59 días y contando. A pesar de lo optimista que los medios propagandísticos rusos se mostraron al inicio de la “operación militar especial” de Rusia sobre suelo y cielo ucraniano, la situación cada vez se va más alejada de una salida diplomática o en el corto tiempo. El vaticinio de los diferentes internacionalistas actualmente difiere entre aquellos que consideran que el conflicto finalizará a finales del 2022 y quienes creen que se prolongará en el tiempo de forma indefinida.
Lo que es innegable es que no está resultado el paseo por el parque que el ejército ruso estimó en un principio, la moral y disciplina del ejército ucraniano, sumado a la tremenda resistencia y lucha que el pueblo está dando están ralentizando el paso de Rusia hacia la capital, que al inicio de la operación estimaba que en un corto tiempo estaría tomando Kiev la capital.
Es claro que las cosas no están resultando tan sencillas, para el ejército ruso que avanza lentamente sobre territorio ucraniano. Aunque durante la madrugada del viernes Rusia aseguraba haber tomado el control de Mariúpol, lo cual le permitiría abrir un corredor pro ruso de Donbás hasta la península de Crimea.
La misma resistencia y defensa del suelo ucraniano es lo que hace pensar que Putin podría recrudecer la intensidad de los ataques. Europa está convencida de que lo peor está por llegar y la experiencia ha demostrado que quien domina el aire gana la guerra. Ucrania está haciendo una excelente defensa antiaérea, a pesar de que en los primeros días del ataque ruso sus instalaciones fueron destruidos y que su equipo anti misiles es armamento viejo.
Es esta defensa exitosa la que sorprende a los expertos, pues Rusia ha desplegado el triple de aviones de combate que Ucrania. Según el Pentágono, los aviones rusos han realizado 250 misiones militares con una media de 30 ataques aéreos por día, mientras que Ucrania opera 10 misiones militares al día.
De ahí la desesperada petición del presidente Zelensky a la comunidad internacional por aviones de combate, sistemas de defensa aérea (misiles) y el cierre del espacio aéreo. Pero a pesar del acalorado discurso de alianza y defensa ucraniana la respuesta ha sido bastante tibia hasta hoy. Si bien, Estados Unidos ha enviado 2 mil misiles de los conocidos como Manpads, su efectividad es para aviones que vuelan a baja altura. Mientras Rusia utiliza misiles de largo alcance y bombardeos a gran altura.
Cierto es que el ejército ucraniano ha resistido, pero esto será cada vez más difícil si la guerra se prologa, Rusia ha declarado que incrementará el uso de misiles súpersonicos que viajan 5 veces la velocidad del sonido. De no haber una ayuda real de parte de sus “aliados” con armamento nuevo y en ingentes cantidades los pronósticos son muy funestos para Ucrania.
Pero Rusia está teniendo también sus propias y grandes dificultades, quizá no tan severas en cuanto a capacidad armamentística, pero sí en cuanto al gran revés que le ha supuesto la exclusión internacional y las sanciones económicas.
Seguramente Putin ganará esta guerra en un momento u otro, lo que no está muy claro es que gane también la posguerra, el aislamiento al que ha conducido a Rusia en esta cruzada más allá de que tenga razón en cuanto a sus exigencias a la OTAN, mismas que nunca fueron escuchadas ni atendidas, tendrán un alto coste para su población, ahora cuenta con el apoyo de sus ciudadanos porque encuentran en él una figura fuerte, pero qué pasará si la guerra se prologa, si la población empieza a sufrir sus efectos. Hasta ahora el pueblo ruso ha podido lidiar con los daños que acarrea el entrar a un conflicto bélico, porque de cierta manera las “molestias” aún son relativamente mínimas. Recordemos que Rusia viene de un régimen totalitario en el cual no abundan las comodidades occidentales, y que Putin ha sabido inflar el ánimo en su pueblo aduciendo a un sentimiento anti ruso por parte de la comunidad internacional con la intención de no permitir la restitución de su grandeza.
Putin se va a quedar con Ucrania. Es prácticamente imposible que no sea así. Nadie va a intervenir o apoyar realmente a Ucrania, saben que de hacerlo estarían invocando un apocalipsis nuclear.
Las grandes interrogantes son: ¿cuándo será esto y de qué forma será?
Todos están moviendo sus piezas para el debilitamiento de Rusia, me atrevo a decir que todos con miras a una posguerra a la que Rusia llegue fracturada y en mal estado, por eso esa actitud tibia en los hechos y solo incendiaria en el discurso. Lo que están haciendo es esperar, no gastar los recursos propios y esperar, dándole solo el oxígeno mínimo necesario para seguir con vida a Ucrania sin importar el sufrimiento y devastación a la que están sometiendo a su pueblo.
Aún está el recelo de China, el gran gigante que se ha mantenido completamente al margen, pero que es un aliado natural ruso, la súper potencia económica que aunque en proporción infinitamente menor a Estados Unidos y Rusia también cuenta con avanzado armamento y a la que no le importa nada el derecho internacional, la libre autodeterminación de los pueblos, los derechos humanos; la vida.
Lo más increíble es que apenas han transcurrido 2 meses de la invasión a Ucrania y parece que ya es un tema viejo, esto es porque en general todos estamos cansados, es porque todo esto tiene mucho que ver con juegos mentales, con guerra psicológica, un terreno que domina completamente Putin. A pesar de la grandilocuencia del discurso y el espíritu justiciero que Biden y la OTAN intentan encarnar, la verdad es que en los hechos Putin ha logrado su objetivo.
Que lamentablemente no es Ucrania, sino enviar un fuerte mensaje a todos los países occidentales el cual no es otro más que; sus días de dominio han terminado.
¿Qué importa si el pueblo ruso ya no puede beberse un café de Starbucks, o comprarse el nuevo teléfono de Apple, si ha perdido el “privilegio” de comerse una hamburguesa McDonalds? A su presidente no le importa. Lo que le importa es que aún y con todas las sanciones económicas, los discursos, las declaraciones, la opinión pública mundial en contra, el rechazo, la desaprobación y el ser señalado como la nueva reencarnación del mal, Europa le sigue comprando gas y petróleo.
¿Rusia – Ucrania: pronóstico reservado? Claro, porque a lo que nos enfrentamos es a una fractura en el actual orden internacional y la supervivencia o no de la libertad occidental. Porque está emergiendo una nueva hegemonía y lo que a nosotros nos está tocando vivir es la muerte de un mundo viejo y el surgimiento de un mundo nuevo.
Claudia Vázquez Fuentes
Analista Geopolítica.
Maestra en Estudios Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona.
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