Imaginen una pieza de Lego, roja y bonita, que se encontraba en un recipiente de plástico, grande e igualmente bonito.
Ese recipiente fue el regalo de navidad, o de cumpleaños, o de premio, a un niño que se llamaba —no sé— Juanito, o Pedrito, o Rubencito —da igual.
Pues bien, este niño soñaba con ser —digamos— astronauta, o constructor, o mecánico. Estaba tan entusiasmado por abrir el recipiente grande y bonito, que prácticamente despedazó la tapa y algunas piezas de Lego salieron disparadas por la habitación. Entre ellas, la pieza roja y bonita, junto a otra azul y brillante; y otra verde no tan bonita —odio el color verde—; todas piezas hermanas de las demás que sí se quedaron dentro del recipiente de Juanito, o Pedrito, o Rubencito.
La azul quedó dentro del zapato del papá del niño, así que fue fácil encontrarla al día siguiente cuando el señor que era —supongamos— doctor, o maestro, o abogado, se arreglaba para ir al trabajo.
La verde —la odiosa verde— tuvo la maravillosa suerte de quedar sobre la mesa de juegos favorita de Juanito, o Pedrito, o Rubencito. Entonces, al día siguiente del incidente, cuando el mocoso caprichoso fue a colorear, o a escribir una carta, o a armar una batalla con sus soldados de plomo, en ese instante, la encontró y pensó que esa horrible pieza era de la suerte. Y la llevó consigo hasta el final de sus días.
Finalmente, la pieza roja y bonita, similar a la verde, pero de un color menos vomitivo, salió por la ventana que se encontraba abierta al momento del escape; el perro, que era un pitbull, o un San Bernardo, o un pastor alemán, la tomó con el hocico y la deformó un poco con los dientes; después, la enterró en el jardín de la casa.
Muchos años más tarde, cuando Juanito, o Pedrito, o Rubencito, ya era un doctor, o un maestro, o un abogado, como su papá, heredó la casa de éste, luego de que el señor muriera de enfisema pulmonar, o de una afección cardiaca, o de cáncer de próstata.
Tras ese acontecimiento tan desagradable decidió regresar a esa casa y vivir en ella con su esposa y su hijo, que se llamaba Martín, o Antonio, o Luis. Pero el complejo quedaba muy pequeño para los gustos de su mujer, que se llamaba María, o Cecilia, o Azucena.
Entonces, Juanito, o Pedrito, o Rubencito; qué ahora se hacía llamar Juan, o Pedro, o Rubén; decidió mandar fincar una habitación extra, ¿dónde creen? ¡Sí! en el patio donde se encontraba la pieza roja y bonita enterrada por el pitbull, o San Bernardo, o pastor alemán.
Al empezar a limpiar y quitar la hierba mala, Juanito… perdón… Juan, o Pedro, o Rubén, encontró algo que brillaba en el suelo y le recordó su juego de Lego, ése que tanto disfrutó y que fue vendido con todas las piezas —menos la estúpida pieza verde, que tenía como amuleto— en una venta de garaje.
Ahí estaba, la pieza roja y bonita; ya algo despintada y desfigurada, pero linda aún.
Juan, o Pedro, o Rubén, la encontró hermosa, pero como ya no le encontró un uso, se la dio al pequeño Martín, o Antonio, o Luis. Este último la tomó en sus manos, como si fuera cualquier objeto estúpido —como la pieza verde, por ejemplo— y la puso en la caja junto con los demás juguetes.
En una de ésas quiso embonarla con su nuevo juego de Lego, pero ¿qué creen?, debido a que ya estaba tan deforme, lastimada y, por si fuera poco, descontinuada, nunca encajó con ninguna otra pieza. La pobrecita lloró mucho, al tiempo que se preguntaba cuál sería su suerte entonces.
¿Se lo imaginaron? Bueno, algo así me pasa a mí hoy. Hoy me siento como aquella pieza roja y bonita, pero deforme, lastimada y descontinuada.
Hoy podría sentirme, digamos, sola, o triste, o enojada; hoy podría ser viernes, o lunes, o miércoles. Hoy cualquier opción conllevaría al mismo destino y la misma desesperación. No llega el olvido.
Originalmente publicado en MéxicoKafkiano.com
Karen Cano
Escritora, feminista y periodista de Ciudad Juárez, sobreviviente de la guerra contra el narco, egresada de la Universidad Autónoma de Chihuahua, reportera desde el 2009; ha trabajado para distintos medios de comunicación y su trabajo literario ha sido publicado en Ecuador, en Perú y en distintas partes de México.