Originalmente publicado el 6 de junio de 2017
Fascinante es buscar si la organización social es un invento del hombre o es una extensión de la naturaleza. Interesante formular la interrogante, en los mismos términos, para determinar si el gobierno es una creación de la inteligencia o es una continuación, aún, de la misma naturaleza.
Estimar que la naturaleza abandonó al hombre en condiciones instintivas para que resistiera involuntariamente la hostilidad de los fenómenos naturales; y considerar, además, que le dotó de las capacidades voluntarias del pensamiento para que las ejercitara con libertad, responsabilizándose de las consecuencias de sus acciones: Es buscar el fundamento de los dos ámbitos imprescindibles del ser humano: de lo natural y de lo artificial.
Los componentes naturales en el ser humano únicamente generan y dan continuidad a lo natural. Lo elementos de la inteligencia creadora solamente pueden crear cuestiones artificiales.
El hombre es la unión de la capacidad de engendrar naturaleza y generar lo artificial: Generar lo artificial es para satisfacer dignamente una necesidad natural del hombre.
Engendrar naturalmente sin generación artificial solo es el desarrollo de un fenómeno natural. Si el hombre generar artificialmente sin satisfacer una necesidad naturales es una quimera sin sentido.
Es menester la unión de estos dos ámbitos: Para que la creación de la inteligencia tenga sus fundamentos naturales y la gestación natural dignifique la existencia del hombre.
Sin embargo. La perversión del hombre se inicia al crear artificios que no dignifican al hombre en la satisfacción de sus necesidades naturales, pero sí complacen las necesidades del ego humano, es decir: La inteligencia creadora ha simulado lo artificial.
En estas condiciones, es posible estimar que si la organización social es la continuidad del desarrollo de los fenómenos naturales, no dignifica al hombre. Por otro lado, si se considera que la organización social ha sido inventada por el hombre, este artificio debe dignificar al hombre en la satisfacción de sus necesidades.
Un ejemplo que pretenda certificar la posible certeza de este argumento propositivo es el siguiente: Si la organización social es una extensión de los fenómenos de la naturaleza, la inteligencia creadora del hombre es innecesaria. Lo contrario, si la organización social es una creación de la inteligencia del hombre, los fenómenos naturales carecen de injerencia.
Sin embargo. La estructura natural del individuo se conforma de estos dos ámbitos, aisladas no funcionan. Es menester que trabajen unidos: la naturaleza y la inteligencia creadora. Fundamento suficiente para considerar que la organización social, ineludiblemente, debe considerar la estructura natural del individuo y
reflejarla en la construcción de la organización social. Es decir, la estructura de la organización social es una fiel copia de la estructura natural del individuo.
Lamentable y preocupante es observar a la organización social incapaz de establecer sistemas que cumplan con su obligación en la satisfacción de las necesidades naturales del individuo. Esta condición del individuo justifica y legitima la existencia de la organización social; ante el incumplimiento: es injusta e ilegítima.
También, la estructura de la organización social debe ajustarse a los dictados de la inteligencia creadora del individuo, para realizar la satisfacción de las necesidades humanas con dignidad. Irracional es carecer de dignidad en este acto de satisfacción natural. La organización de la sociedad contemporánea no contempla el impulso para el desarrollo de la inteligencia creadora.
En consecuencia, los actos que dominan a la organización de la sociedad contemporánea, no pretenden la satisfacción de las necesidades naturales, por inercia, tampoco considera a la inteligencia creadora de artificios para dignificar aquella satisfacción. Al contrario, emplean a la inteligencia creadora en la satisfacción del ego e intereses arrojando al abismo profundo y oscuro el principio fundamental de la organización social: la satisfacción natural del individuo.
En efecto: La justificación de la construcción de la organización social es el individuo; el fundamento sólido y firme de la edificación social es la satisfacción de las necesidades naturales del individuo. La inmoralidad domina la constitución de la sociedad cuando no considera como principio elemental la satisfacción individual de esas necesidades.
En complemento: La inteligencia creador a, del hombre, inventa lo artificial para dignificar la actividad del individuo, orientada a la satisfacción de las necesidades, aprovechándose la los recursos naturales.
La sociedad organizada ha olvidado la justificación de su existencia y ha despreciado su fundamento principal.
Dominando, a la dinámica de la sociedad organizada, el egoísmo interesado que manipula a la inteligencia creadora simulando lo artificial.
Es cuanto ¡un abrazo fraterno!
Guillermo Chávez
Abogado. Filósofo. Columnista.
Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
Descansa en Paz.
Hasta pronto querido amigo.