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    marzo 27, 2025 | 5:07

    Policía efectiva: sí es posible.

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    La permanente y grave crisis de inseguridad ciudadana que vive nuestro país en muchas de sus localidades y municipios indudablemente va de la mano con lo que los gobiernos en sus tres niveles hacen o dejan de hacer. La disciplina e inteligencia con la que funcionen los cuerpos de policía y procuración de justicia determinan en gran parte el éxito de una política de seguridad ciudadana.

    Digamos que no es nada fácil recomponer el tejido social, ni desarticular bandas delictivas, tampoco lo es enfrentar y anular la violencia con la que se imponen verdaderas corporaciones transnacionales criminales; sin embargo es absolutamente viable y factible recuperar la gobernabilidad en territorios donde la población civil es rehén de entornos criminógenos.

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    La razón de ser de las policías es proteger a la población, brindar seguridad y perseguir a la delincuencia; ningún delincuente, banda o agrupación criminal puede extra empoderarse sin que antes existan serias fallas o vicios en las corporaciones policiales.

    Atendiendo a su razón de ser, las policías preventivas y de investigación pueden y deben desde el ámbito de sus facultades limitar, encapsular, inhibir, perseguir y eliminar las distintas vertientes delincuenciales que afectan a las comunidades mexicanas. Esto solo es posible si se cuenta con una estrategia sólida de acción.

    Aunque garantizar la seguridad y justicia no depende únicamente de las policías, es en estas en donde descansa gran parte de la labor sustancial necesaria para lograr tal fin, la operatividad del aparato de justicia y de prevención del delito en sus tres niveles de gobierno funciona a partir de la acción policial.

    Es así que el paradigma de policía en México cobra una importancia mayúscula. La doctrina en la que se forman nuestros policías municipales, estatales y federales debe obedecer a una política de Estado, es decir, a una misión y visión que prevalezca en el tiempo y que trascienda a los periodos gubernamentales.

    La carrera y función policial es y debe ser eminentemente apartidista, debe estar libre de intromisiones político partidistas y sus operadores deben obedecer a una doctrina de servicio civil de carrera basado en el mérito, la disciplina, la lealtad a los principios, la valentía y  la capacidad de trabajo.

    Debe cambiarse el paradigma basado en la fuerza por el del paradigma de la inteligencia, no deben las policías aplicar tácticas que utiliza el mundo criminal, por el contrario deben siempre respetar la vida e integridad de los detenidos y actuar bajo el marco de la Ley.

    No hay nada que  desacredite más la función policial que el abuso de agentes policiacos contra la población civil; las detenciones arbitrarias, la fabricación o falsificación de evidencia y demás actos deleznables de servidores públicos contra personas inocentes deben frenarse y castigarse de manera categórica.

    Un mal policía obstaculiza el buen trabajo de los demás, de ser necesario debe aplicarse la baja masiva de agentes y mandos. Siempre es mejor tener fuera a quienes son proclives a entrar en negocios oscuros o a abusar de su placa, con pocos policías bien capacitados y honestos es posible lograr grandísimos avances en materia de seguridad ciudadana.

    Es así que la dinámica organizacional de una corporación policiaca va a redundar en resultados positivos al mediano plazo para la sociedad cuando se actúa en base a una doctrina de servicio, se privilegia la inteligencia sobre la fuerza, sus operadores están debidamente capacitados, se protege a la población en lugar de prestarse al abuso  y cuando es dirigida por mandos sin compromisos ilícitos.

    Ya existe un Sistema Nacional de Seguridad Pública donde constitucionalmente la carrera policial obedece a los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los derechos humanos.

    Haría falta invertir en mayores y permanentes controles de confianza para agentes y mandos, revisar y aplicar una doctrina policial mexicana para los tres niveles de gobierno y fiscalías, eliminar las prácticas arbitrarias y promover la disciplina personal y profesional como referente de actuación, empezando por los mandos.

    El respeto que ganen realmente las instituciones policiales nos pone del otro lado, del lado de la recuperación de la Paz. Sí es posible cuando se tiene la voluntad de hacerlo y cuando el compromiso es solo con la ciudadanía, eso es la normalidad que debemos buscar y exigir.

    “Temblar ante los hombres es un lazo;
    el que confía en Yahveh está seguro.”
    (Proverbios 29:25)

    ADN Moises Hernandez Sqr
    Moisés Hernández Félix

    Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.


    Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.

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