Este 5 de noviembre los ciudadanos estadounidenses podrán elegir entre la actual vicepresidenta Kamala Harris y el ex presidente Donald J. Trump para ocupar el lugar que dejará Joe Biden. Aunque de pronóstico reservado, el trumpismo ha logrado mantenerse y a punto está de regresar al gobierno federal norteamericano.
Hace unos meses la victoria de Trump estaba, como decimos los mexicanos, “cantada”, así lo marcaban la mayoría de las encuestas y era más que perceptible hacia el exterior luego de aquel debate televisado donde Joe Biden se mostró desubicado y poco apto para el principal puesto político de los Estados Unidos de América.
El extraño atentado donde el magnate neoyorkino salió casi ileso, pero donde a la vez salvó la vida por milímetros, precipitó el abandono de la búsqueda de la reelección por parte del presidente Biden.
Es así que la nomenklatura del Partido Demócrata comenzó a cerrar filas con la vicepresidenta Harris, aunque la mejor posicionada para asegurar el desbarranque de Trump para muchos era la ex primera dama Michelle Obama.
Finalmente y luego de un breve tiempo, los Obama también cerraron filas con la número dos de la Casa Blanca. El establishment de los grandes medios de comunicación y de opinión de la súper potencia norteamericana dieron un amplio impulso a la nueva candidata presidencial demócrata.
Es así que de acuerdo a varios sondeos Harris llegó a superar a Trump en la intención de voto. Se nota un esfuerzo bastante aceitado para impedir el regreso del popular presentador de the apprentice a Pennsylvania Avenue.
Esfuerzo que sin embargo no pudo descarrilar al candidato republicano. Trump ha recuperado el equilibrio y según las últimas mediciones, el país de las barras y las estrellas se apresta a ir a unas competidas elecciones presidenciales, aún más que las inmediatamente anteriores.
Es altamente probable un triunfo del Partido Republicano si nos atenemos al comportamiento del “voto oculto” que favoreció a Trump en el año 2016 y a que la candidata demócrata, a diferencia del moderado Biden, se percibe mucho más cercana a las causas de la “izquierda liberal”.
El empresario neoyorkino ha construido una fuerte base de apoyo bajo el slogan Make America Great Again, síntesis de una emotiva propuesta política, económica y social entre cuyos ingredientes está el nacionalismo, la nostalgia por los años de bonanza, el conservadurismo, el proteccionismo económico, el flujo financiero en las billeteras, la ética protestante, algunas teorías de conspiración y la retórica beligerante ante las presuntas amenazas al estilo de vida americano que millones de estadounidenses creen que debe preservarse.
Donald J. Trump ha apuntado a China y a la inmigración ilegal como amenazas externas a su nación, pero también su movimiento identifica a la “izquierda liberal” cuasi comunista representada en movimientos deliberadamente bien financiados como Antifa, Black Lives Matters, el activismo woke, DSA y a las élites políticas y grupos de interés refugiados en el Partido Demócrata como quienes en la práctica estarían carcomiendo a su Nación desde dentro.
Se le acusa al ex presidente republicano de racista y xenófobo, lo es en sus discursos y arengas para los oídos sensibles, en el gobierno lo fue tanto o hasta menos que los demás presidentes si hablamos de deportaciones realizadas y la situación actual en la migración hacia los Estados Unidos está lejos de estar bajo control.
No es tan difícil entender la lógica del ciudadano estadounidense que votará por Trump, finalmente este candidato es un exitoso hombre de negocios al que le estorbaría dedicarse a la Política, sin duda pudo haber negociado su retiro para seguir acrecentando su fortuna si esa fuera su intención.
Al final de cuentas ¿quién no desea volver a tiempos pasados que fueron mejores?, ¿quién quiere que sus impuestos terminen financiando guerras del otro lado del mundo?, ¿quién consiente la vulneración de sus fronteras por parte de extranjeros?, ¿es reprobable defender los valores y el sentido histórico de un país?.
Afortunadamente corresponde a los estadounidenses hacer grande de nuevo a su país, ellos decidirán. Your problem.
“No hay como tú, Yahvé; tú eres grande, ¡y grande es tu Nombre poderoso!”
(Jeremías 10:6)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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