La respuesta del por qué no quieren en las legislaturas y en algunos gobiernos el llamado ‘pin parental’ se centra en una premisa inocultable: la vida privada de algunos políticos y su familia cercana fue expuesta al terreno público y, ahora, legisladores, gobernantes y futuros candidatos, están encerrados en un serio conflicto moral.
Fueron sacados del ‘closet social’. En esencia, el problema central se agolpa en su vida íntima, en la forma en que viven esa realidad que los condena frente a su conciencia y a la fe cristiana a la cual no pueden o no quieren renunciar.
Los políticos no encuentran la forma de responder a la gran cantidad de cristianos, potenciales votantes del 2021, porque los secretos personales o de familia los están colocando en una situación muy complicada para su futuro político.
Los grupos que defienden la vida y la familia, entre los que se encuentran miles de cristianos evangélicos, católicos y activistas sociales, preparan una enérgica anti campaña electoral contra los políticos que han decidido apoyar la llamada ideología de género o no se ajustan a agendas legislativas Provida.
Uno de los eslogan de esa campaña es: “Apoyas el aborto, apoyas las uniones gays, apoyas los niños trans… ¡no cuentes con mi voto!”.
La pesadilla que viven los defensores de la vida, rebota en el recuerdo de la elección pasada que, motivados por el ‘cambio’ que necesitaba México, no razonaron su voto y se lanzaron en apoyo de los grupos progresistas que ahora promueven el aborto, las uniones de personas del mismo sexo, los niños ‘trans’, en algunos casos hasta la pedofilia y otras aberraciones que ni siquiera son bien vistas por los grupos lésbico-gay.
En el dossier de los políticos del Estado de Chihuahua, para nadie es un secreto el nivel de degradación moral de muchos legisladores, gobernantes y futuros candidatos. Las sospechas de su doble moral se convirtieron en una realidad inocultable.
El problema no es cómo viven o su definición sexual, sino que han transformado esa forma de vida en una ideología barata y la quieren llevar a los centros educativos convertida en un derecho, en un disfraz al que le han llamado ‘diversidad sexual’, que tiene como objetivo sexualizar, erotizar y convencer a los niños de que son dueños de su cuerpo y pueden hacer con él lo que les venga en gana.
Y aquí es donde se encierra el problema de nuestros políticos, algunos se han asumido como defensores Provida sin serlo. Predican una cosa pero hacen otra. En lo privado son abiertos simpatizantes del aborto; algunos son personajes encerrados en su propio closet sexual.
Es la historia que no se cuenta, porque supuestamente es la ‘vida privada’ de los actuales políticos y futuros candidatos; de los legisladores y funcionarios públicos que encierran muchas historias con las que chocan a la hora de apoyar las iniciativas de los grupos Provida, como el pin parental.
Negras historias de gobernantes y legisladores, de futuros candidatos, que están metidos en la pornografía, algunos en la infantil. Crónicas de terror de, por lo menos dos políticos ligados al PRI, que son pederastas. Uno de ellos intenta estar en las boletas electorales el próximo año.
Maru Campos, la alcaldesa de Chihuahua, ha mentido hasta el cansancio a los grupos Provida de la localidad que gobierna. En tres ocasiones aseguró que estaría en actos de protesta contra las corrientes que atentan contra la vida y la familia. Ese mismo número de ocasiones faltó a su palabra.
En el gobierno municipal tiene incluidas a decenas de feministas que son y defiende las relaciones lésbicas. Maru es una mujer soltera que intenta ser gobernadora de Chihuahua.
Ahora los grupos Provida observan con recelo a la política panista. Creen que los secretos divulgados en torno a sus preferencias sexuales no son fuego amigo, sino una realidad.
Un tema tan sencillo como el del ‘pin parental’ que no es otra cosa que la solicitud de los padres de familia para que se incluya en el Artículo 130 de la Ley de Educación estatal una simple línea que otorgue a los padres de familia la rectoría de la educación sexual, es motivo de un escándalo nacional y está siendo objeto de un manoseo político sin precedente.
