La historia de Mexicana de Aviación, una de las aerolíneas más emblemáticas de México, parecía renacer con la promesa de la Cuarta Transformación. Sin embargo, a un año de su reactivación, la realidad es desalentadora. Este proyecto, que prometía recuperar la grandeza de una marca histórica, se ha convertido en un fracaso, plagado de malas decisiones, despilfarro y falsas esperanzas.
Con una inversión inicial de 5 mil millones de pesos, según datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el gobierno federal aseguró que Mexicana sería rentable y un símbolo del poder transformador de sus políticas. La realidad es distinta: la aerolínea opera con apenas dos aviones, de acuerdo con información de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), una cifra irrisoria frente a las ambiciosas expectativas. La cancelación de rutas clave como Tijuana, Cancún y Monterrey ha afectado a miles de pasajeros, y la operatividad de la empresa se ha reducido a niveles insostenibles.
El fracaso de Mexicana de Aviación se explica en parte por el trasfondo político y económico que lo acompaña. Desde un inicio, el proyecto estuvo marcado por la improvisación. No se realizó un análisis serio de viabilidad económica, ni se consideraron las recomendaciones de expertos en aeronáutica. En cambio, se optó por una narrativa triunfalista que ignoró la complejidad de un mercado altamente competitivo.
Además, la falta de transparencia en el manejo de los recursos es alarmante. ¿Cómo se justifica una inversión tan elevada sin resultados tangibles? Mientras tanto, la opacidad en el uso de fondos públicos genera dudas sobre la eficiencia y la honestidad en la gestión de este proyecto.
El gobierno argumenta que se trata de un proyecto a largo plazo, pero las cifras oficiales de la SHCP revelan pérdidas que superan los mil millones de pesos. Este descalabro impacta negativamente la percepción de México como destino para inversiones en infraestructura y transporte.
Este episodio no solo es un golpe financiero, sino también moral. Mexicana de Aviación, otrora un orgullo nacional, se ha convertido en símbolo de incompetencia y politización de recursos. Un gobierno que prioriza caprichos sobre las necesidades de la población traiciona su mandato.
La lección es clara: proyectos de esta magnitud exigen planeación, transparencia y eficiencia. La improvisación y la propaganda no sustituyen una estrategia sólida. Es hora de exigir cuentas claras y replantear iniciativas que, en lugar de beneficiar a México, acumulan pérdidas y desilusión. Mexicana de Aviación, bajo la Cuarta Transformación, no solo no despegó, sino que se desplomó. Y con esa caída, se desploma también la confianza en un gobierno que debe administrar con responsabilidad y visión.
Georgina Bujanda
Licenciada en Derecho por la UACH y Maestra en Políticas Públicas, especialista en seguridad pública con experiencia en cargos legislativos y administrativos clave a nivel estatal y federal. Catedrática universitaria y experta en profesionalización policial.
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