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    enero 6, 2025 | 7:55

    “No fuiste débil por amar, fuiste valiente por darlo todo sin condiciones”.

    Publicado el

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    Como mamá y abogada, sé que la vida nos presenta retos que pueden parecer insuperables, pero también nos ofrece la oportunidad de crecer y reinventarnos.

    Cuidar a alguien que amas en medio de una enfermedad es una de las expresiones más puras del amor. Implica renunciar a comodidades, posponer tus propios planes y dedicar tiempo, energía y emociones a alguien que depende de ti. Sin embargo, cuando ese esfuerzo es recibido con indiferencia, desprecio o abandono, el dolor puede ser devastador.

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    Por ejemplo, imagina haber dedicado tu tiempo a cuidar a una pareja enferma, asumiendo labores que van más allá de la relación romántica: convertirte en enfermera, consejera emocional y apoyo incondicional. Lo haces por amor, sin esperar nada a cambio, porque el amor genuino no pone condiciones. A pesar de ello, ¿qué ocurre cuando esa persona, al recuperarse o sentirse mejor, te da la espalda con un comentario tan hiriente como: “Nadie te pidió que lo hicieras”?

    Esta experiencia puede desencadenar una tormenta emocional. Sentimientos como traición, vacío, inutilidad e incluso rabia emergen con fuerza. Es natural que surjan preguntas dolorosas, pero también es fundamental aprender a enfrentar el dolor, aceptar lo sucedido y comenzar a sanar.

    En primer lugar, es necesario reconocer el dolor y darle espacio. Esto no significa fingir que todo está bien, sino aceptar que has sufrido una pérdida, no solo de la relación, sino también de la confianza y del tiempo invertido. Según datos de la Asociación Americana de Psicología, aproximadamente el 60% de las personas que necesitan apoyo psicológico nunca buscan ayuda profesional. Las razones van desde el estigma social hasta la creencia de que pueden superar la situación por sí mismas. No obstante, aquellas que asisten a terapia reportan mejoras significativas en su bienestar emocional en un 75% de los casos.

    Es importante permitirte sentir sin juzgarte. Si en algunos días las lágrimas llegan sin previo aviso o la rabia aparece al recordar las palabras hirientes, esto es parte del duelo emocional. Reconocer tus sentimientos y validarlos es el primer paso hacia la sanación.

    Al continuar, debes aprender a cambiar la narrativa personal. Una de las heridas más profundas en situaciones como esta es la sensación de haber sido “utilizada”. Sin embargo, es esencial recordar que tu cuidado fue un acto de amor genuino, que habla de tu capacidad de entrega y fortaleza emocional. Aunque no puedes controlar la respuesta de la otra persona, sí puedes trabajar en resignificar la experiencia y verla como un reflejo de tu generosidad, no como una pérdida de tiempo.

    Además, el impacto de una ruptura como esta puede afectar tu autoestima, llevándote a cuestionarte si fuiste “suficiente”. Sin embargo, el valor personal no depende de la validación externa, sino de cómo eliges verte a ti misma. La terapia de aceptación y compromiso (ACT) puede ayudarte a trabajar en el presente y comprometerte con acciones que te acerquen a una vida plena. Al mismo tiempo, prácticas como el mindfulness y yoga pueden ayudarte a enfocarte en el aquí y el ahora, dejando atrás pensamientos intrusivos del pasado.

    Aunque pueda parecer difícil al principio, cada experiencia, incluso las más dolorosas, trae consigo aprendizajes. Tal vez esta vivencia te enseñó la profundidad de tu capacidad para amar, o te hizo consciente de aspectos que necesitas trabajar, como establecer límites emocionales. Por otro lado, te brinda la oportunidad de replantearte tus prioridades, rodearte de personas que valoren tu esencia y explorar nuevas facetas de tu vida.

    Finalmente, el perdón se convierte en un paso fundamental. Este no consiste en justificar las acciones de quien te hirió, sino en liberarte del resentimiento que te ata al pasado. Perdonar es un acto de liberación personal que te permite soltar la amargura y abrir espacio para la felicidad en tu vida.

    Enfrentar el dolor de haber sido traicionada después de haber dado tanto no es sencillo, pero convertir ese sufrimiento en una fuente de fortaleza es posible. Lo que hoy parece una herida insuperable puede transformarse en el cimiento de una nueva versión de ti misma, más fuerte, más sabia y, sobre todo, más consciente de tu propio valor.

    Sanar no es solo un propósito, es un regalo que todas nos merecemos. ¡Feliz Año Nuevo! Que este sea el inicio de una vida llena de amor propio, esperanza y transformación personal.

    Galería

    Mayra Sugey Machaca
    Mayra Machuca

    Abogada, Activista, Columnista, Podcaster.

    Especializada en análisis y asesoría jurídica, cuenta con experiencia administrativa y jurídica con habilidades destacadas en la resolución de problemas y coordinación de tareas. Experta toma de decisiones estratégicas. Activa en Toastmasters y Renace y Vive Mujer.


    Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.

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