Las restricciones en los horarios para la venta de alcohol, al menos en nuestra ciudad, son sumamente cuestionables en su razón de ser; realmente su fin es poco claro, estas limitaciones no favorecen sustancialmente a la comunidad y sus efectos son más bien contraproducentes. Regresar a la venta de alcohol en botella abierta o cerrada en horario libre traería beneficios a la economía local y pudiera contribuir a desescalar en el mediano plazo una parte de la problemática de seguridad.
Desde la prohibición del alcohol en Estados Unidos mediante la llamada “Ley Seca” de 1920, Juárez experimentó una bonanza económica relacionada al comercio de alcohol que se contrabandeaba al país vecino y que dio origen a algunas familias adineradas, pero además la actividad económica se vio dinamizada por el turismo extranjero que atraído por la libertad de divertirse sin restricciones tenía en Ciudad Juárez un lugar de preferencia.
Es así que la fama de la Avenida Juárez llegaba a los oídos de las élites de la pujante nación norteamericana, donde centros de diversión como El Lobby, El Chairmont, La Fiesta, Kentucky o El Palacio Chino; por mencionar algunos, gozaron de fama internacional.
Aún después de derogada la “Ley Seca”, Ciudad Juárez continuaría con una destacada actividad turística, aprovechando también las necesidades recreativas de los miles de soldados de la base militar estadounidense de Fort Bliss durante y después de la segunda guerra mundial.
La posición geográfica de la ciudad permitió por mucho tiempo la captación de dólares a través del turismo, situación que siempre molestó a intereses norteamericanos que veían el caso de la vida nocturna de Juárez como una situación de fuga de clientes hacia México. La leyenda negra que comenzó comparando a Ciudad Juárez con Sodoma y Gomorra siempre ha tenido un trasfondo de intereses económicos.
Con todo, la actividad comercial de la Avenida Juárez siguió más que activa y otras zonas de diversión en la ciudad como el circuito Pronaf, entre otros, florecieron. Sin existir una limitación en los horarios de servicio de bebidas alcohólicas; los bares, restaurantes y centros de diversión por lo general permanecían abiertos las 24 horas; gozando la ciudad de un fuerte sector terciario que “daba para todos” y era verdadero ejemplo de productividad.
Durante la época sin restricciones de horario para la venta de bebidas alcohólicas, además de que se contaba con un sector de servicios fuerte que amortiguaba el desempleo padecido en otras regiones del país, se captaban divisas y se contribuía notablemente a mejorar la movilidad social; no se vivió una crisis de inseguridad tal como se ha padecido paradójicamente después de la implementación de las restricciones al horario de venta de alcohol.
Hacia 1987 se da un punto de quiebre, durante la gestión del gobernador Fernando Baeza Meléndez, se comienzan a regular los horarios de venta de alcohol en los negocios de la ciudad. Los testimonios de quienes vivieron ese cambio, coinciden en que fue un error garrafal para la actividad económica del sector servicios pues la dinámica comercial de 24 horas se comenzó a detener, con eso se afectó la productividad de muchos negocios de este sector económico.
Las directrices de la política neoliberal ya encaminadas desde el sexenio del presidente Miguel De La Madrid, implicaban que las zonas fronterizas como la de Juárez concentraran su fuerza productiva en la industria maquiladora, fomentando el debilitamiento deliberado de otros sectores como es el caso del turismo y sector servicios de Juárez. La restricción de horario en los centros de diversión en ese entonces puede entenderse como un franco freno a esta actividad productiva en aras de fortalecer los intereses maquiladores.
Si bien el turismo fue de más a menos, la actividad comercial relacionada a la vida nocturna continuó desarrollándose de manera importante hasta la primera década de los años 2000; donde las limitaciones de horario de venta de licor generaron actividades ilícitas como el comercio ilegal de las bebidas alcohólicas fuera de horario, las llamadas ventas “clandestinas” y los afteres party que funcionan como lugares para seguir la fiesta a veces de manera ocasional y recientemente aparecen lugares fijos donde además de alcohol pueden ofertarse otras sustancias o servicios después de que cierran los centros nocturnos.
Las continuas crisis de inseguridad y propaganda de terror que tienen lugar a partir de los años 90 no lograron apagar la actividad económica de las zonas de diversión hasta el año 2008 cuando la más severa crisis de inseguridad logró paralizar el sector terciario de la ciudad. El turismo extranjero con fines recreativos no regresaría desde entonces.
La restricción de horario en la venta de alcohol implica cadenas de corrupción que van desde la “cacería de conductores” que salen de los bares o centros nocturnos en las horas límite, venta “clandestina” de alcohol, operación pactada de lugares fuera de horario. Situaciones que contrario a brindar mayor seguridad a la población, crean mayor incertidumbre y conductas de conflicto con la ley.
Además, al momento de determinar una hora de cierre, los accidentes automovilísticos están a la orden de la noche, pudiéndose adoptar medidas preventivas que motiven la permanencia de clientes en los lugares antes de conducir automóviles en estado de ebriedad.
En fin, el quitar la restricción de horario para venta de alcohol puede detonar la actividad económica pues otros negocios además de los bares y centros nocturnos; como restaurantes, puestos de comida, cigarreros, músicos, etc.; se beneficiarían de los consumidores locales, realmente se diversificaría la economía local y se estimularía el regreso del turismo extranjero, recuperándose el círculo virtuoso perdido.
“Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócritas, ¿no desata cada uno de vosotros su buey o su asno del pesebre en día de reposo y lo lleva a beber?”
(Lucas 13:15)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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