Después del arribo de Benito Juárez en Paso del Norte en el bienio 1865-1866, un grupo de paseños tomaron la iniciativa de establecer una empresa de diligencias entre Paso del Norte y Chihuahua, que fueron Jesús Escobar Armendáriz, padre de los hermanos Rómulo y Numa Escobar; y Espiridión Provencio, masón que perteneció a la Logia Churruca.
En aquellos años de 1860 el camino hacia Chihuahua constaba de ocho días y era peligroso, ya que frente a la Sierra de la Candelaria y el gallego, también conocido como Aduana de Cojillín; era donde los apaches más atacaban, sobre todo el indio Victorio en la Candelaria. Por ello quien fuera a ser conductor de diligencias tenía que ser un hombre cabal y resuelto ante toda circunstancia. De acuerdo a las memorias de Rómulo Escobar, hubo tres cocheros afamados: un negro que trabajo en los primeros tiempos y se desconoce su nombre; y dos hermanos que fueron José y Jesús Uranga, mejor conocidos como Los Hermanos Uranga.
Sabemos que de ellos se contaban muchas anécdotas e historias sobre la astucia de la que se valían, cambiando de ruta o caminando de noche para adelantárseles a los apaches y evadir el peligro. Ganándose con ello la admiración y respeto de los infantes paseños quienes siempre les vieron con simpatía. Algunas de las crónicas que han llegado a nuestros días sobre los Hermanos Uranga es que “al divisarse el camino de polvadera que venía haciendo el coche que manejaban, la gente salía de sus casas para verlos llegar “las mulas sudadas y trabajadas, los pasajeros empolvados y con caras de dicha y en el pescante el cochero y el sota, símbolos de valor y de la habilidad que habían traído a los viajeros a feliz término. Todo era alegría entre los tripulantes y lo mismo sucedía entre la gente que se acercaba a recibirlos y a saludarlos.”
El servicio de la Línea de Diligencias de Paso del Norte dejó de funcionar cuando en 1881 llegó el Ferrocarril Central Mexicano, sin embargo; es una pena que muchas de estas crónicas que ahora son historia se perdieron en el transcurso del tiempo. Pero lo poco que hay nos da una idea de cómo era aquel Paso del Norte, al estilo del Viejo Oeste y como es que podemos hacer algunas comparaciones del estilo de vida regional del actual sur de Estados Unidos y norte de México. Así mismo con los edificios locales. Cruzar a El Paso, Texas por el puente Santa Fe y caminar por la calle de El Paso, es ver esa reminiscencia al viejo oeste pero también de su proceso urbano de inicios del siglo XX.
Desafortunadamente en el casco antiguo de la ciudad contamos con muy pocos edificios de aquellas épocas y mucho tiene que ver con el desinterés de las autoridades municipales por preservar y derribar todo lo que se vea “viejo” y por los locales al rechazar el conocimiento histórico de su ciudad.

Marduk Silva
Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Profesor en Preparatoria Lobos de la Universidad de Durango Campus Juárez y en la Escuela Preparatoria Luis Urias.
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