La súper representación legislativa de la que goza el oficialismo nacional deriva de la alianza electoral que MORENA articuló con los partidos del Trabajo y el Verde Ecologista en 2024 y del consecuente pacto de acompañamiento en diversas reformas a la Constitución. Esta coalición partidaria pudo en lo general arrasar en las elecciones del año pasado bajo un diseño de candidaturas, ingeniería y otros mecanismos electorales que aportó los votos suficientes para superar los topes en los porcentajes de curules que nuestro sistema preveía para evitar la distorsión del régimen de representación política.
Para nadie es una sorpresa (es además absolutamente legal) la migración de cuadros y operadores políticos de un partido político a otro, en este caso del PRI y del PAN hacia MORENA. De la misma manera vemos que el Partido Verde Ecologista, en el año 2000 coaligados al PAN y por mucho tiempo aliados “incondicionales” del PRI en los ámbitos federal y local; ahora van de la mano de MORENA.
En el caso del Partido del Trabajo, aunque de igual manera fueron firmes aliados en el ámbito local de muchos gobiernos del PRI, desde el año 2000 formaron parte de las coaliciones de izquierda para las campañas federales presidenciales. El PT apoyó aún y contra corriente y aún con mayor firmeza que el entonces mayor partido de la izquierda, el PRD, a Andrés Manuel López Obrador desde el supuesto fraude electoral del año 2006 y en sus subsecuentes acciones de resistencia y promoción multianual.
El partido Verde por mucho tiempo controlado por la familia González Torres, ha funcionado como un eficaz ariete electoral, así lo fue con el PRI en múltiples elecciones locales y federales, hasta que la debacle del tricolor le llevó a cambiar de órbita una vez más.
Con una ideología difusa, inclusive al Partido Verde Ecologista de México le han perseguido polémicas que le han puesto en contradicción con las causas “verdes” en el ámbito internacional. Por lo observado, podría decirse que el partido Verde funciona a través de “franquicias” en los diferentes estados o municipios importantes, manejadas con un alto sentido empresarial, con bien pensadas campañas de marketing y bien administradas estrategias de penetración territorial.
En el caso del Partido del Trabajo, ellos sí tienen una bien definida ideología socialista, mantienen relación con los partidos comunistas de Cuba, China y Corea del Norte, forman parte de foros “anti imperialistas” y defienden sin filtros a los gobiernos de Maduro en Venezuela y de Ortega en Nicaragua. Su presencia en territorio es fuerte en varias colonias, escuelas, mercados y organizaciones gremiales de importantes centros urbanos.
A diferencia del Verde que en 2006 legitimó al gobierno de Felipe Calderón, el PT siempre reconoció a López Obrador como “presidente legítimo” y volvió a postular al tabasqueño en 2012 y 2018. A poco estuvo el PT de perder el registro en 2015 ante la supuesta consigna del entonces gobierno federal por “dar café cargado” a un partido que, otra vez a diferencia del Verde, se opuso con firmeza a las reformas del Pacto México.
Para 2024 el PT propuso al entonces diputado y exitoso youtuber Gerardo Fernández Noroña como candidato presidencial de la ya pensada coalición oficialista MORENA PT Verde, los verdes propondrían al ex gobernador de Chiapas Velasco Coello. Ambos ofrecerían su total apoyo a la eventual presidenta Sheinbaum, a cambio se les haría un importante espacio en el Senado de la República.
El partido Verde aportó más de 4 millones y medio de votos a la candidatura presidencial oficialista de 2024, mientras el Partido del Trabajo hizo lo propio con casi 4 millones de votos. Similar desempeño en las candidaturas al Senado y a diputaciones federales redundó en la mayoría calificada para la coalición oficialista en las cámaras de diputados y senadores.
Tal concentración de poder implica también el riesgo de la eventual implosión en las coaliciones políticas, para el caso ya existen fricciones al interior del principal instituto político: MORENA. La inestabilidad interna del mega ente articulador conduce a la confusión de las organizaciones que orbitan alrededor de este.
Máxime si una de las fuerzas políticas se percibe soslayada por otra que actúa bajo los supuestos influjos de la soberbia o exige posiciones que se le niegan. Para el caso y, por ejemplo, la reforma anti nepotismo y de no reelección enviadas recientemente por el Ejecutivo no fueron aprobadas en los términos originales que avanzaba en el tenor de prohibir el nepotismo para cargos de elección popular desde el año 2027.
La dinámica que salta a la vista de estos partidos satélite es la de usufructuar valiosas parcelas de poder de manera permanente, orbitando alrededor de la fuerza política dominante en turno ya sea en el ámbito local o federal y utilizándoles para negociar posiciones políticas. Además, vemos que los partidos satélites se caracterizan por propiciar cacicazgos regionales y cotos de poder de propiedad familiar.
El reto es importante para el mismo gobierno federal, que debe mantener la gobernabilidad del país que pareciera volverse un desafío desde su misma fuerza política de origen y desde la misma coalición gobernante. El reto también es de la oposición que deberá recuperar la confianza ciudadana.
“Desde luego, tiene que haber entre vosotros también disensiones, para que se ponga de manifiesto quiénes son de probada virtud entre vosotros.”
(1Corintios 11:19)

Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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