Sin agua sencillamente la vida desaparece, su uso y administración es y será cada vez más determinante en el desarrollo económico y en la calidad de vida de las comunidades.
Los recursos hídricos de México, al igual que en muchas partes del planeta, se encuentran cada vez más bajo mayor presión. De manera particular el problema es naturalmente más acentuado en las zonas desérticas como es el caso de Ciudad Juárez y el Estado de Chihuahua.
Es un tema que requiere de un análisis profundo y de la orientación adecuada que puedan darle la Academia, los sectores productivos, la sociedad civil y el Estado mexicano a una política de recursos hídricos con resultados en el corto, mediano y largo plazo; que trascienda a los periodos de gobierno.
El desafío del agua implica que su abasto será determinante en el crecimiento económico y desarrollo de las regiones. La relocalización de inversiones en Asia, particularmente de China, hacia zonas más cercanas a los mercados de los productos, (el nearshoring) obliga a países como México a pensar en nuevas formas de sustentar la productividad industrial que, como todo, requiere del vital líquido.
El derecho humano al agua se reconoce en el artículo 4, párrafo 6 de nuestra Carta Magna: “Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. El Estado garantizará este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos, estableciendo la participación de la Federación, las entidades federativas y los municipios, así como la participación de la ciudadanía para la consecución de dichos fines”.
Todas las personas deberíamos tener garantizada de manera permanente y gratuita la cantidad suficiente de agua que nos permita desarrollar las actividades propias de la vida diaria. De ninguna manera el acceso al agua debe concebirse como un servicio que proporciona una mercancía o producto y su administración debe estar sujeta al interés general y ajena de manera fundamental a la lógica de ganancias con la que se manejan los negocios privados.
Lo anterior también implica que la ciudadanía contribuya con el cuidado del líquido vital y haga uso responsable del mismo. Tampoco es posible no pagar más por el consumo doméstico excesivo y la diferenciación entre tarifas domésticas, comerciales e industriales que den viabilidad financiera a los organismos de suministro urbano del agua.
La misma Constitución determina en el artículo 27 la propiedad nacional de las aguas, permitiendo la explotación de las aguas del subsuelo por particulares. La supervisión y gestión de las aguas superficiales (ríos, lagos, presas) es de extrema importancia pues su contaminación o la falta de previsión pueden desencadenar serios problemas de seguridad interna.
Por otra parte, diversos estudios señalan una creciente sobreexplotación de las aguas subterráneas del país; situación que se acentúa en el norte, donde las aguas superficiales son menos abundantes, el clima es árido y las sequías amenazan con cada vez mayor gravedad a los ciclos agrícolas.
La creciente severidad de las sequías extremas, aunado al aumento de las temperaturas experimentadas en los últimos años en el norte de México, han disminuido el almacenamiento de agua en las presas, mermando la producción agrícola y afectando de manera directa la calidad del abastecimiento de la misma en los centros urbanos.
El artículo 115, fracción III de la Constitución establece las facultades de los municipios en el tema: “Los Municipios tendrán a su cargo las funciones y servicios públicos siguientes:
1.Agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de sus aguas residuales”.
La vigilancia de la sociedad civil viene a ser importante para advertir a la opinión pública sobre el crecimiento desordenado de los centros urbanos y movilizar a la colectividad cuando se lleguen a orientar nuevos desarrollos habitacionales o industriales que carezcan o pongan en riesgo la sustentabilidad de los recursos hídricos.
La competitividad y desarrollo económico del país nuevamente viene a determinarse por el grado de transferencia y desarrollo tecnológico que logremos alcanzar. Una adecuada gestión del agua va a requerir de grandes inversiones en tecnología de aprovechamiento y tratamiento de las aguas nacionales.
Existen casos a nivel internacional (medio oriente, Estados Unidos) en los que la ingeniería y construcción de plantas desalinizadoras han resuelto de forma importante o al menos de manera parcial el abasto de agua. Es posible fondear grandes proyectos hidráulicos a través de la cooperación transnacional y en estrecha vinculación con la iniciativa privada.
De acuerdo con el INEGI, los Estados del norte de México reciben apenas el 9% del agua renovable al año (agua factible de explotar sin afectar el ecosistema), lo que obliga a generalizar y mejorar la tecnificación del riego agrícola y producción ganadera; así como a invertir en el tratamiento, recuperación o reutilización de aguas residuales.
En México la política del agua es coordinada por la Comisión Nacional del Agua, cuya importancia hace pensar en un rediseño institucional que convierta a la CONAGUA en Secretaría de Estado, como en su tiempo lo fue la Secretaría de Recursos Hidráulicos.
Es así que las grandes obras de infraestructura hidráulica, tendrán que acelerarse o planificarse de manera urgente si es que no queremos rezagarnos aún más en cuanto a la competitividad agrícola e industrial. Con un presupuesto ajustado, es necesario reorientar recursos para este fin.
De igual manera es impostergable la actualización en la legislación vigente respecto al vital líquido (ordenada incluso por la Suprema Corte); que incluya brindar mayor margen de acción a la sociedad civil y haga posible la rendición de cuentas respecto a la gestión del agua en los tres ámbitos de gobierno.
El tema del agua es tan importante que debe estar en la propuesta política de quienes buscan gobernarnos o representarnos desde los municipios, Presidencia de la República, congresos locales o cámaras legislativas. De igual forma deberá ocupar un lugar preponderante en la agenda del próximo gobierno y legislaturas.
Sin agua no hay nada que hacer.
“Vosotros daréis culto a Yahveh, vuestro Dios, yo bendeciré tu pan y tu agua. Y apartaré de ti las enfermedades.”
(Éxodo 23:25)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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