Originalmente publicado el 4 de Abril de 2017
El desarrollo tecnológico sustituye a la felicidad del individuo como objetivo de la sociedad; el hombre fortalece constantemente ese progreso material, debilitando continuamente el interés de la sociedad en él mismo. Por eso, los grandes y graves problemas sociales tienen su fuente en el propio individuo; en consecuencia, únicamente él es el poseedor de la solución.
Los grandes pensadores de la historia coinciden en la formación de la sociedad para un individuo con un interés profundo en practicar los valores universales: justicia, respeto, fraternidad, libertad, entre otros. Con un solo anhelo: alcanzar la felicidad. La inexacta apreciación de estos enormes hombres la confirma la propia evolución de la humanidad, al señalar abundantes ejemplos de la descomposición recíproca entre el individuo y la sociedad.
Profundicemos. El hombre al nacer tiene una individualidad, no existe un individuo exactamente igual, es único: La naturaleza le ha dado facultades físicas únicas y propias; sus sentimientos son especiales; su grado de inteligencia es exclusivo; entre otras variadas características. La esencia del individuo, lo que es él en sí, es pura; solo comprende los elementos que la naturaleza le facilitó.
Posee en común, con sus semejantes, valores universales como: la justicia, la libertad, la equidad, el bien común y muchos más.
En estas condiciones, el individuo inicia el contacto social con otros individuos y la formación de su personalidad: adquiere hábitos y costumbres, en un entorno material, que no le pertenecen; pero son necesarios para su justa adaptación a la sociedad. Constante y continuamente el individuo incrementa su personalidad con la intensidad del grado de socialización; esto es el ego: lo que el individuo no es. No olvidemos, que una máscara es el símbolo de la personalidad.
Es muy importante puntualizar que, hoy en día el ego del individuo se refleja en la satisfacción, a través de la tecnología comercial, de las necesidades materiales que la sociedad le ha creado de manera artificial. En el entendido que esa tecnología comercial no es la aplicación rigurosa de la ciencia.
Continuemos. El hombre contemporáneo, en complicidad con la sociedad, ha asesinado a la esencia del individuo, ha eliminado lo que el individuo es; sustituyendo a la esencia por el ego. El individuo está formado de un alto porcentaje de esa falsa personalidad que no le pertenece: el ego. Su esencia, raquítica y débil agoniza en el olvido ante el poderoso crecimiento del ego.
Por lo tanto, la relación del individuo con la sociedad está fundada en el ego. La sociedad le crea una necesidad falsa que satisface con el consumo de bienes que produce la misma sociedad.
De este modo. La sociedad nutre al individuo de la necesidad de tecnología comercial y a la vez el individuo consume sin control esa tecnología. Aquí lo interesante, por su gravedad, reside en que el individuo es dominado por esa falsa personalidad o sea por el ego; por ende, el individuo devora los productos de la tecnología comercial para satisfacer el hambre de su ego.
Los grandes problemas sociales son los mismos que los problemas del individuo; su germen es el ego.
Equivocadamente, los individuos exigen a la sociedad la solución a sus problemas con fundamento en los valores universales que fortalecen la naturaleza esencial de cada persona; los individuos lo que han impulsado y fortalecido es el desarrollo tecnológico, el alto consumo de sus productos que satisface los requerimientos del ego.
La petición o demanda de los individuos a la sociedad en la satisfacción de sus conflictos, debe hacerse precisamente en esos términos: el desarrollo tecnológico impulsado por el ego es el medio adecuado para dar solución a los problemas sociales; y no los valores universales y naturaleza del individuo que han sido olvidados y sometidos por el poderoso ego a través del desarrollo tecnológico.

Guillermo Chávez
Abogado. Filósofo. Columnista.
Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
Descansa en Paz.
Hasta pronto querido amigo.