Extraño esa soledad que me permitía perderme en el bello mundo de mi imaginación, fluctuando a gran velocidad, entre llegar al límite del universo mentalmente e inventar una palabra jamás pronunciada…
Originalmente publicado el 2 de enero de 2018
Cuando chiquillo, acostumbraba caminar solitario en las tardes por los campos de mi hermosa tierra, Jiménez Chihuahua; sumido constantemente en las delicias de una feroz batalla entre preguntas descabelladas y respuestas irracionales e ilógicas.
Hoy, extraño esa soledad que me permitía perderme en el bello mundo de mi imaginación, fluctuando a gran velocidad, entre llegar al límite del universo mentalmente e inventar una palabra jamás pronunciada; dibujar en la tierra un objeto cuya figura nunca haya pasado por mis sentidos; pero… el hambre, el sueño y la sed me obligaban a regresar a casa, contento y satisfecho por la cosecha de esa tarde: un costal repleto de dudas, que cargaba en mi espalda.
Recuerdo claramente que la curiosidad de la niñez me planteaba la siguiente interrogante: ¿cuál es el origen que genera la necesidad del individuo de trabajar exhaustivamente para obtener las materias que les satisfacen sus necesidades naturales y lo conduce a olvidarse de sí mismo?
El tiempo me regaló múltiples respuestas que fueron rechazadas conforme las enfrentaba con la realidad. Estoy seguro, nuevamente, que esta respuesta sí se adhiere y está conforme a la experiencia.
Ha trabajar en la propuesta de solución: el individuo debe contribuir y participar equitativamente en el sostenimiento y construcción de la sociedad; así, con justicia, el individuo recibirá de la sociedad lo suficiente para la satisfacción de sus necesidades ineludibles; en la medida que el individuo colabore recibirá la retribución social. Esta es una relación de individuo y sociedad ideal; la realidad condiciona de insuperables formas este objetivo.
Por un lado, el individuo no está conforme con la satisfacción de sus necesidades elementales ni con su desarrollo paulatino y sistemático ajustado a su capacidad; su ambición desmedida debilita su capacidad y fortalece su obligación de coadyuvar en favor de la sociedad en una dimensión y magnitud que esta fuera de su poder.
Por otro lado, la sociedad no le restituye al individuo lo suficiente debido a su incapacidad basada en el sostenimiento de actividades no esenciales en el cumplimiento de su función, originada por los intereses individuales imposible de satisfacer su voracidad.
La propuesta de solución es una estricta austeridad en todos los ámbitos de la sociedad y del individuo. Entendiendo como austeridad simplemente la falta de exageración o la esencia de la cosa misma. La austeridad se nutre necesariamente de una filosofía, de una ideología y principalmente de una actitud del individuo hacia la vida y, por tanto, no puede consolidarse en un ambiente estructurado en la ausencia de filosofía e ideología.
La austeridad en el individuo estriba en el esfuerzo para obtener la satisfacción de las necesidades inherentes a su naturaleza; que son inevitables. Esquivando y librándose de del empeño de cumplir con esas necesidades creadas por la sociedad consumista y fortalecidas por el egoísmo del individuo.
En cambio, la austeridad en la sociedad consiste fundamentalmente en someter su actividad estrictamente a los temas que ofrecen la satisfacción de las necesidades naturales del individuo y abandonar esos rubros útiles solamente a alimentar las actividades del individuo producto de su egoísmo. Nuestra economía está planificada con base en el lucro y ha creado una demanda artificial.
Concluyendo: la austeridad como falta de exageración en las cosas, basada en conceptos ideológicos, filosóficos y una actitud firme del hombre en fortalecer estrictamente la satisfacción de las necesidades naturales inevitables, es la solución a los problemas generados por la insaciable exigencia al individuo de contribución a la sociedad para solventar sus requerimientos primordiales.
Así, el individuo tendrá tiempo para sí mismo; lamentablemente esta es la mayor desgracia en un sistema carente de austeridad y si sostenido por la gula y el desenfreno.
Es cuanto ¡un abrazo fraterno!
Guillermo Chávez
Abogado. Filósofo. Columnista.
Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
Descansa en Paz.
Hasta pronto querido amigo.