En comunicados anteriores he hablado de la importancia de las patentes, los países y empresas que más las generan. Una patente es un derecho exclusivo que concede un país para la protección de una invención, la que proporciona derechos exclusivos que permitirán utilizar y explotar su invención e impedir que terceros la utilicen sin su consentimiento. Si se opta por no explotar la patente, puede venderse o ceder los derechos a otra empresa para que la comercialice bajo licencia. Lo anterior indica que una patente es territorial y que tiene validez solamente en el país que la otorga.
Sin embargo, son los centros de investigación y grandes empresas tecnológicas las que generan la mayoría de las patentes y esa protección de derechos la obtienen por un periodo de 10 e incluso 20 años, misma que para generarse pasan tal vez dos años o más de investigación. Esa patente es un certificado que indica que es una idea propia del inventor, pero es posible que en esos 20 años no se aplique o solucione un problema social.
La generación de patentes es un proceso muy difícil para ingenieros e investigadores que no pertenecen a centros de investigación. Por ejemplo, en el nuestro entorno de Ciudad Juárez (México), donde se tienen más de 300 empresas registradas ante la IMMEX, las condiciones de trabajo de muchos ingenieros e investigadores es diferente a la de personal que se encuentra en un laboratorio. En primer lugar, las empresas son privadas y todo el conocimiento que se genera es para beneficio de éstas y no para el investigador (incluyendo las patentes, diseños industriales y modelos de utilidad). Segundo, las soluciones a los problemas que enfrenta la industria regional deben darse rápidamente, no se puede esperar dos años para investigar el problema y regresar con una solución, tal como ocurre con problemas de otras áreas.
La poca productividad de los investigadores regionales en relación con patentes, modelos de utilidad y diseños industriales, hacia que en las evaluaciones del desempeño ante el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) fuera bajo. Afortunadamente, han existido cambios en el SNI y el nuevo reglamento permite presentar informes técnicos a los investigadores, en los que se reporte cómo estos han modificado los sistemas productivos en empresas y cómo han podido mejorar los índices de eficiencia y calidad de estos.
Francamente, este tipo de cambios en el SNI me agrada, ya que desde mi particular punto de vista, una patente es solamente un título que indica la propiedad de la idea, pero que tal vez no solucione un problema a nadie. En cambio, un informe técnico se refiere a la implementación y ejecución de una idea que ya resolvió el problema operativo a una empresa y por ello creo que debe tener igual validez.
Además, el proceso para obtener una patente es sumamente lento (al menos en nuestro país), algunas veces se deben esperar 5 años para que se dé la concesión. Entonces, la pregunta es ¿puede una empresa esperar cinco años para implementar la solución a sus problemas? Sin duda la respuesta es un rotundo NO. En cinco años los procesos productivos y las tecnologías cambian, y es probable que ese problema ya no exista o que las condiciones sean diferentes.
Para ilustrar el beneficio de los informes técnicos, voy a usar el siguiente caso. Recientemente observé durante un proceso de evaluación en la que un investigador presentaba el diseño de un respirador que había sido usado por varios hospitales, mismos que acreditaban su eficacia durante la pandemia por COVID. Lamentablemente, no presentaba la patente de este diseño, pues se encontraba en trámite y debía esperar otros tres años como mínimo. La pregunta que debe hacerse es si debe reconocerse ese informe técnico con la misma validez que una patente. Recuerden que es posible que la patente nunca sea explotada y no resuelva un problema a nadie, pero en el informe técnico del investigador se indicaba que ha sido usado en 10,000 pacientes, aunque no tenga la patente.
En mi opinión, este tipo de informes técnicos deben tener la misma validez que las patentes, ya que son aplicaciones prácticas que resuelven un problema y han demostrado ser eficaces después de su implementación, salvando vidas y con un alto impacto social. Me complace que el SNI en sus nuevos reglamentos permite este tipo de documentos, ya que los ingenieros e investigadores regionales trabajamos con empresas, donde se firma un contrato de confidencialidad y que solamente es suficiente que se diga que ha sido implementado y que los resultados son favorables.
Sin embargo, también me quedo con muchas interrogantes. Estos informes técnicos surgen para resolver un problema asociado a la lentitud en el proceso para otorgar una patente, entonces, ¿no será también necesario agilizar esos trámites burocráticos?
Jorge Luis García Alcaraz
Ingeniero Industrial y Maestro en Ciencias de la Ingeniería Industrial conDoctorados en Ingeniería Industrial; Ingeniería, Diseño de Producto y Procesos Industriales; Ciencias y Tecnología Industrial; Ingeniería Mecánica por la Universidad de Zaragoza (España) y Postdoctorado en Procesos de Manufactura.
Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores en el Nivel III e investiga el modelado de sistemas de producción. Recibió el premio estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación 2015.
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