A veces, me sorprende la capacidad que tenemos como humanos para sabotearnos y engañarnos a nosotros mismos. En ocasiones, tenemos complicaciones económicas que vienen y van en cuestión de minutos y que nos dificultan encontrar nuestras prioridades. Por ejemplo, cuando restringimos nuestro presupuesto para adquirir frutas, verduras y granos para nuestro consumo, pero no escatimamos al momento de surtir nuestra dotación mensual del producto milagroso que promete fortalecernos.
En pocas palabras, para cumplir con el objetivo de nutrir nuestro cuerpo, elegimos la opción que -aunque nos cuesta varias veces más, los médicos no recomiendan y genera efectos secundarios graves – promete hacer lo mismo que haría un cambio en nuestra dieta.
¿Qué motiva esta decisión? ¿Flojera? ¿Fe? ¿Ignorancia? O simplemente, el hecho de que en ese momento era lo que parecía correcto.
Esta capacidad tan asombrosa de sabotearnos no es la única. Porque también somos expertos en ignorar los síntomas con los que nuestro cuerpo nos indica que hay que atenderlo y los bloqueamos por días, semanas o meses, haciendo uso de frases como “no tengo nada”, “no pasa nada”, “al rato me checo”.
Un diagnóstico tardío no puede tomarnos por sorpresa o molestarnos cuando decidimos bloquear las señales que nuestro cuerpo nos daba.
Y de nuevo, ¿qué motiva nuestro actuar? ¿la situación económica? O el simple hecho de que nuestra salud no era nuestra prioridad en ese momento.
Las razones económicas, familiares o laborales suelen activar -y pareciera que, justificar- nuestra capacidad de engañarnos y sabotearnos; llevándonos a tomar decisiones que, en el momento, pueden parecer las correctas, pero que a la larga terminan teniendo un impacto negativo.
Lamentablemente, nuestra salud -física y emocional- suele ser lo que más se daña con esta capacidad de bloqueo y sabotaje. Pongamos en orden nuestras prioridades y estaremos seguros de que las decisiones que tomemos serán para nuestro beneficio.
Lourdes Tejada
Titulada en Diseño gráfico y pasante de la Maestría en Acción Pública y Desarrollo Social. En su experiencia destaca el ser co-fundadora de una asociación civil y ser miembro fundador de una red de agrupaciones juveniles. Ganadora del Premio Nacional UVM por el Desarrollo Social, cuenta además con el Premio Estatal de la Juventud, el Reconocimiento a Mujer del Año de Ciudad Juárez y la mención de Mujer Líder de México.