“Creo que ya debemos dejar de lado este discurso catastrofista, de que la democracia se va, se está desmoronando, que nos vamos a convertir en Venezuela”
Roberto Gil Zuarth en entrevista con Ciro Gómez Leyva
Terminó el proceso electoral, y como ya se venía venir, hubo pocas sorpresas. Para su servidor, quizás la única sorpresa fue que Morena y aliados alcanzaran la mayoría calificada como parece ser que resultará. Tenia claro que iban a tener mayoría simple, pero dudé que se alcanzara la calificada.
En fin, de ahí en más, creo que la elección solo viene a ratificar que ya sabíamos, el pueblo de México apoya mayoritariamente a su presidente, y quiere que las políticas englobadas en la llamada 4T, continúen por, al menos, seis años más.
¿Y qué piensa de esto la oposición? Aun es muy pronto para saberlo, obviamente el balde de fría realidad que cayó sobre sus cabezas los tiene pasmados, incrédulos y turulatos. Pero tarde o temprano van a tener que sentarse y analizar qué fue lo que paso, y porqué paso.
En ese sentido, y escuchando a los analistas que hoy lunes han pasado por Radio Fórmula, medio masivo de comunicación que se caracterizó por su severa crítica al presidente y sus políticas, así como por ser palestra a modo y cómoda para los candidatos del PRIAN, puedo ver dos corrientes de pensamiento iniciales para entrarle a la comprensión de su terrible fracaso.
La primera, enarbolada por el analista Alfonso Zarate, y que es la corriente que ha prevalecido durante todo el sexenio de López Obrador, establece que el presidente, al ser la reencarnación de aquel antiguo ogro filantrópico logra engatusar a l@s mexican@s, y que estos, al fin cínicos, se dejan comprar por las migajas de los programas sociales.
La premisa básica de esta corriente es, pues, que López Obrador es un tipo autoritario con ínfulas de dictador, pero al que la gente apoya porque les da migajas, y como es bien sabido por la gente de bien, al pobre le gusta vivir mamando de la ubre pública. Como pruebas de su dicho, el tal Zarate presenta dos citas, la primera muy conocida, “vivir fuera del presupuesto y es vivir en el error”, y la segunda que atribuye al expresidente de Francia, Valery Giscard d’Estaing, “El problema no es que haya pobres, el problema es que hoy saben que lo son”.
Bajo ese análisis, queda poco margen de maniobra para la oposición, que, forzada ante el gusto por las migajas que tienen los pobres, solo les queda decir, ¡Yo te voy a dar más! Como lo hizo la señora X durante la campaña.
Afortunadamente -para la oposición- hay también voces que plantean y proponen una forma de pensar y de actuar distinta. En este caso, y para mi sorpresa, quien fuera senador del PAN, y Secretario Particular de Felipe Calderón durante su presidencia, Roberto Gil Zuarth, hace un análisis completamente diferente.
De entrada, el exsenador, reconoce que en la elección se validó una visión de país. Dice Gil Zuarth: “Se validó en las urnas una visión del país, una visión de la política, una estrategia de seguridad, se validó una política en materia de salud, se validó a un presidente y a su partido abrumadoramente, es lo primero que hay que reconocer”.
Es obvio que él no está de acuerdo con esa visión, pero con madurez acepta que existe. A diferencia de Zarate, que se niega a reconocer siquiera que pueda existir una visión diferente a la suya propia.
Después, Roberto Gill tiene la valentía de hacer un reconocimiento de la realidad que difícilmente la va a plantear un Alito o un Marko Cortez: “Las oposiciones estaban en una suerte de nube … y vimos un país dividido, 50 y 50, un país que estaba castigando a López Obrador”. ¡¿50 y 50?! En un acto de onanismo intelectual, las elites de los viejos partidos realmente creen… ¡lo que les dice Massive Caller!
Lo mismo pasa con las marchas al zócalo, lo llenan y luego se solazan pensando “Tomamos el zocalo, ergo ¡Ya tomamos el poder!”. La realidad es que no, desde el 2018 son minoría. Podrán tener alguna victoria por aquí y por allá, pero en la gran película, siguen siendo minoría. Es casi imposible no pensar en aquel viejo y pícaro chiste de “Miénteme pinocho”; les gusta que les mientan.
A renglón seguido hace otra reflexión que llega hasta -estimo yo- la medula del problema, “Creo que el principal problema de la oposición es que no hemos entendido en que consiste el movimiento y el régimen que está edificando Andrés Manuel López Obrador y Morena […] Creo que no hemos entendido lo que tenemos enfrente y precisamente por eso no se ha podido construir una alternativa que pueda convencer…”. ¡Bingo!
Mientras sigan caracterizando al obradorismo desde su soberbia, su clasismo, y su pretendida superioridad intelectual, difícilmente lograran recuperar el voto mayoritario.
Para concluir, Gil Zuarth critica uno de los principales tabús impulsados por la oligarquía y sus partidos, “Creo que ya debemos dejar de lado este discurso catastrofista, de que la democracia se va, se está desmoronando, que nos vamos a convertir en Venezuela”. Excelente reflexión. La verdad es que son los acólitos del PRIANISMO, los únicos que se asustan con ese petate y con ese muerto.
En general, la autocritica del exsenador es buena, quizás solo con una falla que no es menor, considera el panista que… “Los partidos han estado lejos de la ciudadanía, por eso hay una marea rosa enfrente”. la marea rosa no existe, son ellos mismos.
En conclusión, si el PAN y el PRI no hacen una verdadera autocritica, y no se plantean una verdadera reforma a sus procesos, a todos ellos, pero integral: de selección de dirigencias, de candidatos, de relaciones con la sociedad, etc., pero sobre todo, de visión de país, difícilmente dejaran la marginalidad a la que sus propios errores los están llevando.
Solo basta con que se miren al espejo del PRD.
Es cuánto.
José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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