En las recientes semanas se ha hablado ad nauseam de las famosas marchas del 13 y 27 de noviembre. La primera, representa la respuesta eminentemente ciudadana a la nefasta iniciativa presidencial para, literalmente, destruir al Instituto Nacional Electoral (INE); la segunda representa la respuesta presidencial a la primera marcha, realizada a través de un uso descarado de la fuerza económica y política del gobierno para alabar al presidente. Es decir, el uso descarado e ilegal de los fondos públicos para realizar un acto de gobierno no programado ni presupuestado, y para ejercer una presión ilegal a los burócratas y otras personas capturadas por el gobierno, literalmente, extorsionándolos para acudir a la contramarcha.
No dudamos que hayan acudido a la contramarcha innumerables personas por voluntad propia. Pero de lo que sí estoy seguro, es que fueron la mayoría de los asistentes presionados, ya sea para no ser sujetos a represalias como la pérdida de sus empleos o de sus beneficios de algún programa social. Lo que sí es muy claro, es que, a la marcha del 13 de diciembre, todo el mundo acudió de motu propio.
A lo que voy con esta comparación de marchas es a contrastar lo que claramente aparece ahora que sucede en el país; existen aún dos Méxicos, uno que le queda fe en la buena fe del presidente de la República y otro que ya no le cree nada. Es decir, le ha perdido la fe.
Nuestro primer mandatario realmente hizo una gran campaña dando esperanza a la gente de que:
- Se combatiría a la corrupción.
- Se eliminarían los privilegios de la llamada “mafia del poder”.
- Se aplicaría la ley de forma pareja a todos.
- Se respetaría el Estado de Derecho.
- Se trabajaría arduamente para eliminar la brecha de la desigualdad.
- Resolvería el problema de la inseguridad.
- Se fortalecería la democracia, eliminando la compra de votos y traficar con la pobreza de la gente.
- No se endeudaría al país.
- Se respetarían los contratos suscritos por los gobiernos anteriores.
- Se crearía una zona libre en la Frontera Norte de México.
- Se establecería un sistema para abastecer a la población de medicamentos gratuitos.
Como todos lo sabemos, nada de lo prometido por el presidente, según se describió arriba se cumplió.
Y lo que sí se cumplió fueron las acciones destructivas propuestas por el Ejecutivo, como (1) la famosa “austeridad republicana” que se convirtió en “franciscana”, que, literalmente, desmanteló la estructura burocrática productiva del Estado, para ahora hacer sufrie al ciudadano y a la parte productiva de la economía con pésimos servicios públicos, en los que hasta para pagar impuestos, registrándose en el Registro Federal de Contribuyentes, es una odisea, que tarda mucho tiempo y está muchas veces sujeta a cobro de mordidas, en un área en las que nunca las hubo. (2) La prohibición de las actividades de fracking para la explotación de hidrocarburos, que nos ha mantenido en niveles paupérrimos de producción. (3) La prohibición de la importación de transgénicos, que viola flagrantemente el T-MEC, que tendrá como consecuencias graves sanciones económicas y de represalias a las actividades de comercio exterior de México. (4) La construcción de obras inútiles con gastos billonarios de proyectos inviables, como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles y (5) La pérdida de competitividad del país, con la desaparición de múltiples oficinas de la Secretaría de Economía que daban servicio a nuestra industria exportadora, la cual ahora tiene que realizar todos sus trámites de forma centralizada en la Ciudad de México, tardándose hasta un año cuando antes se obtenían permisos y autorizaciones en solo días. Además de la desaparición de todas las oficinas de promoción económica y turística que teníamos en el extranjero.
Ahora el presidente, al ver amenazado el triunfo electoral de su partido en las elecciones del 2024, se ha empeñado en hacer todo lo posible por quitarle facultades al INE y por cambiar la estructura del Congreso de la Unión, para favorecer a su movimiento político que nada más pretende tener más control y poder para continuar con los privilegios en México de, en muchos casos, la misma mafia de poder, pero en otros, cambiar de mafiosos.
Por todo lo mencionado, los ciudadanos debemos de continuar enfocándonos en combatir a un gobierno que lo único que garantiza es tener más poder y continuar explotando a las clases más humildes del país.
Carlos Angulo Parra
Analista político. Abogado corporativo. Fue Diputado Federal en la LXII Legislatura del Congreso de la Unión.
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