En el intrincado baile de la vida, la interacción entre lo masculino y lo femenino se manifiesta como una sinfonía de energías complementarias. La esencia masculina, en su expresión de acción y resolución, se convierte en el arquitecto que da forma a su entorno.
Cuando una mujer solicita la resolución de un problema, no hace más que convocar la naturaleza masculina inherente. La oposición a esta energía implica desconectar una cualidad fundamental. Es en la armonía de estas fuerzas opuestas donde encontramos la plenitud.
La naturaleza femenina, por otro lado, se revela en la interioridad, nutriendo y proporcionando un espacio seguro. Cuando un hombre resuelve, la mujer sostiene y apoya, creando un equilibrio esencial.
En la búsqueda de amor, reconocimiento y aceptación, los hombres revelan un anhelo profundo. Surge así la necesidad de hombres emocionalmente presentes, aunque coexiste con un resentimiento hacia aquellos que no ofrecen este regalo emocional.
El miedo masculino a la responsabilidad se enreda con la culpa y la vergüenza, acompañado por un dolor profundo al no sentirse amados por quienes son, sino por lo que producen. La sombra de la resolución se cierne sobre la sociedad, exigiendo no solo hombres que resuelvan, sino también mujeres que amen y nutran. Este conflicto persiste, alimentado por la resistencia a reconciliarse con estas dualidades.
Hasta que no abracemos la paz con lo masculino y lo femenino, continuaremos siendo reacios a vivir como un equipo. La reconciliación de estas fuerzas opuestas no solo es esencial para la salud individual, sino también para la evolución de una sociedad que busca equidad y comprensión mutua.
En la intersección de estas energías, podemos encontrar la armonía, reconociendo que tanto la resolución como la recepción son pilares igualmente vitales en la construcción de relaciones y sociedades plenas. Así, en la aceptación y celebración de estas dualidades, podemos tejer el tapiz de una existencia más rica y significativa.
Verena González
Lic. en Ciencias de la Comunicación