Un guión tan simple con tres largas horas de duración ofende hasta con el título a la sociedad mexicana.
El destacado director de cine Luis Estrada, guionista, director y productor de las películas “La Ley de Herodes”, “Un Mundo Maravilloso”, “El Infierno” y “La Dictadura Perfecta”, se ganó un lugar privilegiado en el gusto del público y sobre todo por la forma de satirizar a los políticos, denunciando además a la corrupción en forma de comedia con humor negro.
Analizando sus filmes, Estrada desnuda a los políticos corruptos que han dañado a la nación iniciando con el PRI, luego con el PAN, como principales partidos que dominaron antes de MORENA.
Cuando se estrenaron sus películas, refirió que recibió amenazas del gobierno en turno, tratando de censurar el contenido ya que hasta a los expresidentes los incluye en la forma que son juzgados por los mexicanos.
Su más reciente producción “Que Viva México” se estrenó bajo un esquema de publicidad en el que el propio director la recomienda como el gran proyecto de su vida que le llevó seis años lograr filmarla, sin ningún apoyo del gobierno.
Sin embargo, debo mencionar que me decepcionó. En mi opinión el guion desarrolla una historia demasiado sencilla, pero a la vez denigrante para México y para los mexicanos.
El argumento, cuyos diálogos son ofensivos, plagado de palabras obscenas, carece de rumbo. La película tiene una duración de tres horas que son demasiadas para contar un tema que no tiene nada en especial, pues proyecta la peor imagen de los mexicanos que son pobres como carentes de ilusiones, anhelos y progreso. Los retrata como conformistas, flojos, egoístas, sucios, sin principios morales, hipócritas e infieles en un ambiente hostil y degradante.
Cuando vi en televisión una entrevista que le hicieron al director de la película Luis Estrada dijo: “Esta película es el espejo de una sociedad, un país y un tiempo, que es el que estábamos viviendo. Me interesaba hablar de la polarización y de la intolerancia. De cómo veo yo que había expectativas sobre un cambio social, sobre un cambio político. Yo tenía la ilusión de que iba a ser más progresista este gobierno” (SIC).
Por lo que difiero completamente. Su película denigra a México. Es corriente, vulgar, ajena a la realidad del México que hemos construido con mucho esfuerzo. Discrimina principalmente a la gente de pobreza extrema, como si fueran flojos, deshonestos, hipócritas, alcohólicos, carentes de valores morales y religiosos.
Da vergüenza que exhiba a México a través de la zona minera abandonada ubicada en San Luis Potosí conocido como pueblo fantasma, como si fuera un pueblo mágico, en la que los personajes no tienen ni para comer frijoles y son gobernados por un político corrupto. El pueblo abandonado además de feo lo retrata en su más asquerosa imagen, como si en realidad fuera así.
Da pena ajena que se exhibirá en todo el mundo cuando Netflix la estrene en su portal. Países que no nos conocen creerán que somos todo lo negativo además de corruptos.
Difiero porque el director afirmó que retrataba a todos los mexicanos como somos y es completamente falso, es inmoral y fuera de la realidad. Los extranjeros que nos visitan nos reconocen como hospitalarios, generosos y buenas personas. Ese México si acaso existe es demasiado pequeño para nuestra grandeza.
Siempre me han molestado las películas extranjeras que nos discriminan con escenas ofensivas cuando nos ponen como gallineros y limosneros que nada tienen que ver con el guion de la película, como el final de “Terminator”.
Esta vez me sorprendió el productor, director y guionista Luis Estrada. Se comportó como el cangrejo que no deja llegar a la cima a otro. Se confirma que el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano.
En la entrevista Luis Estrada dijo que admiraba a Ismael Rodríguez, por lo que lo imitó al caracterizar tres personajes distintos, tres de los actores principales Damián Alcázar, Joaquín Cossío, y Salvador Sánchez como lo hizo exitosamente Ismael Rodríguez en los “Tres Huastecos”, pero no le llegó ni a los talones a don Ismael Rodríguez como director, ni mucho menos los actores a Pedro Infante -con el debido respeto-.
A nuestras mujeres las generaliza como infieles, sin principios morales y que solo sirven para provocar a los hombres el deseo carnal que en mi opinión ofende su dignidad y capacidad. Igualmente denigra a la religión católica porque el sacerdote del pueblo es sucio, barbaján, lépero, y utiliza el templo para sus reuniones familiares donde los insulta, sin respeto alguno al recinto sagrado.
Lástima de reparto que no supo aprovechar. Tres horas en la misma locación aberrante. Imaginen tres horas de duración con las actuaciones de Damián Alcázar y Joaquín Cosío, orgullosamente juarense que ha escalado en el cine internacional con gran éxito, interpretando a tres personajes cada uno, que no aportan nada positivo para nuestra patria que tanto necesita mejorar su imagen en el mundo.
Además, actúan Ana de la Reguera, Ana Martín, Silverio Palacios, y Salvador Sánchez, cuyos personajes los pudo interpretar cualquier actor o actriz por la insignificancia de los mismos.
Ante de que se estrenará la recomendé por la trayectoria de Luis Estrada, por lo que me siento comprometido a dar mi opinión y pedir disculpa por anticipar lo que creí que sería otra gran película de este director al que le ganó la soberbia.
No la recomiendo. Si desean verla espérenla en Netflix, porque el cine es para disfrutarlo y se paga para ver lo que vale la pena.
Héctor Molinar Apodaca
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
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