Mas luego despierto, tú no estás conmigoooo, solo está …mi almohaaada. Se me fue el tren…ese mego proyecto que prometía ser lo más rescatable de la 4T, se desvaneció ante mis ojos. Lleno de dudas e incertidumbres, sin poder dormir (ay ay).
El Tren Maya constituye la obra emblemática de desarrollo sostenible del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, según la información oficial. Se trata de un proyecto federal para el transporte colectivo de pasajeros a través de la península de Yucatán. Su longitud será de 1460 kilómetros, y su operador será FONATUR Tren Maya S.A. de C.V. y atravesará Chiapas, Yucatán, Campeche, Tabasco y Quintana Roo.
Entre sus ventajas, destacan que el TM mejorará la calidad de vida de las personas, cuidará el ambiente y detonará el desarrollo sustentable, o al menos, así se lee en el portal del gobierno federal, y en el de mi Lord AMLO.
Destacable, sin duda, el hecho de que el TM se verá impactado por un tránsito de mercancías que detonará la economía mexicana enormemente, pues se aprovechará su infraestructura ponderando la cercanía de sus zonas con las economías más importantes del mundo: EUA, Cuenca del Pacífico y la Unión Europea. Se trata de una ruta de paso estratégica para el mercado mundial.
Todo bien, pero…no se pueden ignorar a las voces académicas y de la sociedad civil que se manifiestan en contra. Es imposible pasar de alto un estudio publicado por el CONACYT, en el que se señala que el megaproyecto impactará el hábitat tropical del sureste de México.
El documento Territorios Mayas en el Paso del Tren: Condiciones Actuales y Riesgos Previsibles elaborado por 30 investigadores, no recula en sus afirmaciones, y entre ellas destaca que el Tren Maya tendrá consecuencias negativas en 23 Áreas Naturales Protegidas y que habrá degradación, deforestación y fragmentación de lugares como Yum Balam, los Manglares de Nichupté, Uaymil y las Reservas de la Biosfera de Sian Ka’an y Calakmul…y pues santos murciélagos batman, diría Robin.
Pero… ¿qué dijeron los afectados? Bueno, hay que reconocer que el gobierno federal implementó mecanismos de consulta con las comunidades indígenas, quienes obviamente serían las primeras afectadas para bien o para mal en este asunto.
El proceso de consulta, titulado “Proyecto de desarrollo Tren Maya”, realizado del 15 de noviembre al 15 de diciembre de 2019 recogió la opinión de 75% de las mil 400 comunidades indígenas que están ubicadas en el trayecto del Tren Maya, según Adelfo Regino Montes, director general del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI).
El mismo funcionario del gobierno federal señaló que en las opiniones emitidas durante la consulta indígena, hubo un consenso generalizado y unánime de apoyar la construcción e implementación del Tren Maya.
Sin embargo, esta consulta fue calificada como un ejercicio con falta de cumplimiento de todos los estándares internacionales de derechos humanos en la materia, según la La Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) al argumentar que “la convocatoria, el protocolo y la información presentada sólo hacían referencia a los posibles beneficios del proyecto y no a los impactos negativos que pudiera ocasionar. Durante las sesiones observadas, en diversas ocasiones las personas participantes preguntaron sobre dichos impactos sin obtener una respuesta clara y completa”.
Simplemente, el país fue testigo de una concesión de suspensión provisional a comunidades indígenas de los pueblos Maya Peninsular y Ch’ol, asentados en Campeche, que alegaron que el ejercicio de consulta había sido “simulado y fraudulento”, hace algunos meses.
No hace falta ser un experto en la materia para darse cuenta de la simulación de la 4T. Todos podemos recordar las consultas para la votación del Aeropuerto en Santa Lucía, donde no existía un padrón, y donde los “servidores de la nación” eran jueces y parte, es decir, ellos contaban los votos y podían llevarse las urnas a sus casas… ja ja.
Sociedad civil también ha puesto su atención en el tema. La Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México (AZCARM) ha denunciado en diversas ocasiones que este proyecto pondrá al menos a 18 especies en peligro de extinción y que amenaza la biodiversidad de los ecosistemas en el sureste de México.
¿Quién lo diría? Ese AMLO que se desgarraba hablando en contra del neoliberalismo, hoy pondera un proyecto empresarial, por encima de la biodiversidad y de las comunidades indígenas. ¿Qué mayor prueba de un gobierno alineado a la élite empresarial que el actual?
¿Beneficio económico o ecocidio? Cada quien puede tener su opinión. Lo que no se vale, es navegar con bandera de antineoliberalismo, y hacer otra cosa.
Y a ti, ¿ya se te fue el tren?
Luis Carlos Casiano
Lic en Ciencia Política. Diplomado en Políticas Públicas y Prevención del Delito. Estudiante de Maestría en Administración Pública. Funcionario público municipal.
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