solo entonces podremos hablar de un verdadero nuevo México, donde todas las voces sean parte del cambio.
Nora Sevilla
Comunicadora y periodista experimentada, actualmente Jefa de Comunicación en Cd. Juárez del Instituto Estatal Electoral y Tesorera en la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez. Experta en marketing político y estrategias de relaciones públicas, con sólida carrera en medios de comunicación.