Por cuestiones familiares (de celebración), hube de visitar, la CDMX, Puebla, Tlaxcala y Cholula. Fue una experiencia gratificante, la difamada capital del país me pareció bellísima, vibrante y segura, entiendo que tiene zonas intransitables por inseguras, sin embargo, eso no lo vi. El tráfico un verdadero caos. Lo más importante fue constatar la calidez de su gente. De la Angelópolis (Puebla), pude constatar su desarrollo económico, su dinamismo y modernidad, sus bien trazadas avenidas, museos y abundantes sitios dignos de visitar. Cholula (pueblo mágico), destaca por su zona arqueológica, no subí la escalera que conduce a la iglesia construida sobre la pirámide, el estado de mis rodillas no me lo permitió, su zona comercial es una delicia. Dejé al último a Tlaxcala, por ser el lugar que más me gustó, su tranquilidad, la amabilidad de la gente, su clima, sus artesanías, la profusión de jacarandas que iluminan de morado la pintoresca ciudad. Para acabar pronto, amenazo a Tlaxcala con irme a vivir ahí y… adiós a su tranquilidad.
El título, es porque en esas ciudades se respira y traspira mexicanidad, se siente México en la piel.
Durante las 5 noches que pasé en esas ciudades, en ninguna de ellas, se oyeron las patrullas en operativos o solucionando conflictos, asaltos, pleitos o agresiones diversas, como pasa en… Chihuahua.
Inseguridad en las carreteras del país.- como se extrañan esos años en que se podía viajar en automóvil por las carreteras de México, incluso Michoacán y Guerrero (lo hice en repetidas ocasiones), estoy hablando de 20 años atrás. Hoy, todo se lo llevó la… tristeza, abundan los asaltos a los viajantes, secuestros, el despojo de las unidades, hay todo tipo de crímenes, incluso actos de rapiña a los camiones de carga. Eso ocasiona que viajar por carretera resulte arriesgado e insensato, con la consiguiente baja de comercio en poblaciones que viven del turismo y están alejadas de las grandes ciudades, un poco de orden y aplicación de la ley, vendría bien, ¿o no?
Abismo entre generaciones.- Esta opinión la haré como un añoso Baby boomer que soy. ¿Se deben pedir las cosas por favor a los hijos (aún las más sencillas, ejemplo, pásame un cubierto)? Advierto, no hay respuestas correctas o incorrectas en esta interrogante. Yo soy de los que creen que eso no es necesario e implica distanciamiento entre padres e hijos. Ya me veo yo, solicitando a mis padres que me pidieran las cosas por favor, entiendo, eran otros tiempos. Hasta le insistía a mi padre el lavar su carro y era un gusto hacerles mandados, los que hacía con rapidez y de buena gana.
Esta reflexión, se aúna a un video de You Tube, acerca del destino triste de los viejitos en los EUA. Quienes en su mayoría son abandonados por su familia. Recomendación, seamos hombres y mujeres de hierro (auto suficientes) hasta nuestra muerte o por lo menos intentémoslo…
Las cosas de antes… Se dice que no se debe añorar el pasado, que eso es regresivo, sin embargo, tenía su encanto, y mucho. Soy de los que dejan su asiento en el trasporte público a las damas, más si estas llevan niños pequeños, el que en caso de una separación matrimonial, deja la casa a la esposa e hijos, el que por ningún motivo decía palabras altisonantes dentro del hogar paterno, el que invariablemente pagaba la cuenta a la compañía femenina, el que defiende al límite de sus fuerzas (y vida si es necesario) a la familia. Si, soy un anticuado irredento, quede atrapado en el tiempo.
“México es un mundo en sí mismo”
Taleb D. Rifai
“El valor y la sagacidad son tan comunes en los salteadores de caminos como en los héroes”
Rey Federico II
“¿Quién a perturbado las generaciones humanas?”
Giordano Bruno
José Cruz Pérez Rucobo
Lic. en Economía por la UACJ. Me dedico al comercio como medio de subsistencia y al periodismo y crítica política como ejercicio lúdico. Soy un hombre de izquierda por naturaleza, cualquier cosa que ello signifique.
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