México, en el Siglo pasado, tuvo un evento que estremeció a la sociedad, la masacre de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968. En ese entonces, yo era un simple bachiller que aspiraba entrar a la universidad, pero no podía porque había una huelga.
Desde el mes de julio de 1968 viajé desde Ciudad Juárez a la Ciudad de México con un amigo, aspirábamos a inscribirnos en la UNAM. En esos días, uno simplemente se iba a la Capital a esperar “tomar ficha” para inscribirse a la “Máxima Casa de Estudios”. Pero un acontecimiento que sucedió unos cuantos días después de nuestra llegada a México desató el llamado “Movimiento Estudiantil”. Un pleito entre preparatorianos de una escuela pública y una privada desató la ira gubernamental del régimen priísta, que irreflexivamente los llevó a la represión de estudiantes hasta llegar al extremo de mandar al ejército a retomar una prepa tomada por los estudiantes mediante un bazucazo irresponsable que causó estragos y muertes.
De ahí en adelante, los estudiantes reprimidos por un régimen autoritario ancestral tuvieron buenos pretextos para iniciar protestas que empezaron en la Ciudad de México y en poco tiempo se extendieron a una protesta estudiantil nacional.
El régimen, atemorizado por las consecuencias que traería este movimiento que ponía en peligro la realización de la olimpiadas venideras y exhibirían al gobierno ante la comunidad internacional, poniendo en peligro las grandes inversiones en infraestructura realizadas para su celebración y los multimillonarios ingresos en divisas del turismo que generarían, reaccionó con una violencia inusitada en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, masacrando a innumerables estudiantes y ciudadanos que se encontraban en una manifestación en dicho lugar.
Desde entonces hasta la fecha, el 2 de octubre se ha convertido en México en una fecha emblemática, que, por desgracia, se ha convertido en pretexto para que supuestos estudiantes y muchos vagos se dediquen a vandalizar la Ciudad de México y a cometer toda clase de desmanes. Estoy seguro que si ahora preguntamos a los participantes de dichos actos de desorden sobre el motivo de su protesta, muchos de ellos no saben a qué se debe.
Respecto a los sucesos de ese 2 de octubre de 1968, tengo las siguientes reflexiones:
- El acto de represión no es antecedente de nuestras luchas democráticas a partir de los años ochenta.
- La izquierda en México no es la única generadora de democracia, salvo los que se salieron del PRI con el Movimiento Democrático Nacional, los demás movimientos de izquierda eran más bien anarquistas.
- No se sabe a ciencia cierta quién inició la masacre de Tlatelolco. Hay sospechas serias de uno y otro lado, de que la iniciaron estudiantes radicales, agentes extranjeros o una acción coordinada del ejército. Es posible que haya habido una combinación de todos los factores. Lo que sí me parece claro, es que existieron los elementos necesarios para que estallara esta “tormenta perfecta” que provocó la masacre.
- Días Ordaz, como presidente de México, asumió expresamente la responsabilidad de los hechos ocurridos. No pasó nada ni ha pasado nada desde entonces. Gobiernos van y vienen. Todos hacen promesas de comisiones de la verdad y nada sucede. Esperemos que el gobierno de AMLO logre que se esclarezcan las responsabilidades, aunque la mayoría de los actores sean ancianos o ya hayan muerto.
- La principal reflexión de estos sucesos del 68, es que no debemos, por ningún motivo, permitir que México vuelva a tener un gobierno autoritario como el del PRI de Siglo XX, por más que sea añorado por nuestro actual presidente, y no debemos de permitir que ningún presidente de México tenga poderes absolutos sin control ni balance institucional alguno. De lo contrario, podemos volver a tener la amarga experiencia, si no de una masacre, sí de pérdida de libertades y persecuciones políticas por motivos ideológicos.
Carlos Angulo Parra
Analista político. Abogado corporativo. Fue Diputado Federal en la LXII Legislatura del Congreso de la Unión.
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