“Hoy las puertas del poder Judicial están abiertas
al tráfico de influencias y cerradas al pueblo de México
Lenia Batres Guadarrama, Ministra de la SCJN
La lucha de poderes que estamos atestiguando, entre el poder Judicial y los otros dos poderes de la Unión, no es una lucha que empezó en febrero de este año, cuando el ahora expresidente Lopez Obrador presentó la serie de iniciativas que coloquialmente fueron conocidas como el Plan B.
Ni siquiera empezó en el 2018, con la llegada del mismo al poder, no, esta lucha viene desde mucho mas atrás. Podemos ubicar el punto de inflexión en 1988, con la controvertida elección de aquel año y ese suceso, tan aparentemente lejano en el tiempo, está directamente conectado con el pequeño, minúsculo grupo de empleados del poder judicial que hoy se manifiestan libremente en “defensa” de sus derechos.
Los defensores y apoyadores de esta pequeña minoría, principalmente una oposición también muy disminuida, tratan de equiparar esa lucha con la supervivencia del Estado de Derecho. ¿Sera así? Veamos.
En 1988, el sistema político mexicano, léase el PRI, atravesaba la crisis de credibilidad y de gobernabilidad más profunda desde su consolidación como poder al concluir la Revolución armada.
Los contrapesos entre las fuerzas de izquierda y derecha al interior del sistema fueron finalmente desechados por una oligarquía autoritaria y arrogante que se asumió como la “única” fuerza con derecho a dirigir el país, así pasaran por encima de los derechos de l@s mexican@s.
Así es como se implantó el neoliberalismo en nuestro país.
En las elecciones del 88, la sociedad mexicana le dijo al sistema, ya estamos hartos de ustedes, pero, desafortunadamente, ellos todavía tenían el poder, y aunque se logró un avance en el congreso, este no fue suficiente.
En el 94, el sistema volvió a defenderse utilizando todo el poder del Estado, para evitar que l@s mexican@s recuperaran el estado benefactor que el neoliberalismo ya había desmantelado prácticamente en su totalidad.
En el 2000, y viendo que la crisis de credibilidad y gobernabilidad no cedía, la oligarquía hizo una jugada maestra al llevar al poder a Vicente Fox. Con eso, el sistema logró un respiro, logrando que la sociedad mexicana se creyera el cuento del cambio, mientras ellos seguían sirviéndose con la cuchara grande.
Para volver a quedarse con el poder, y evitar que la izquierda mexicana pudiera revertir los cambios neoliberales, el PAN tuvo que jugar sucio. Pero ni con el uso faccioso del poder que hizo Fox, lograron tener una victoria cómoda, al contrario, estuvieron a punto de perder. Calderón tuvo que tomar el poder entrando y saliendo por la puerta de atrás.
La puntilla la puso el presidente más frívolo, desvergonzado y corrupto de todos los neoliberales, Peña Nieto. En el 2018, ya nada pudieron hacer, el movimiento de izquierda mexicano, regresó al poder después de décadas de ausencia.
De nada sirvieron los malos augurios, las zancadillas, las fake news, las campañas de bots, las peticiones de intervención a potencias extranjeras o las campañas de miedo, la popularidad de López Obrador prácticamente no disminuyó a lo largo de su sexenio, y como cerecita del pastel, su movimiento, la 4T, arrasó en las elecciones del 2024.
Con lo anterior, la sociedad mexicana, en abrumadora mayoría, ratificó su deseo de que el movimiento de la 4T siga en el poder y que las reformas obradoristas sigan adelante. ¿Qué les quedó a los defensores del neoliberalismo? Solo el poder judicial y eso gracias a que no es necesaria la intervención de la sociedad para ser parte de esa casta divina.
Ahora, gracias a esas reformas de López Obrador, la sociedad mexicana va a poder intervenir en la selección de sus integrantes, mas aun, perderán muchas de sus prebendas, y deberán conformarse con un sueldo clasemediero. En pocas palabras, el fin del país como ellos lo conciben.
Ahí esta el meollo de esta discusión y de sus protestas. Y la oposición sigue sin darse cuenta de que, para recuperar el voto popular, debe buscar y apoyar opciones que sean para beneficio y no en contra de la sociedad.
Por ejemplo, ¿quién perdió con el paro de labores realizado por jueces, magistrados y empleados del poder judicial? ¿El gobierno? No, el gobierno no. Para ellos los juicios y asuntos ahí detenidos pueden seguir detenidos por los siglos de los siglos. ¿Los empleados del poder judicial? Tampoco, ellos cobraron sus sueldos y beneficios puntualmente. ¿Entonces quién? Fácil, el ciudadano de a pie.
Si, el ciudadano de a pie, ese que, precisamente, esta muy molesto por la forma omisa, tortuosa y corrupta como se conducen los asuntos de la justicia. Ahí es donde la oposición pudo haber intervenido oponiéndose a dicho paro sin, desde luego, apoyar la iniciativa obradorista, simplemente mostrando empatía con l@s ciudadan@s.
Lo mismo con el INE, el ciudadano promedio esta en contra de los sueldos y beneficios abusivos de sus altos funcionarios. A eso se debe oponer el PAN ahí es donde se debe tocar al INE, ¿no lo ven? Evidentemente no.
En fin. Estamos viendo los últimos estertores de esa camarilla que dirigió al país del 82 al 2018 con los resultados que todos conocemos, y el año próximo, habremos de presenciar cómo son desalojados pacífica y cívicamente de su ultimo reducto, el Poder Judicial.
Es cuánto.
José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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