Se ha mencionado mucho sobre los límites y extralimitaciones que se han impuesto a la libertad de expresión, en el mundo y en México. No se trata de simple opinión, sino el sustento de lo que las cortes sobre derechos humanos han establecido y enunciado como principios rectores en las relaciones de poder.
En tal sentido, los principios que a continuación se mencionan no son los únicos que deben imperar en la memoria de los funcionarios públicos, los periodistas y/o defensores de los humanos, sino al contrario, son la base para la ampliación de los derechos políticos en una sociedad democrática.
“La libertad de expresión no es ilimitada”. Esta primera idea significa que podemos expresar nuestras ideas, pero también lo que obliga a respetar la de otras. No podemos sólo difundir una opinión como periodistas, sino además debemos indagar sobre otras fuentes de información que contrastan las ideas. También obliga a guardar la honorabilidad de la persona, por lo que la difamación o calumnia debe ser tomada en cuenta con este principio para evitar caer en una violación al principio. Nuestro derecho a la libertad de expresión termina cuando inicia el derecho de los otros.
“Sin libertad de expresión no hay democracia”. Una sociedad plural debe tener como característica esencial el derecho al descenso, a la forma de ver diferente lo que pasa en una sociedad que se autoproclama como democrática. No es ser intolerante, antisistema como “sistema”, sino el derecho a disentir de la opinión de quienes están en el poder. En una sociedad donde no se pueda expresar una idea contraria a la del gobierno no se puede clasificar como un gobierno democrático. Por lo tanto, sin libertad de prensa no existe un gobierno o sociedad democrática, es un indicador de la democracia en cualquier parte del mundo.
“La libertad de expresión cumple una función social”. ¿Qué pasa cuando no conocemos lo que pasa en nuestra sociedad? La restricción de información provoca opacidad en las esferas del gobierno, cuando se ocultan los otros datos, cuando hay desinformación, se manipula la conciencia social y la población vive en la oscuridad. En función de esto, la libertad de expresión permite cumplir con la sociedad, informando, dando a conocer otros puntos de vista, es decir, se construye una realidad social en la toma de decisiones.
En conclusión, estos tres aspectos que se han recalcado son una aproximación al derecho humano que garantiza la libertad de expresión. La forma de ponerlos en práctica es una decisión unipersonal, que debe ser garantizada por el Estado, pero tal y pareciera, se ha dedicado el propio Estado a enjuiciar a quienes no desean que se practiquen en la vida real. Por lo cual, lo único que podemos decir, es que sin libertad de expresión no hay democracia.
Eduardo Borunda
Doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de la Frontera Norte. Máster en Administración y Licenciatura en Administración Pública y Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ex Consejero Presidente de la Asamblea Municipal Juárez del Instituto Estatal Electoral, Ex Consejero Electoral para el IFE y IEE.
Actualmente Profesor de Tiempo Completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UACH, institución de la que fue director del 2005 al 2010.
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