Los legisladores y el mismo gobierno está utilizando a los grupos progresistas, muchos de ellos de las comunidades lésbico-gay, incluso a las titulares de los institutos de mujeres y de otras dependencias gubernamentales que defienden la igualdad de género, para hacer frente a los grupos Provida.
Al arranque del gobierno de Javier Corral, el logotipo estatal, máximo ícono del Estado -luego del escudo oficial- fue modificado por el nuevo inquilino de palacio. La bandera gay fue ondeada por el gobernante panista sin ningún pudor.
Nos trató de vender la idea de un gobierno incluyente, cuando en realidad se establecía un mensaje claro de quién llegaba al gobierno estatal. El Partido Acción Nacional declinaba su ‘Patria Ordenada y Generosa’ y, por decreto, se adentraba a una lucha contraria a su declaración de principios.
Sacerdotes católicos como Camilo Daniel Pérez, ‘El Pato’ Ávila y otros ministros de ascendencia jesuitas, que se distinguen por ser el ala progresista del clero, se subían al barco de Corral para hacer contrapeso en esa nueva visión del gobierno. Ahora la vida privada del gobernante, está en duda son muchas coincidencias que lo hunden.
Hace unas horas estuvo en Ciudad Juárez el precandidato de Morena al gobierno del Estado. El chihuahuense Rafael Espino de la Peña fue cuestionado sobre la agenda de la ideología de género (el aborto, las uniones del mismo sexo, el pin parental, los niños ‘trans’). En una penosa respuesta, sin comprometer su posición personal, dijo que serían las mayorías las que determinen qué hacer con un tema tan delicado.
Las ‘mayorías’ determinarán su conciencia, las mayorías establecerán el modelo de vida futuro de millones de niños chihuahuenses, en caso de que él sea el próximo gobernador.
El político multimillonario de Chihuahua, se debate entre la vida y la muerte política, al fondo de encuestas que lo hunden y lo hunden, porque si algo se desea en el presente, es definición y no vaguedades políticas.
No se trata de condenar al averno a los gays y a las lesbianas, por no actuar ni pensar como desearían las fuerzas Provida. El tema es más complejo, porque no se lucha contra ellos, sino contra la pretensión de incluir la ideología de género como un ente alienante que se convierta en la educadora de la niñez, como transformadores de la conciencia infantil.
No podemos decirle a los niños tócate tus partes como un mecanismo de placer, mastúrbate, permite que otros te toquen para que ambos tengan placer; acepta encuentros lésbico-gay “porque tienes derecho a elegir ser lo que tú quieras”; “ten relaciones sexuales, es tu cuerpo, tu vida, tu mente”.
Los gays y las lesbianas, unos conscientemente, otros sin saberlo, son la puerta de entrada de las aberraciones de otros géneros sexuales. Además se da paso a las adicciones sexuales como la necrofilia, la pedofilia, la coprofilia, y la zoofilia.
Mentes obtusas como la del legislador Gustavo de la Rosa Hickerson, de Morena, es el típico ejemplo de lo que nunca más debe llegar a puestos electorales. Su voto inmediato, sin consultar a la ciudadanía, a cualquier propuesta del ala progresista que tenga que ver con la ideología de género, da muestra de lo que es y representa.
El famoso ‘Pichú’ de la Rosa, cuando aún no era legislador, declaró que en sus mocedades había tenido acercamientos homosexuales con un militante de la izquierda, aún activo en las lides políticas. La declaración del derecho humanista, fue nota principal en un medio de comunicación impreso.
Y aquí decenas de preguntas: ¿cómo modificar su escala de valores y pensamientos?, ¿cómo luchar contra lo que él defiende y practica?, ¿cómo decirle que sea democrático?, ¿Cómo, cómo, cómo, cómo…? Una lucha muy desigual que puede acabar en las urnas del 2021.
Rafael Navarro Barrón
Periodista y Analista Político.
Cualquier información enviada a mi correo y/o whatsapp será atendida bajo el principio de la confidencialidad absoluta.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.