Más allá de lo que a través de las palabras se pueda describir, los efectos de la pandemia en las familias es una cuestión que se ha vivido –y sufrido- en condiciones muy particulares. Sin embargo, confiados de la facilidad para adaptarse que nuestras niños y niños han demostrado en esta prueba inesperada, hacemos de lado que también para ellos la “nueva normalidad” ha resultado devastadora. Sin duda todas las familias hemos tenido que salir avante, pero existe la gran duda en cuanto a nuestros menores: ¿Será esta la generación perdida?
La pandemia muestra su peor cara a niñas, niños y adolescentes, y a la par de la difícil situación económica, aumentan problemas como la violencia doméstica, la hambruna, el aislamiento, abuso infantil, además de problemas de salud mental, acceso limitado a servicios educativos y de salud, aunque, de manera mucho más grave ha aumentado la orfandad.
En Chihuahua, de acuerdo al INEGI, entre los meses de mayo de 2020 y junio de 2021 casi mil setecientos menores en Chihuahua perdieron al menos a su madre a consecuencia del COVID-19, aunque esta cifra puede resultar muy por debajo de la realidad, ya que surge de un estimado en el que se calcula que las familias solo tienen un hijo.
Partiendo de la necesidad de generar información certera para la correcta toma de decisiones, hay instancias como la Comisión de Derechos Humanos de la CdMx que han colaborado con organizaciones de la sociedad civil para generar información a través de consultas como “Caminito de la Escuela” e “Infancias Encerradas”. Los resultados de estas consultas nos han enfrentado a nuestros propios miedos: las niñas, niños y adolescentes de Chihuahua están preocupados por no entender los contenidos educativos, por las tareas excesivas, la frustración de relacionarse virtualmente con sus compañeros y maestros, así como por la incertidumbre en cuanto a los esquemas bajo los cuales continuarán su educación y por cómo serán evaluados.
Sin embargo, en el caso de Chihuahua, aún no existe información clara que provenga de fuentes que hayan involucrado a instituciones públicas del estado, y es necesario tener datos precisos en cuanto a las y los menores en orfandad: ¿Cuántos niñas y niños huérfanos hay? ¿Quién los apoya y se hace cargo de ellos? Este espacio inicia con una interrogante a manera de título, que está seguida por esta y muchas más preguntas que demandan de una respuesta para actuar de manera pronta. Necesitamos sin duda el apoyo de la Gobernadora para poner cara a estos números y tener un registro preciso de menores huérfanos, humanizar la estadística y ser responsables, sin olvidar que las buenas intenciones requieren de recursos para transformarse en hechos.
Entre la incertidumbre que a todos nos invade, es necesario encontrar la certeza: es un hecho que ninguna familia, ninguna administración está preparada para hacer frente a esta desafortunada situación por la que atraviesan nuestros menores, pero esto no es pretexto para evadir la obligación que como adultos tenemos: debemos ir más allá de lo posible y generar alternativas que hagan frente a las necesidades de nuestras niños y niños, quienes deben ocupar un lugar primordial en los esfuerzos de recuperación para evitar que esta generación sea dañada de manera permanente.
Las y los niños son primero. Celebremos este próximo 20 de noviembre el Día Mundial de la Infancia con acciones útiles y palpables que realmente actualicen el interés superior de la niñez garantizando sus derechos.
Benjamín Carrera Chávez
Doctor en Problemas Económicos por Universidad Autónoma Chapingo.
Actualmente Diputado Local por el 5to Distrito de Chihuahua, Profesor-investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración de la UACJ y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT, Nivel 1.
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