“La campaña de Xóchitl Gálvez no ha resuelto sus contradicciones”
Jesús Silva-Herzog Márquez, artículo publicado el 11 de marzo pasado.
Desde los años sesenta, con la aparición y masificación de la televisión como principal medio de comunicación visual, se considera que para que un acto político, principalmente de protesta, sea definido como exitoso, este tenga la debida cobertura mediática. Es decir, debía ser cubierto por la televisión, y visto por miles, o millones.
El movimiento por los derechos civiles de las minorías norteamericanas, en aquellos años, comprendió muy bien la importancia de dicha cobertura, y se aseguró al máximo la difusión de sus actividades en dicho medio. Esto sirvió para concientizar a una sociedad, mediatizada y apática como lo era la sociedad norteamericana de finales de los cincuentas y principios de los sesentas.
Hoy en día, aunque en lo general, esa máxima sigue aplicando adaptada a la tecnología actual, el internet, las redes sociales y sus viralizaciones, la realidad es que ya no tiene el impacto concientizador que la televisión tuvo en aquella década.
Una de las posibles razones, es el abuso y la banalización, particularmente de videos en YouTube y otras plataformas. Un excelente ejemplo de esto que hoy les planteo lo tenemos con la candidata del PRIAN, la inefable señora X.
Si bien, la señora X, logró cierta presencia en la Ciudad de México, a partir de su colaboración en el gobierno de Fox, no le fue suficiente para lograr el triunfo cuando buscó ser gobernadora en su natal Hidalgo. De regreso en la CdMx, en el 2015, alcanzó un apurado triunfo como Jefa Delegacional en Miguel Hidalgo, para finalmente, en el 2018, pasar al senado por la vía plurinominal. Su ámbito de influencia se limitaba entonces al centro del país.
Es a raíz de un video que se hizo viral que empieza a aparecer su nombre como jugadora de nivel nacional. Durante la discusión en el senado, allá por diciembre del 2022, del llamado Plan B de la reforma electoral que presentó el presidente López Obrador, la entonces senadora tuvo la ocurrencia de interrumpir la sesión vestida con una botarga de dinosaurio.
El acto, hay que reconocerlo, causo mucha gracia, y no porque el traje le viniera bien a la señora X, sino porque realmente resultaba gracioso ver a un dinosaurio corriendo en el pleno de sesiones, situación que ni en los mejores tiempos del PRI se había visto.
Posteriormente, volvería a tener otros quince minutos de fama en el mes de abril del 2023, cuando, de nueva cuenta intentando paralizar el trabajo legislativo, se amarró a la tribuna de la antigua sede del Senado; otra vez su intento fue fallido en cuanto a que no pudo evitar que el senado sesionara, pero fue exitoso en lo personal, porque sus ocurrencias alcanzaban el ansiado status de “video viral”.
Otra foto que también se hizo viral de la señora X, pero que esa no fue tanto de su agrado, fue cuando, durante la misma toma de tribuna por la oposición, se le vio entrepiernada, retozando muy alegre y pícaramente entre los senadores Gustavo Madero y Álvarez Icaza.
Y ya, en definitiva, la ocurrencia que la catapultó a las ligas mayores fue cuando estuvo tocando la puerta de palacio nacional, para exigir su “derecho de réplica” después de que el presidente la acusara de no estar a favor de los programas sociales. “¡Si estoy a favor!” declaró en ese entonces, y declara hoy como candidata.
Ante el evidente vacío intelectual y moral de la alianza opositora, esta señora ocurrente, desenfadada y dicharachera vino a caer como anillo al dedo, apareció como la candidata ideal para la oligarquía y sus partidos satélites, el PAN y el PRI (con el PRD ni perder el tiempo).
“Bendita Xóchitl, apareciste, como la Virgen de Guadalupe, cuando más te necesitábamos…” declaró con arrobo la escritora Guadalupe Loaeza; me puedo imaginar su mirada en blanco, y su corazón henchido de emoción ante la santa señora de las ocurrencias.
Pero cual botarga de dinosaurio …pronto se desinfló.
Ya para enero del presente año, declararía la misma escritora, auto denominada vocera de la gente bien, “ya no es chistosa, ni ocurrente” y criticó la apariencia de sus vestidos, “ya no son tan bonitos y atractivos como antes”.
Hace unos días, la reconocida politóloga Doctora Blanca Heredia, en entrevista con Leo Zuckerman declaró, “Si yo quiero una fiesta con mucha diversión, ¿a quién invito? …me queda claro, a Xóchitl; Si yo quiero resolver un problema, tengo una crisis, ¿con quién quiero platicar? con Claudia Sheinbaum”.
Y ya para rematar el desencanto de quienes en un primer momento se emocionaron con las ocurrencias de la señora tenemos al férreo crítico del Lopezobradoreismo, Jesús Silva-Herzog Márquez, quien la semana pasada escribió en su columna semanal,
“La campaña de Xóchitl Gálvez no ha resuelto sus contradicciones. Sigue siendo una campaña que arranca y se detiene, que da un campanazo y se atasca poco después. No ha logrado cuadrar el sentido de la coalición que la respalda ni formular una propuesta que sea, al mismo tiempo, sensata y atractiva”
De nada le han servido sus más recientes ocurrencias como el chicle pegado en la silla, o la firma con sangre de unos papeles que nada dicen, y todo por no mantenerse firme en su propuesta inicial: “conmigo no caben los huevones, los rateros, y ni los pen@$#&jos”. ¡Ternurita!, ¡si de eso está lleno tu equipo!
La candidata que se creía iba a pararle el alto a López Obrador, por su origen humilde, su historia de perseverancia y superación, su pasado progresista, su práctica exitosa en el ejercicio de gobierno, pero sobre todo, su afinidad con las luchas feministas, resultó hueca, una simple botarga que solo sirve para divertir en una fiesta, pero no para arreglar problemas.
…y no lo digo yo, lo dicen quienes la impulsaron a la candidatura.
Es cuánto.
José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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