En un estado en el que la violencia sistemática contra las mujeres es una constante, la cara más dura de la indiferencia autoritaria ha recibido este 8M a las personas manifestantes quienes, lejos de encontrar una vía para el diálogo y un oído para exponer sus peticiones y consignas, se topan con muros de acero.
Que la primera gobernadora en la historia del estado de Chihuahua haya preferido invertir $40 millones de pesos en la compra de vallas, quizá sea una buena estrategia para hacer que ella escuche menos las consignas que año con año gritan las víctimas; sin embargo, se necesita mucho más esfuerzo para callar sus voces. Y nada más lejos que entender el esfuerzo como referente de enfrentamiento, todo lo contrario: se requiere determinación y voluntad, a la par de la reorientación de recursos no solo materiales sino humanos, para aumentar la seguridad y disminuir la estadística de violencia en contra de las mujeres.
Quizá ya de por sí, el haber invertido en muros en vez de puentes sea desafortunado, poniendo la cifra en perspectiva, tenemos que, por ejemplo, lejos de los $40 millones de pesos de las vallas -que, aunque se diga tendrán más usos, lo cierto es que el primer avistamiento de las mismas se dio en el 8M- hay instancias como los Centros de Justicia para las Mujeres que cuentan con un presupuesto ANUAL de $26 millones de pesos. Es más, a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas se le ha asignado para su operación de todo este 2024, $43 millones de pesos.
Igual de lamentable que el presupuesto, es la narrativa del segundo a bordo de la gobernadora: desestimar temas que, a consideración al parecer de más de una persona de la administración estatal, les son incómodos diciendo que no son temas importantes o que no son temas para hacer ruido. Tiene razón en una cosa: no se deben politizar estos temas, por lo que quizá deberíamos darles voz a las víctimas… si tan solo tuvieran voluntad de escucharlas.
Poco se aligeró el ambiente de ese día al emitir la gobernadora un mensaje dirigido a quienes marchan en paz, como tratando de descartar a quienes se salen del orden, en el que hace referencia a que, si ella fuera niña o adolescente, marcharía… pero como ya pasó esa época, pues mejor no; sin embargo, hemos de decir que nunca es tarde para hacer justicia, y quizá no tenga que salir a las calles, pero sí hacer desde su trinchera lo que le corresponde.
Más allá de cualquier discurso, aquí las historias que deben ser protagonistas no son las que, desde nuestros espacios podemos narrar, sino las de las y los familiares de aquellas mujeres víctimas, sobrevivientes, así como las que nos comparten las familias de quienes ya no están; no perdamos de vista las circunstancias que hacen a hombres y mujeres tomar las calles con impotencia: en su momento Marisela Escobedo, el Sr. José Luis Castillo quien representa a Esmeralda, las colectivas, las madres buscadoras, todas ellas comparten algo: una lucha, que independientemente de las formas, es legítima, es justa y al final debe ser un recordatorio por garantizar a las mujeres, una vida libre de violencia.
Benjamín Carrera Chávez
Doctor en Problemas Económicos por Universidad Autónoma Chapingo.
Actualmente Diputado Local por el 5to Distrito de Chihuahua, Profesor-investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración de la UACJ y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT, Nivel 1.
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