1929, la sociedad mexicana estaba exhausta después de casi 20 años de guerra. El baño de sangre que significó el movimiento armado no acababa de terminar; las facciones, a pesar del desgaste seguían levantadas y en armas. ¿La última gran victima? El propio presidente electo, Álvaro Obregón.
Es a consecuencia de este magnicidio que el gran vencedor, Plutarco Elías Calles decide la creación de un instituto político que funcione como válvula de escape para todas las fuerzas políticas, y que a la vez diera forma a los postulados sociales de la Revolución, nacía el Partido Nacional Revolucionario.
Solo la fortaleza política de Calles (después llamado Jefe Máximo) explica como todos los grupos y facciones accedieron a ceder sus ambiciones y aspiraciones (validas o no) y encausar su accionar político dentro de los cauces del partido. En las elecciones extraordinarias de noviembre de 1919, participarían con su primer candidato, don Pascual Ortiz Rubio.
Mas adelante, en las elecciones de 1934 participarían con su segundo y último candidato: el general Lázaro Cárdenas. El general Calles, convertido en factótum y ya abiertamente conocido como el “Jefe Máximo” pretendió seguir ejerciendo el poder detrás de los presidentes emanados del PNR, pero no contaba con que el general Cárdenas tenía otros planes.
En abril de 1936, tras dos años de fricciones y desencuentros, el general Calles es obligado a salir al exilio, por Cárdenas, quien, ya sin la oposición sistemática del callismo, toma el control del partido y le da un giro hacia la izquierda. Un par de años después, le cambia el nombre a Partido de la revolución Mexicana.
Cárdenas reorganiza el partido, eliminando la influencia que en el PNR habían tenido los viejos partidos regionales y estatales, y los sustituye con la creación de los “sectores”. Inicialmente, estos serian cuatro: el obrero, el campesino, el obrero y el popular, siendo estos sectores integrados por las grandes organizaciones gremiales, y convirtiéndose en ejes de trasmisión entre el gobierno y las grandes masas.
Paradójicamente, el único candidato presidencial que tuvo el PRM fue el general Manuel Ávila Camacho, que, en cuanto llegó al poder, empezó a revertir la gran mayoría de las reformas de corte socialista que Cárdenas había implementado. Podemos decir que, la contrarevolucion, y la derechización del poder inicio con este presidente.
En enero de 1946, justo antes de las elecciones presidenciales de ese año, el PRM cambiaria a su actual denominación: Partido Revolucionario Institucional, mismo que conserva hasta la fecha. Su primer candidato sería el llamado “cachorro de la Revolución: Miguel Alemán Valdez, quien, mantendría el proceso de derechización iniciado por su predecesor, como antecedente del anticomunismo que marcaría los subsecuentes gobiernos mexicanos durante la guerra fría.
El PRI, como tal, ha presentado un total de 11 candidatos a la presidencia de la República, donde los primeros 7 tuvieron triunfos increíbles de tan contundentes, siendo el mayor colmo el de López Portillo en 1976, porque contendió sin oposición registrada. La oposición la presentó El Partido Comunista en la persona de Valentín Campa, pero sin registro.
Desde 1929, y hasta fines de los ochentas, la corriente progresista denominada Nacionalismo Revolucionario tuvo espacio dentro del PRI, ni el llamado “Desarrollo Estabilizador” ni el “Milagro Mexicano” pudieron terminarla, pero durante el sexenio de Miguel de la Madrid, dicha corriente fue virtualmente echada del partido, y remplazada por el “moderno” neoliberalismo que se venia imponiendo en el mundo.
1988 significaría la primera (y a la postre mortal) ruptura del PRI, en donde por primera vez, su candidato no alcanzaría más del increíble e improbable 90% de los votos, Salinas llegaría al poder con un muy cuestionado y magro 50.36% de los votos. Ya nunca más tendríamos presidentes electos con niveles superiores al 90%, por la sencilla razón de que los procesos electorales, con todo y sus problemas y carencias, serian procesos de elección reales.
La irrevocable disolución del PRI, esa locomotora que hubo de conducir los destinos de la nación, inició a partir de ese 1988. En ese periodo, no solo abjuraron de la doctrina que les dio sustento ideológico, sino que sin el mayor pudor abrazaron los ideales que, precisamente, se oponían a lo que el PRI significaba: el Panismo. El PRI no desapareció, pero se convirtió en mellizo ideológico del PAN.
Fue tal la perdida de cuadros y el desprestigio social derivado de la corrupción endémica que los envolvía, que, para las elecciones del 2018, tuvieron que modificar sus estatutos para que pudieran tener un candidato “competitivo”. El PRI estaba ya en franco desfondamiento.
Por si eso no fuera suficiente, en el proceso actual que habrá de culminar el año próximo, pudiendo tener una participación decorosa en el proceso interno del Frente por México, decidieron sacar de la manera mas burda a quien se aprecia como su ultimo estertor, Beatriz Paredes.
El otrora partidazo hoy ni siquiera va a tener candidat@ propi@, están completamente enganchados al tren neoliberal de la oligarquía y lo hacen de la manera más vergonzosa, como un triste cabús.
Es cuánto.
José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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