Dolor, hambre y miedo, son una constante de vida para una inmensa población animal en nuestro país. El abandono y el maltrato, son realidades que poco a poco han ido ganando terreno en cuanto a atención y visibilidad por parte de la ciudadanía. Si bien, hasta hace pocos años, las condiciones de los animales, en especial los de compañía, eran completamente ignoradas.
A pesar de que en la edad antigua, grandes pensadores de la humanidad habían ya hablado del valor de los animales afirmando ser seres poseedores de un alma y por ello, sujetos de derecho. Han tenido que pasar muchos siglos antes de que la sociedad reconociera como tal a estos seres que han acompañado al hombre desde su aparición en la tierra.
En México, de las 32 entidades federativas, 31 cuenta con una ley de protección de animales, sin embargo, no todas están actualizadas o son muy claras en sus textos, pues aunque se tipifica el abuso y maltrato como un delito, la mayoría de ellas no estipulan pena o sanción para sus victimarios, además de que hay muchas condiciones y especies que no son contempladas, lo que a la postre lleva que se conviertan en letra muerta.
Si bien, la promulgación de leyes de bienestar animal marca una visibilización de los derechos de los animales, es apenas como arrojar gotitas de agua clara en un pantano, máxime en un país como México que tiene en nada honrosos tercer lugar a nivel mundial en maltrato animal y el primero en América Latina, y donde 7 de cada 10 perros sufre algún tipo de maltrato.
Situación que se agrava en cuanto a condiciones de vida y disfrute de derechos en otras especies.
El maltrato animal es un tema que nos desnuda como sociedad, que nos muestra de cuerpo entero en cuanto al valor intrínseco que otorgamos a la vida y a desarrollarse plenamente y que como definió Gandhi: “La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que se trata a sus animales”
Durante la cuarentena impuesta por el Covid 19, algunos medios de comunicación y activistas, alertaron sobre el incremento inusual en número de animales abandonados. Lo que si bien ya es una tragedia en sí misma para cada uno de estos pobres animalitos, no debemos dejar de considerar que a mayor población de animales callejeros, mayores riesgos sanitarios para la población.
Enfermedades que antes eran prácticamente desconocidas como la Rickettsia tiene su origen en la falta de atención y cuidados a los animales de compañía. De hecho, diversos especialistas afirman que cada vez serán más comunes las enfermedades de origen animal en humanos, esto debido a la destrucción que se hace de sus áreas naturales, de la expulsión que viven de sus hábitats y de su consumo inmoderado.
En el caso de Ciudad Juárez, la situación no fue distinta, los reporte de animales en condiciones extremas de hambre y crueldad empezó a crecer exponencialmente, las voces alertando de animales echados a la calle, abandonados sin comida ni agua en sitios de peligro extremo aumentaba alarmantemente.
El cierre de negocios e industrias, la falta de dinero, el estrés y la violencia haciendo mella en los más débiles. La respuesta hasta hoy ha venido de ciudadanos comunes que solo necesitaron saber que había alguien sufriendo para tender la mano.
Es gratificante en el caso de Ciudad Juárez el ver cómo las páginas de redes sociales dirigidas al cuidado animal crece al igual que sus integrantes, que personas ordinarias hicieron un esfuerzo extraordinario para atender a las víctimas invisibles del Covid 19.
Este escrito más que un artículo de opinión, es un agradecimiento a todos aquellos que luchan por dignificar la vida animal, así como un llamado a entender que el fin de la injusticia y la violencia, pasan por el respeto, la empatía y generosidad con todos aquellos que son distintos a nosotros o que no tienen nuestras mismas condiciones.
Aún en cuarentena y con la crisis económica golpeando, ciudadanos anónimos se han dado a la tarea de rescatar y proteger a cientos de animalitos. Algunos han adoptado un nuevo integrante para la familia, otros han donado alimento o apoyado con pago de veterinarios.
Personas que sin poseer recursos han decidido ayudar a reconstruir almas quebradas por el hambre, el frío y la enfermedad. Héroes que sin apoyo público, ni privado luchan día a día por alimentar y sanar a las decenas de animalitos que han sido condenados sin culpa alguna a una muerte despiadada.
Personas humildes que han renunciado a lo poco que tenían para darlo a unas criaturas que jamás podrán pagárselos de otra forma que no sea con una larga y profunda mirada o con una pata sobre sus manos. Personas que han sacrificado su confort, sus ingresos, y hasta su espacio vital por recibir a uno más.
Gracias a todos ellos que, al ver los estragos de la pandemia en seres de 4 patas, se obligaron a apretarse más el cinturón para atenderlos, todo esto sin ningún tipo de ayuda, más allá de algunos nobles amigos amantes de los animales.
Los animales de compañía, es un tema de que traspasan de lo privado a lo público, que debe ser atendido por las autoridades como una arista más en el arte del equilibrio social. Cierto es que se empiezan a dar algunos pasos en materia de conciencia y denuncia pública, pero siguen siendo insuficientes para las grandes necesidades que se enfrentan.
Campañas masivas de esterilización y la aplicación de medidas y sanciones a quienes los dañen, sería un gran paso para la correcta aplicación de los derechos de los animales. Recordemos que una sociedad se mide por el nivel de derechos que adquieren sus ciudadanos y que la convivencia en paz y armonía se inicia desde pequeños con los más débiles.
La protección animal es un tema que nos incumbe a todos, ser conscientes de que al tener una mascota, nos volvemos responsables de una vida, que al igual que nosotros están aquí para desarrollarse.
Desde esta tribuna agradezco a todas aquellas personas que luchan por hacer de este, un mundo mejor.
Gracias a quienes luchan por el respeto y reconocimiento a la vida en todas sus formas. Cada uno de nosotros puede alzar la voz por aquellos que no pueden hacerlo.
Claudia Vázquez Fuentes
Analista Geopolítica.
Maestra en Estudios Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona.
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