Como mujeres hemos experimentado de primera mano los altibajos que representan los desequilibrios hormonales. A pesar de los avances que hemos logrado como sociedad, la comprensión y visibilidad de la salud hormonal femenina continúa siendo un ámbito complicado de abordar ¿Cuántas veces hemos escuchado que todas las mujeres están “locas”?
Desde la adolescencia, los problemas hormonales se convierten en compañeros constantes: menstruaciones dolorosas, cambios de humor repentinos que transforman nuestras vidas en un torbellino de dramas e incertidumbres. Estos desafíos a menudo se consideran un sufrimiento que debemos aceptar simplemente por ser mujeres. No obstante, es crucial visibilizar que nuestros cuerpos están en continuo cambio, y esto no debería ser percibido como algo “negativo”.
Con la llegada de la maternidad, se presenta un nuevo reto hormonal. Durante el embarazo, experimentamos un verdadero torbellino emocional. Aunque es una fase repleta de felicidad, también enfrenta episodios de ansiedad y cambios de humor que a menudo escapan de nuestro control. Después del parto, la montaña rusa emocional deja cansancio, tristeza, culpa y la sensación de no ser suficiente como madre. Esto se suma a los ya existentes problemas hormonales, mientras que la presión social de ser una “madre perfecta” nos deja a muchas sintiéndonos solas. Los cambios de humor, la fatiga, los antojos y las incomodidades físicas son solo la punta del iceberg. Una vez que llegan los hijos, la realidad hormonal no se detiene; la maternidad introduce una nueva serie de transformaciones, donde la falta de sueño se vuelve común y añade aún más complicaciones. Con el paso del tiempo, la menopausia comienza a asomarse, a menudo sin que estemos preparadas. Esta etapa trae consigo periodos irregulares, cambios de humor más intensos y síntomas que, por desgracia, son a menudo minimizados.
Este es un tema en el que las mujeres deberíamos unirnos para comprendernos y apoyarnos mutuamente. Sin embargo, resulta lamentable que, al experimentar el más mínimo cambio en nuestro aspecto físico, seamos las primeras en juzgarnos mutuamente. La crítica hacia el aumento de peso, las manchas en la piel o incluso el acné, en lugar de mostrarnos sensibilidad y apoyo, se convierte en la norma. ¿Por qué debemos cargar con el peso de la perfección? Nuestros cambios son parte de nuestra naturaleza; deberíamos aceptarlos y visibilizarlos más. Quizás así dejaremos de ser vistas como “locas”. Las mujeres somos fuertes, resilientes y profundamente emocionales. Cada día me sorprendo de nuestra capacidad para sobrellevar enfermedades, dolores y situaciones difíciles, y seguir de pie para atender a nuestras familias.
El autocuidado se convierte en una necesidad fundamental. Aprendamos la importancia de escuchar a nuestro cuerpo y de prestar atención a lo que nos dice. La alimentación saludable, el ejercicio regular y el manejo del estrés se deben integrar plenamente en nuestra rutina diaria.
Hay momentos en que la rapidez de la vida, con sus exigencias laborales y familiares, se vuelve abrumadora. Recordar que nuestras hormonas influyen en cómo respondemos a estas presiones es esencial, abracemos nuestra naturaleza y seamos más amables con nosotras mismas.

Ángeles Gómez
Fundadora en 2014 de Ángeles Voluntarios Jrz A.C. dedicada al desarrollo de habilidades para la vida en la niñez y juventud del sur oriente de la ciudad. Impulsora del Movimiento Afromexicano, promoviendo la visibilización y sensibilización sobre la historia y los derechos de las personas afrodescendientes en Juárez.