Este año electoral es muy importante para los mexicanos. La conciencia ciudadana parece reaccionar ante la corrupción avalada por el federalismo. El abuso del poder y la impunidad ejercida contra la vida democrática, impide el progreso nacional, trayendo como consecuencia el desorden social y político. Por ello han aumentado los delitos en todos los órdenes y que a través de las redes sociales principalmente la evidencian.
La escaza preparación educativa que originó la reforma desde Miguel de la Madrid, han debilitado el espíritu patriótico que debiera estar por encima de los valores nacionales. El resultado de una planeación peversa para debilitar los valores y principios inculcados durante décadas en las familias mexicanas, se refleja en la imagen de un retrato sin rostro definido. Desde que Luis Echeverría tomó el poder como Presidente, se iniciaron las reformas constitucionales contra el espíritu revolucionario.
La traición a la Patria se nota en la infame manera de entregar las riquezas naturales de nuestro país a extranjeros. La devaluación del peso frente al dólar que inició en el sexenio de Echeverría, parece no tener fin. Decían que flotaba de acuerdo a las transacciones internacionales, que dieron paso a una serie de estudios de economistas que el propio gobierno contrató para engañarnos. Desde Echeverría en el año 1976 hasta la fecha, los que lo sucedieron se convirtieron en cómplices de la corrupción.
Por eso este año es muy importante para México. Los jóvenes que cumplen la mayoría de edad, desconocen el paraíso real que fue nuestro país. Han crecido en un ambiente hostil, violento y carente de valores familiares. Desde que surgieron los juegos computarizados, los hipnotizaron para elevar el nivel de ignorancia en materia política nacional. Desde el momento en que desconocen que la Carta Magna lleva por nombre el de “Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”. Desde que tenemos funcionarios que no saben leer, sino ler.
Los Tres Poderes de la Unión son controlados por fuerzas ajenas a los intereses de la gente. Los políticos titulares de los mismos, son cuestionados por la falta de honestidad, cabalidad, capacidad y conocimiento. Nos traicionaron Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto. ¡Que no se nos olvide!.
Todos ellos nos han enviado al abismo de la pobreza, de la desigualdad social, de la corrupción, de la impunidad, de la traición, de la regresión autoritaria y se convirtieron en criminales de estado en lugar de héroes. Todos pasaron por puestos públicos y fomentaron la prostitución política. Son cómplices de la corrupción y siguen controlando nuestras vidas que es lo único valioso que tenemos. Porque realmente no tenemos nada más. Todo se lo debemos al gobierno, en lugar de que el gobierno nos deba al pueblo.
Por eso es necesario frenar el enorme desenfreno político nacional. El pueblo debe tomar las riendas de lo que le pertenece por el solo hecho de haber nacido en el suelo mexicano. Ningún pobre tiene merecido vivir como pobre por el hecho de haber nacido en cuna humilde. Es humillante y aterrador sostener a una sociedad corrupta que beneficia solamente a los que nacen en cuna de seda, o que tienen parentesco con algún político.
Si analizamos las traiciones derivadas de la revolución armada en México que estalló oficialmente el 20 de noviembre de 1910, nos daremos cuenta que la corrupción siguió su rumbo y se quedó. Ciento un años han transcurrido desde que México se comprometió a una gran transformación de valores donde cabemos todos. El nuevo orden político se basó en las demandas de justicia social, en la mejor distribución de la riqueza, el respeto a la voluntad ciudadana expresada en las urnas y acceso de las mayorías a la educación como base del progreso. Hemos evolucionado desde luego, pero nos hemos estancado al haber confiado todo el poder en un partido político; pues la partidocracia destituyó a la democracia.
La desigualdad social, la terrible regresión autoritaria y la escandalosa corrupción política que intuimos como sociedad, la han denunciado con valentía tanto Javier Corral Jurado, como Andrés Manuel López Obrador. México ya no se puede sostener con principiantes, ni con decoradores de discursos, ni con defraudadores políticos, que prometen a sabiendas que no van a cumplir. Para combatir a la corrupción también como sociedad civil, debemos ser valientes, conscientes y congruentes.
Para lograr que la democracia triunfe sobre la partidocracia, no solamente se necesita el voto, sino vigilar que se respete el voto e impedir que nos arrebaten el triunfo. Analiza, piensa y busca construir. No destruir. No permitamos más corrupción ni simulación. Seamos honestos con nosotros mismos. Hagamos a un lado todo lo que nos ha hecho daño y recapacitemos sobre la forma de vida que deseamos y que a la vez heredaremos a nuestros descendientes.
Héctor Molinar Apodaca
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
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