Recientemente celebramos el Día de las Madres, y es maravilloso ver las calles adornadas con rosas y detalles que conmemoran esta festividad. Las familias suelen reunirse, y muchos hijos que viven lejos viajan para compartir este día tan significativo con sus madres. La madre, ese símbolo tan fundamental en la vida de cada ser humano, merece ser honrada y celebrada con amor y gratitud.

Según Erik Erikson, autor de la teoría psicosocial, atravesamos al menos ocho etapas a lo largo de la vida. Cada una de estas etapas puede representar una oportunidad de crecimiento y la adquisición de una virtud, o puede resultar en estancamiento y la manifestación de una debilidad. La primera etapa es crucial, ya que en ella se adquiere la virtud de la esperanza y la fe, la capacidad de creer que es posible lograr cosas y de actuar en consecuencia. Por el contrario, si esta etapa no se maneja adecuadamente, el individuo desarrollará desconfianza.

¿Cómo ocurre esto? Por ejemplo, cuando un bebé llora porque tiene hambre, sed o sueño, si alguien responde a su llamado y satisface sus necesidades, el bebé desarrollará la esperanza de sobrevivir. Sin embargo, si sus necesidades no son atendidas, el bebé desarrollará desconfianza y estrés por su supervivencia. Esto subraya la importancia del tipo de madres que somos y que tenemos, ya que su atención y cuidado son fundamentales en el desarrollo saludable de la confianza y la esperanza en el individuo.

Durante mis consultas, atiendo una multitud de casos relacionados con las madres. Aunque muchos de estos casos culminan en finales felices, no todas las historias son dignas de admiración. Por eso, quiero destacar el tema de aquellos que no tienen una madre a quien festejar. Pienso en la niña de seis años que era prostituida por su madre para conseguir cristal, en la madre que permite que su pareja abuse de sus hijos a cambio de estabilidad económica, o en la madre que, sin importar la autoestima de sus hijos, los golpea solo para descargar su enojo.

Estas historias nos recuerdan que no todas las madres brindan el amor y la protección que sus hijos merecen. Es fundamental reconocer estas realidades y trabajar hacia un futuro en el que cada niño pueda celebrar a una madre que realmente lo ame y lo cuide.

Insto a las madres a ser de esas que construyen con sus palabras y que edifican con sus actos de amor, que aún desde la invisibilidad crean hombres y mujeres capaces de influir para bien en nuestra sociedad. ¡Feliz día de las Madres! ¡Nos vemos en Terapia!

Lucía Barrios

Psicoterapeuta, fundadora de CEFAMPI y autora. Experta en terapia breve, violencia de género y derechos humanos. Conferencista y docente en UACJ, ha liderado proyectos significativos sobre psicología y desarrollo humano.