El salón Cibeles vibraba con una energía especial. Las conversaciones en voz baja, los saludos entre conocidos y los nervios discretos llenaban el ambiente, como si todos entendieran que el acto que estaban por presenciar era más que un simple informe: era un reflejo del esfuerzo de una comunidad que trabaja, sufre y resiste, pero que también tiene esperanza.
Cuando Rubí Enríquez Parada hizo su entrada, acompañada por su familia y el alcalde Cruz Pérez Cuéllar, hubo algo en su caminar que denotaba más que la formalidad de un evento público: una cercanía sincera con los presentes, como si su gestión en el DIF fuera una prolongación natural de lo que ella es en lo cotidiano. El aplauso con el que fue recibida no fue solo cortesía, sino reconocimiento. La escena tuvo un matiz casi familiar cuando la maestra Mireya Porras, con esa calidez que la caracteriza, elogió el vestido rojo de Rubí. Su comentario desató una respuesta rápida e ingeniosa del alcalde: “Es rojo PT”, dijo, arrancando carcajadas y relajando los ánimos. Fue un detalle mínimo, pero significativo: una muestra de cómo lo político y lo personal se entrelazan de manera inevitable, incluso en momentos de cercanía.
El discurso de Rubí Enríquez no fue una simple lectura de logros administrativos. Al hablar, su voz transmitía un compromiso que trascendía las cifras. Hizo énfasis en algo esencial: la dignidad de las personas mayores y la protección de la infancia, no como un eslogan, sino como una responsabilidad compartida.
“Esta ciudad debe ser un lugar donde las niñas, niños y nuestros mayores encuentren cuidado, respeto y oportunidades para desarrollarse plenamente. No podemos bajar la guardia en su bienestar, pues cada mejora en nuestros programas es una oportunidad de vida para alguien que nos necesita”
Su determinación que dejó claro que no se trataba de un ideal distante, sino de una meta urgente. Y es que, en una ciudad marcada por la violencia y la desigualdad, esas palabras se sienten como una promesa que todos desean ver cumplida.
El anuncio de una campaña masiva para informar a los padres sobre los servicios del DIF reveló la esencia de su enfoque: la construcción de una red de apoyo desde lo más básico, desde lo familiar. “El cuidado infantil es una responsabilidad colectiva”, recordó Rubí, dejando en claro que el abandono o la indiferencia hacia la niñez no son solo fallas del sistema, sino del tejido social en su conjunto.
El alcalde Cruz Pérez Cuéllar tomó también la palabra, y en sus palabras hacia su esposa no hubo condescendencia, sino un reconocimiento genuino. La describió como una mujer incansable y comprometida, alguien que no teme involucrarse directamente en los programas, ya sea en una escuela, en una visita a un centro de atención, o compartiendo un momento con adultos mayores. Las palabras del alcalde resonaron más fuerte aún cuando anunció que Juárez sería la sede del arranque del Sistema Nacional de Cuidados, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum. Ese anuncio tiene un peso histórico en una frontera donde las mujeres han sido motor de la economía maquiladora, pero también sostén de sus familias. La posibilidad de que esta ciudad se convierta en ejemplo de políticas de cuidado dignifica, finalmente, a esas mujeres que por años han trabajado en silencio.
María del Rocío García Pérez, presidenta nacional del DIF, también se unió al reconocimiento. “Juárez es símbolo de esfuerzo y tenacidad”, afirmó, subrayando que el trabajo de Rubí y su equipo es más que una gestión eficiente: es una transformación que inspira.
El evento concluyó entre abrazos, apretones de manos y palabras de agradecimiento. Rubí Enríquez, lejos de escudarse tras la formalidad de su cargo, se tomó el tiempo de saludar a quienes se le acercaron, particularmente a los adultos mayores y familias beneficiarias de los programas del DIF. Ese gesto sencillo pero profundo dejó claro que para ella, la labor social no termina al final de un discurso. Con este tercer informe, la presidenta del DIF no solo rindió cuentas, sino que dejó un mensaje contundente: el bienestar comunitario es una tarea que se construye en equipo, con cada esfuerzo diario y con la participación de todos los sectores.
Al salir del salón Cibeles, la sensación que predominaba no era de triunfo ni de complacencia, sino de esperanza. En cada programa del DIF, en cada historia de mejora, late la posibilidad de un futuro más justo e inclusivo. Y en una ciudad como la nuestra, donde a veces el desánimo parece ganar la batalla, ver esos gestos de humanidad es una palmada a la esperanza que nos motiva a seguir luchando.
Juárez, con sus heridas y desafíos, aún tiene corazón. Y el trabajo de Rubí Enríquez es una prueba de ello y su mensaje insoslayable de que el verdadero cambio no se logra con discursos grandilocuentes, sino con empatía, compromiso y, sobre todo, con la voluntad de hacer de esta ciudad un lugar más digno para todos.
David Gamboa
Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.