Originalmente publicado el 27 de junio de 2017
La sociedad pulula en el desorden dominado por los instintos que devoran, insaciablemente, al hombre. La Instituciones creadas para custodiar los valores y principios universales, en protección del individuo, han muerto: resta sepultar sus cadáveres.
Ante las fraudulentas herramientas que las Instituciones Sociales han dispuesto en favor del individuo, es imperioso que éste retorne y conozca las facultades o herramientas que la naturaleza le dotó y, de esta manera esté en condiciones de conocer y determinar la solidez y la falsedad de lo construido por la sociedad a través de los siglos, con el objetivo de conservar los primero y destruir lo segundo.
El individuo está profundamente confundido para poder determinar la firmeza de lo construido con arquetipos y la debilidad de lo edificado con los paradigmas. Sin embargo, las características son claras y simples.
El arquetipo es lo ideal, es el deber ser; con capacidad descomunal para generar fundada y constantemente ideas, objetos, conceptos, símbolos, entre otros. Orienta conductas y pensamientos, con base en el principio de que todo se conduce inevitablemente a lo ideal y al deber ser.
Al activarse el pensamiento de un individuo se estimula y engrana con el pensamiento universal que instaura el orden, esto es el arquetipo. No es sinónimo de idea, es el desenvolvimiento de ésta, es decir, es una ampliación.
El pensamiento de la Grecia antigua consideraba que la mayor certeza se encontraba en la mayor abstracción. Es decir, la idea está más cerca a la verdad cuanto más se aleja de los hechos. También, estimaba, que la ciencia es lo universal y, que el progreso, fundado en la dialéctica, es la base del orden.
En cambio. Un paradigma es un modelo, sin fundamento, conformado por la costumbre, las creencias, los usos; que conforman una norma hasta que es derogada por otro paradigma. La complejidad radica en que los paradigmas actúan conectados con varios paradigmas.
Cuando se crea un paradigma científico, religioso o político se le considera como una verdad inmutable. Estancándose, por este motivo, el progreso. El paradigma tiene la vigorosa capacidad de determinar la percepción de la realidad, en consecuencia, no existe una percepción confiable, verdadera, objetiva, de los fenómenos.
Al contrario, la percepción está corrompida y viciada por el paradigma que domina al individuo. Manipulándolo y definiéndolo. Delimitando la circunferencia de las percepciones que, criminalmente, discrimina a otras opciones y, falsamente se cree que es la verdad absoluta.
Los hombres hábiles y poderosos tienen cimentados sus intereses egoístas en paradigmas. Para conservar la vigencia crean soportes solidos u otros paradigmas que sostengan al primer paradigma.
La poderosa fuerza de la costumbre convence al individuo de la obligatoriedad de observar el paradigma ya establecido e impuesto generalmente por la sociedad o el individuo. Sembrando en el individuo la satisfacción del supuesto deber cumplido. Los paradigmas son dogmas y en consecuencia impiden iniciar el camino de otras posibilidades.
Únicamente la inquietud individual puede conducir a determinar la raquítica construcción de la sociedad fundada en la superficialidad de las creencias y de las costumbres, que sustentan la falsedad y el engaño de los paradigmas, como sistemas sociales que sirven de instrumento de dominio, de los hombres hábiles y poderosos, para conservar la protección de sus intereses egoístas.
Complejo que el individuo, sometido voluntariamente al encanto de los paradigmas, impulse su voluntad a conocer los arquetipos que cimientan con firmeza la estructura social dominada por los paradigmas y así, conocer los principios y valores elementales que tienen la fuerza suficiente para generar más principios y más valores fundados en la verdad y certeza y, en consecuencia sustituyan a los paradigmas existentes, fortaleciendo ese débil andamio social.
A manera de conclusión: El enorme vigor de los paradigmas y la nula actividad en los arquetipos se refleja en la debilidad y confusión de la sociedad.
En la actualidad el individuo está cautivo por los paradigmas que hunden sus raíces en el pasado, legitimando la supuesta certeza en el paso del tiempo. Lamentable es nula la intención en el individuo, de buscar en los arquetipos, los ideales y deberes principales y fundamentales, que generen y den sustento a los deberes e ideales, extensivos, que formen y sostengan la firmeza de la estructura social.
Es cuanto ¡un abrazo fraterno!
Guillermo Chávez
Abogado. Filósofo. Columnista.
Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
Descansa en Paz.
Hasta pronto querido amigo.