A raíz del Informe de Gobierno del presidente de México, AMLO estableció la distinción entre crecimiento económico y desarrollo. Tampoco me voy a poner a discutir esa distinción. Pero lo que sí quiero expresar en esta entrega editorial es el rol que el gobierno debe tener para el desarrollo del país.
En Teoría del Estado, el rol del gobierno es la de coordinar los elementos que componen al Estado, que son población, territorio y gobierno, trabajando conforme al Estado de Derecho, con el fin de crear bien común.
El bien común se entiende como todos los elementos necesarios para crear un entorno propicio para permitir a las personas en lo individual alcanzar sus anhelos de sus vidas, eso es desarrollo.
Para ello, se requiere tener un ambiente de paz, de seguridad personal y patrimonial. Es necesario que haya un orden institucional basado en normas establecidas por las leyes que son dictadas, en una democracia como la nuestra, por un Congreso integrado por individuos que son elegidos democráticamente por el pueblo.
Así, el Congreso nos dicta reglas del juego para la convivencia y nos establece instituciones para ejercer el poder del Estado a través del ejercicio legítimo de la fuerza, mediante los elementos policiales (esta puede ser preventiva, disuasiva e investigadora, con facultades de ejercer la violencia física para poner orden).
También el Estado debe de proveer los elementos físicos y humanos para la impartición de justicia, que cumpla con la finalidad de resolver conflictos entre particulares y entre éstos y el Estado y perseguir la consecución de delitos que atentan en contra de la sociedad.
Asimismo, el Estado necesita desarrollar entornos físicos adecuados para el desarrollo del individuo (servicios públicos, infraestructura, comunicaciones, transportes, vivienda, educación, salud, cultura y arte).
Para realizar todas estas funciones del Estado y otras no descritas, el gobierno desarrolla un sistema mediante el cual la población contribuya a sufragar el gasto público, estableciendo el Congreso impuestos.
Ahora bien, cuando una nación tiene en su territorio riqueza que puede ser explotada, el Estado puede optar por hacerlo con particulares, a través de concesiones o contratos.
En un país en donde existen hidrocarburos, ¿cuál debe de ser el rol del gobierno? Al respecto, hay países en que el gobierno únicamente vigila que se cumplan las reglas del juego para su explotación por los particulares. Otros países concesionan o contratan con particulares la explotación. Finalmente existen países en que el gobierno explota esos recursos directamente, o, como en México a partir de la reforma energética, hacen una combinación de explotación de particulares y gobierno.
¿Qué es mejor para el desarrollo? que el gobierno dedique reparta a los ciudadanos los recursos derivados de los impuestos y lo dedique al negocio de la explotación de hidrocarburos o concentrarse en administrar los recursos del Estado para generar las condiciones de bien común.
Mis conclusiones son que el gobierno debe dedicarse al segundo objetivo, y considerar que los sus recursos deben ser principalmente los generados por los impuestos que paga el pueblo, y éstos se deben dedicar a proporcionar un entorno propicio para crear bien común.
Esto impulsa a las inversiones privadas, que crean empleos y generan riqueza y recursos públicos con sus impuestos generando crecimiento económico, que, a su vez, con la buena coordinación del gobierno, crea las condiciones de bienestar.
Hacer lo contrario desnaturaliza la función del Estado. Por lo que, si existen recursos naturales propiedad del Estado, éstos se deben de aprovechar sin costo ni riesgo, permitiéndole a los particulares su explotación, cobrándoles regalías por ello e impuestos por su ganancias, sin menoscabo de que el Estado también haga negocio con los mismos, pero sin utilizar recursos que deben de ir primordialmente a la generación del bien común.
Carlos Angulo Parra
Analista político. Abogado corporativo. Fue Diputado Federal en la LXII Legislatura del Congreso de la Unión.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.