Para mejorar, reformar o cambiar el Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, lo primera es conocerlo. Ver que su evolución desde 1980 cuando se crea fue antecedido por tres convenciones nacionales fiscales y que el Sistema aparece en 1980, después de ser aprobado en el Congreso junto con la sustitución del IVA en lugar del ISIM.
Me sorprendió ayer ver un documento sobre Las Finanzas Públicas Locales, que muy al principio en una figura, que llaman la Coordinación Fiscal en el Tiempo, se confunden u omiten los hechos, por ejemplo se dice que la Primera Convención Nacional Hacendaria de 2004 –la única hasta este momento- fue en 1988 ¡!!,; que en 2007 se Reforma el Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, cuando ese año sólo se modificó para 2008 en adelante la Fórmula de distribución de Participaciones –es la fórmula vigente-, pero omite por ejemplo el cambio de Formula de 1990, que fue producto de un amplio consenso entre las propias entidades federativas y las autoridades hacendarias nacionales. Tardo un año de reuniones de trabajo.
Se habla de una Reforma al Sistema Nacional de Coordinación Fiscal en 2013 (¡!!!) se omiten las dos Convenciones Nacionales previas a la creación del SNA.
Comprensible lo anterior, porque este es un trabajo académico perfectible, que se puede corregir.
Por otra parte, ayer se llevó a cabo la Reunión de la Comisión Permanente de Funcionarios Fiscales, que tan útil ha sido para el País, y que es el espacio donde han discutido los cambios de fórmulas y todos los puntos que tienen que ver en las relaciones fiscales de ambos órdenes de gobierno. No olvidemos el tema de la “suma cero”, esto es si alguien gana, alguien pierde, de ahí que los debates de las entidades federativas entre sí con las federales, sean tan intensas, pero siempre se logran consensos y acuerdos entre ellos.
Un ejemplo, se modificó en 1990 el Fondo de Fomento Municipal, para intentar suplir la falta de facultades legislativas del orden municipal, y para que hubiera una mejor manera, para distribuir las participaciones a los municipios, introduciendo estímulos al esfuerzo recaudatorio de predial y agua, que funcionaron bien hasta 2007, y que solo quedó en algunas de las fórmulas estado municipios. Se llevó y se llevó al FFM al 1 por ciento de la Recaudación Federal Participable, concepto que no se creó por supuesto en 2004.
Ese ejercicio de los noventa fue positivo, los incentivos al esfuerzo recaudatorio local funcionaron, las reservas de contingencia y compensación funcionaron y se lograron aumentos en la recaudación local.
Este tema es central para estados y municipio y las universidades públicas estatales deben promover el estudio de estas materias, que tanta falta les hace, no solo para tener funcionarios preparados para la administración de las finanzas locales, mejorar sus relaciones entre órdenes de gobierno, también para que estén preparados para afrontar la fiscalización superior y reducir las observaciones de que son objeto.
En suma, para que tengan un ejercicio de su gasto público más ordenado y transparente, que asuman su responsabilidad fiscal en la recaudación de los impuesto e ingresos no tributarios que la Ley les permite, y que cuando busquen y puedan contratar deuda lo hagan correctamente y la usen para inversión productiva.
Lo repito si gastan correctamente y administran de manera transparente su hacienda pública, se podrán ayudar ellos mismos. Un tema que queda es el de la creación de Sistemas Estatales de Coordinación Ingreso Gasto. Entre estados y municipios.
David Colmenares Páramo
Auditor Superior de la Federación para el periodo 2018-2026. Economista por la UNAM con una larga trayectoria en el sector público y en la docencia desde 1978.
Cuenta con diversas publicaciones y es en la actualidad miembro de los Consejos Directivos del Colegio Nacional de Economistas, del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) y del Comité Técnico de la Conferencia Nacional de Municipios de México.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.