Sartre en su fascinante obra “el ser y la nada” justifica su teoría del existencialismo en la proposición de que “la existencia precede a la esencia” cimentando así la responsabilidad del hombre de sus actos ejercidos con libertad.
Originalmente publicado el 12 de septiembre de 2017
Sartre en su fascinante obra “el ser y la nada” justifica su teoría del existencialismo en la proposición de que “la existencia precede a la esencia” cimentando así la responsabilidad del hombre de sus actos ejercidos con libertad. Lo contrario, en la propuesta “la esencia precede a la existencia” el hombre carece de responsabilidad de sus actos por estar previamente determinados y no ejercidos con libertad.
Un ejemplo de: “la esencia precede a la existencia”
Se piensa en construir una mesa con los siguientes elementos: cuatro patas, una cubierta, de madera y color negro. Estos cuatro elemento son la esencia, es decir, esta mesa fue pensada con estos cuatro elementos, si falta un elemento o se agrega un elemento será otra cosa menos la mesa pensada.
Cuando la mesa se construye exactamente con los cuatro elementos pensados, que son su esencia y previamente determinados: la mesa ya existe.
Traslademos esto en el hombre: Si la naturaleza dotó al hombre con ciertos elementos: alma, espíritu, cuerpo y otros. Estos elementos son la esencia del hombre. El hombre al existir deberá tener esos elementos de alma, espíritu, cuerpo y otros; si el hombre en su esencia le falta un elemento o le sobra uno simplemente no es hombre.
En este proceso el hombre vive cautivo de los efectos de los fenómenos del alma, espíritu, cuerpos y otros que le fueron impuestos previamente; también no tiene responsabilidad de sus acciones en base a que no fueron ejercidas con libertad, por estar, sus acciones, ya anteriormente determinadas por el alma, espíritu, cuerpo y otros.
Un ejemplo de: “la existencia precede a la esencia”
Retomemos el ejemplo de la mesa: la mesa no puede existir, es decir, estar construida y luego pensar en su esencia: las cuatro patas, la cubierta, de madera, de color negro. Por una simple y sencilla razón: carece de las facultades de la razón, pensamiento, entendimiento entre otras y no es libre.
Para mayor claridad, apliquemos esa proposición al hombre: el hombre simplemente está en el mundo existiendo en las condiciones físicas y espirituales que la naturaleza le doto; en estas condiciones el hombre inicia la construcción de su esencia: alma, espíritu, cuerpo entre otros; tiene la posibilidad que en el ejercicio de su libertad se puede formar a su manera personal, responsabilizándose de las consecuencias de sus acciones precisamente por estar ejercitadas con absoluta libertad.
Para construirse a sí mismo, el hombre debe conocer a profundidad: sus vicios, sus pasiones, sus virtudes, sus facultades, y demás. Ejerciendo su plena libertad podrá iniciar la construcción de sí mismo responsabilizándose de su acción y no responsabilizando a un tercero ajeno. Diferente sería que ese tercero ajeno le dictara al hombre la forma de construirse, en esta situación el hombre no es hombre al no ejercer su libertad: es una simple máquina que obedece al impulso que le dan.
Si la naturaleza creo al hombre, en consecuencia la naturaleza determinó todas y cada una de sus acciones bajo un esquema de normas morales generadas por la razón; de las cuales el hombre no es responsable por no ser ejercidas con libertad y estar ya previamente determinadas y sería injusto responsabilizarlo de algo que no realizó con libertad.
También, si el hombre no conoce a profundidad sus vicios, sus pasiones, sus virtudes, sus facultades, entre otros, tendrá un prejuicio de sí mismo y difícilmente podrá construirse por existir en él juicio previos a su construcción.
Al contrario, si el hombre existe y conoce sus vicios, sus pasiones, sus facultades, sus virtudes entre otros, el hombre tiene la capacidad de construirse a sí mismo, ejerciendo la más absoluta libertad, por lo tanto, es responsable de todas y cada una de sus acciones.
El prejuicio en el conocimiento del hombre de sí mismo tendrá como consecuencia un cimiento de sí mismo débil y frágil en el que jamás se podrá construir un edificio sólido y fuerte.
Es cuánto ¡un abrazo fraterno!

Guillermo Chávez
Abogado. Filósofo. Columnista.
Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
Descansa en Paz.
Hasta pronto querido amigo.