En los días recientes, la tormenta de críticas hacia el gobierno federal y el presidente ha sido tan feroz como el huracán Otis que azotó Acapulco. Según algunos sectores y medios, la administración fue indolente y desorganizada, no alertando a tiempo a la comunidad sobre el peligro inminente. Sin embargo, una revisión de los datos desmiente esta narrativa, mostrando un fenómeno meteorológico atípico que desafió todas las previsiones.
El huracán Otis se intensificó de tormenta tropical a huracán categoría 5 en solo 12 horas, un ritmo insólito que dejó poco margen para una respuesta anticipada. Los sistemas meteorológicos, tanto nacionales como internacionales, fueron tomados por sorpresa, incapaces de prever la intensidad de Otis hasta que fue demasiado tarde.
La rapidez con que Otis ganó fuerza es un testimonio de la naturaleza cambiante y, a menudo, impredecible de los fenómenos meteorológicos en una era de cambio climático. Los expertos se encuentran investigando la relación entre la intensificación de Otis y las condiciones atmosféricas prevalecientes, en busca de respuestas que puedan ayudar a prevenir futuras tragedias.
Las críticas hacia el gobierno y el presidente, aunque comprensibles dada la magnitud de la devastación, pasan por alto la complejidad inherente en la predicción y gestión de desastres naturales. Otis no fue un evento predecible, y su rápida intensificación sorprendió incluso a los meteorólogos más experimentados.
Aunque la responsabilidad gubernamental es un tema válido de discusión, el enfoque debería estar en cómo mejorar los sistemas de alerta y respuesta ante desastres, en lugar de caer en la trampa dolosa de la asignación de culpa retrospectiva. La infodemia y las noticias falsas solo sirven para desviar la atención de los esfuerzos de recuperación y preparación para futuros desafíos meteorológicos.
La comunicación efectiva y oportuna entre las autoridades y la comunidad es crucial en momentos de crisis. Sin embargo, en el caso de Otis, el margen para una alerta temprana fue excepcionalmente estrecho. Esto destaca la necesidad de invertir en tecnología y en investigación meteorológica para mejorar la capacidad de previsión y respuesta, para un nuevo nivel de fenómenos meteorológicos de rápida evolución.
También es importante ver hacia otras fuentes argumentativas que buscan explicar el fenómeno de Acapulco y la inusual Borrasca Ciarán que azotó Europa apenas unos días después.
Algo esta pasando, eso es innegable, algunos se apresuran a culpar al cambio climático, mientras otros más suspicaces especulan si el proyecto HAARP, tiene algo que ver con el cambio climático y estos fenómenos en particular o quizá su contra parte rusa SURA.
Regresando al tema, es esencial que la discusión pública se base en datos y hechos concretos, y no en la propagación de desinformación que solo sirve para polarizar aún más en un momento en que la unidad y la cooperación son vitales. Desmitificar las acusaciones infundadas y proporcionar una narrativa basada en evidencia es un paso hacia la construcción de una sociedad más informada y resiliente.
Lamentablemente, la rapiña existe. Los robos, la mala voluntad y el oportunismo de los propios afectados, se puede entender la desesperación ante tal devastación.
La colaboración entre el gobierno, la comunidad científica y los ciudadanos es clave para enfrentar los desafíos que presenta el cambio climático y sus manifestaciones extremas. Otis es un recordatorio severo de la urgencia de esta tarea.
La tragedia en Acapulco es un llamado serio a la reflexión sobre cómo podemos mejorar la preparación y la respuesta ante eventos meteorológicos extremos. Más que buscar culpables, el objetivo debería ser aprender de estos eventos, mejorar la coordinación y la comunicación, y trabajar juntos para construir una sociedad más segura y preparada.
La desinformación y las acusaciones infundadas no contribuyen a estos objetivos. Por el contrario, solo sirven para sembrar discordia y desconfianza en un momento en que la solidaridad y la cooperación son más necesarias que nunca.
David Gamboa
Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.