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    noviembre 3, 2024 | 10:14

    No son daños colaterales

    Publicado el

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    Hoy es viernes y seguramente espere que hablemos de estadísticas electorales como es ya casi costumbre, pero hoy no.

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    Hoy mi corazón está en el limbo, inerte, agonizante. Ciudad Juárez se ha convertido nuevamente, digámoslo claro, en zona de guerra.

    Ayer, de pronto la ciudad fue testigo de la impotencia ciudadana, del terror que un puñado de individuos sembraron en las calles arrebatando la tranquilidad y la vida a tantos civiles que nada tenían que ver con esa inútil guerra.

    Lo que vivimos ayer tiene nombre: TERRORISMO.

    Estos actos de barbarie mostraron lo peor de la condición humana. Podemos entender, mas nunca aprobar o justificar, la quema de establecimientos y vehículos como medio “estratégico” para distraer a las fuerzas públicas en aras del desequilibrio en el sistema luego del motín en el Cereso #3 de esta ciudad fronteriza.

    Lo que no podemos entender, porque sobrepasa la cordura, es que hayan incendiado establecimientos con gente dentro, que hayan abierto fuego contra el personal indefenso de tiendas de conveniencia, contra transeúntes, contra colegas de medios; en un artero arrebato por controlar la situación a través del establecimiento del clima de terror, así como lo veíamos sólo por televisión entre los 70’s y 90’s por la ETA en España, por ejemplo.

    El saldo rojo de ayer se lleva la vida de inocentes, no como daño colateral, sino reducida a una devaluada moneda de cambio de lo inesperado e inimaginable por lo dolorosamente incomprensible, abriendo las heridas colectivas que se creían cerradas del negro episodio de la era Calderonista en esta frontera.

    Lo sucedido ayer dejó de manifiesto el abismal vacío en las estrategias de seguridad, la insensibilidad y falta de inteligencia, de preparación y equipo táctico del personal que debía mantenernos a salvo. 

    Exhibe, como cachetada con guante ensangrentado, lo banal de una Torre Centinela, que lejos de coadyuvar en la solución de nuestros problemas será, desde ya, la obra insignia que permitirá el latrocinio de esta administración.

    Ayer, las redes se volcaron a responsabilizar al presidente, a la gobernadora, al alcalde, a politizar y a dividir. También se entiende que la frustración y hartazgo del momento se catalice en las redes, pero no dejemos de lado lo objetivo.

    A esta redacción llegaron innumerables piezas de audio que no fueron publicadas porque era imposible autenticar su origen, no se podía afirmar con certeza que fueran reales. 

    Nos recordaron las épocas en que el CO filtraba audios similares, como táctica, en los años más álgidos de la violencia para crear psicosis, desestabilizar y restar credibilidad al gobierno.

    No es Morena, ni el PAN, ni el PRI y para el caso ni el presidente, ni la gobernadora, ni el alcalde. Es la clase política, toda, la que le ha fallado a la ciudadanía.

    Es la clase política, desde su desdén y desprecio por el bienestar y seguridad de la gente, desde sus intereses personales y de grupo, los que han cedido al Crimen Organizado el control de la ciudad.

    Si bien, hoy se reportan detenciones y acciones conjuntas que buscan crear un falso clima de certidumbre, la reacción tardía de las fuerzas del orden, no tiene perdón ni olvido.

    Ayer en medio del caos, las fuerzas del orden se volvieron invisibles, les falló la prevención, los sistemas de inteligencia y la estrategia para contener la situación.

    Cierto es que la seguridad no es tema fácil, hablamos de vidas humanas, pero lo vivido ayer los exhibe.

    Entre los caídos de este fatídico jueves se cuentan cuatro amigos, cuatro vidas que fueron arteramente hurtadas por obra del acaso que los puso ahí, cumpliendo con su deber aún cuando la ciudad estaba en caos.

    Cuatro vidas que recuerdan la de miles de ciudadanos desprotegidos, que como ellos, han sido heridas o arrebatadas por solo por estar donde tenían que estar en ese momento.

    No fueron daños colaterales, fueron blanco abierto. No hay excusa ni justificación.

    Desde anoche mi casa está de luto y nuestros corazones rotos. Mi esposa y yo recordamos con cariño a Allan, a Armando, a Lino y a Alex con quienes compartimos infinidad de experiencias laborales durante nuestro paso por MEGA Radio, eramos equipo, eramos familia.

    En nombre de mi esposa, el equipo de A Diario Network y el mío propio, nos sumamos a la pena que invade a las familias de MEGA Radio Networks por el atroz asesinato de nuestros amigos y compañeros.

    A sus familias y amigos enviamos nuestras más sentidas condolencias y un abrazo amoroso y solidario, al tiempo que condenamos enérgicamente los arteros hechos terroristas que nos obligan a despedirnos de ellos con profunda tristeza.

    Descansen en paz.

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    David Gamboa

    Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.

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