A treinta años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), los beneficios alcanzados han incuestionablemente contribuido para mejorar el nivel de vida de los mexicanos. En un país dónde todo tiende a politizarse en extremo, difícilmente alguien, de cualquier posición política se atrevería a siquiera ponerlo en duda.
La firma del TLCAN el 1 de enero de 1994, integró a México en el bloque comercial de América del Norte y lo posicionó como un socio comercial fundamental para Estados Unidos y Canadá, consolidando una de las plataformas exportadoras más importantes de los mercados mundiales. Nuestro comercio internacional creció exponencialmente, se crearon condiciones para la atracción continua de inversión extranjera que ha fomentado la generación de empleo y lo más importante es que se incrementó la oferta de bienes y servicios, acercando de esta forma a los mexicanos al mundo. Hoy nuestros productos alcanzan regiones remotas y simultáneamente tenemos en las vitrinas de los comercios bienes que se producen prácticamente en todo el orbe. También gracias al TLCAN (y hoy a su sucesor el T-MEC), hemos consolidado cadenas de valor regionales que nos dan presencia y aseguran un lugar relevante en el comercio internacional.
Tampoco es exagerado señalar que la promoción del libre comercio ha contribuido decididamente a fortalecer nuestra cultura democrática, el respeto a los derechos humanos y el fortalecimiento del estado de derecho.
Nuestro país es miembro de la Organización Mundial de Comercio (OMC) desde el 1 de enero de 1995 y del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), desde el 24 de agosto de 1986. Al respecto ha participado activamente en las negociaciones comerciales multilaterales y en el sistema de solución de controversias de esta organización. Por ello, resulta importante aprovechar nuestra membresía para construir acuerdos e incidir en una agenda de trabajo enfocada en temas de sustentabilidad, género e inclusión, para que el comercio internacional siga teniendo como resultado un mayor bienestar de las personas.
Actualmente tenemos celebrados 14 tratados de libre comercio que incluyen a 50 países y otros 30 Acuerdos de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones que involucran a otros tantos 31 países o regiones administrativas, que si bien no tienen el carácter formal de tratados, si favorecen un piso parejo para la competencia, establecen un marco legal para la protección y seguridad de los inversionistas y sus inversiones, les garantizan el control de las mismas y prevén mecanismos de solución de controversias del inversionista con el Estado cuándo se haya indebidamente alterado el ambiente de competencia bajo el cual se invirtió.
Las tensiones geopolíticas recientes como los conflictos bélicos en Gaza y Ucrania han afectado los flujos internacionales de mercancías, servicios, capitales y personas, un fenómeno que emerge y se conoce como la “desglobalización”. La desaceleración del comercio y la fragmentación de la economía mundial son factores que amenazan el nivel de vida de la población mundial y se acentúan en los países más pobres.
Como miembros activos de la comunidad internacional, debemos insistir en estructurar un sistema multilateral de comercio internacional estable, abierto, previsible, basado en normas claras y equitativo, que fomente una economía mundial resiliente e inclusiva, alejada del proteccionismo. Todo esto basado en el principio de como señala el Informe sobre el Comercio Mundial 2023 de la OMC, el comercio mundial es “una fuente de seguridad y paz, un motor de reducción de la pobreza y un instrumento fundamental para hacer frente al cambio climático”.
Rafael Espino
De Chihuahua. Abogado fiscalista. Consejero Independiente de Petróleos Mexicanos. Senador de la República por Morena.